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Impacto económico social: ¿Cuál es la época más corrupta?
- 30/12/2022 00:00
- 30/12/2022 00:00
La historia de Panamá registra un conjunto de acontecimientos cargados de lucha patriótica, heroísmo y valentía, pero también lastrada por la corrupción, un flagelo que carcome las sociedades, trunca el desarrollo social y distorsiona las economías.
El profesor de historia Moisés Carrasquilla aclaró al mismo tiempo que la corrupción no es un hecho individual, es un fenómeno social. “Si la sociedad no es corrupta, el corrupto no puede hacer nada. Pero si está en un momento en que se debilitan los controles, las orientaciones, las relaciones, etcétera, vienen los corruptos”, explicó el docente.
El político Lisímaco López y López destacó que a lo largo de la historia patria, la mayor parte de los hechos corruptos que se han registrado están vinculados con la política, la lucha de poderes, la extorsión, los robos de urnas.
Aunque “antes se venían dando los robos de urnas en las elecciones, los paquetazos y se preñaban las urnas con votos, se compraban los votos...”, aseguró López, para quien “todo acto de manipulación también es un acto de corrupción”.
López habla con propiedad del tema de corrupción porque vivió en carne propia las consecuencias, precisamente por denunciar supuestos actos corruptos dentro del partido del que fue dirigente fundador. Fue expulsado del Movimiento Liberal Republicano Nacionalista (Molirena) en 2013.
López mencionó, por ejemplo, que entre 1813 y 1814 los campesinos santeños eran maltratados, extorsionados y hasta asesinados por las tropas españolas, con la amenaza de una intervención militar. Esto originó un movimiento de protestas por parte de los campesinos, por las “extorsiones” de que eran víctimas.
Durante la época independentista y separatista de 1821, la élite istmeña le exigía a José de Fábrega que se le permitiera el negocio asiático del Camino de Cruces o lo que ha sido siempre la zona de tránsito (zona canalera), con amenazas también de una intervención militar.
Antes de la independencia de 1821 hubo por lo menos tres intentos de la gesta, encabezados por escoceses e ingleses que habían sido piratas y contrabandistas. “Justo Arosemena, incluso, llegó a señalar que las actividades políticas en Panamá –sobre todo las independentistas– tenían dos fuentes: intriga y oro”, rememoró el político.
Otros casos manchados por la corrupción fueron el intento de asesinato a Simón Bolívar, el 25 de septiembre de 1828, en Santa Fe de Bogotá y el golpe de Estado y expulsión de Espinar Aranda en 1831. “Fueron movimientos de intriga y de corrupción”, aseveró López, “algo que muy poco cuentan los historiadores”, porque, según López, “escriben para las élites y están a disposición de ellas”.
Así se siguieron dando otros sucesos, como: el acuerdo de amistad y de comercio Carrillo-Obarrio (1841), con el que Panamá “le regala la provincia de Bocas del Toro (cambio de frontera) al dictador costarricense Braulio Carrillo, a cambio de que Costa Rica lo reconociera como nación independiente y establecer relaciones comerciales con este”.
También el tratado Mallarino-Bidlack con Estados Unidos (1846), el cual, a cambio, el gobierno neogranadino le concedió a los norteamericanos una serie de franquicias y resultó ser la primera acción jurídica en la que Estados Unidos intervenía económicamente en el istmo. “Todas estas son actividades históricas de corrupción, de corrupción política, de cómo se manejaban en cuanto a dinero. Eso no está escrito, simplemente porque las élites istmeñas querían que se les dejara libertad para comercializar. Había contrabando y contrabandistas”, afirmó López.
Ya para 1890-1902, Panamá seguía unida a Colombia y en medio de la Guerra de los Mil Días (1899 y el 21 de noviembre de 1902), entre liberales y conservadores, la situación se torna “más crítica”. Ocurre la batalla del puente de Calidonia del 21 al 26 de julio de 1900, “también por peleas internas por asuntos de corrupción, no acatar órdenes y de hacer méritos ¿de qué?”.
Durante el siglo XIX, se vivió un clima de violencia política que desencadenó en la Guerra de los Mil Días (1899-1902) como consecuencia de las rivalidades y conflictos de los dos partidos políticos tradicionales de Colombia (nación a la que entonces pertenecía Panamá): el liberal y el conservador.
En su libro Cuarenta años de miseria (Panamá 1903-1943), el escritor, literato, político y periodista Juan B. Sosa se refiere a la revolución de los Mil Días y a la manifestación popular del 3 de noviembre, como “pruebas evidentes de que el pueblo panameño era eminentemente liberal”.
En 1903 se da la separación de Panamá de Colombia. Nace la República de Panamá y se elabora la primera Constitución Política. Se elige al primer presidente de la República, Manuel Amador Guerrero (1904-1908), pero este “no tomó en cuenta” la fuerza liberal para formar su Gabinete, y escogió a tres conservadores y dos liberales que no tenían historial político en el partido que representa ni raigambre popular. Más aún al nombrar a su hijo, “puso la primera piedra del nepotismo, que con el correr de los años ha ido agigantándose y dando carácter familiar a los gobiernos”.
En su obra, Sosa dijo que en esta época se dio “el primer conato de descontento en nuestra república, que nuestros hombres públicos han tratado de ocultar para mantener el mito de las virtudes de los 'benefactores panameños' y se les siga llenando sus estatuas de flores y discursos. Demuestra que la independencia no logró la unión de la familia istmeña, y que nuestros líderes seguían las políticas de los cuartelazos para colocar hombres y no ideas...”.
En las primeras elecciones de diciembre de 1904 para elegir a los concejales, en algunos distritos los alcaldes impidieron que las notas de nombramientos de jurados llegaran a sus destinos, en otros, los liberales fueron atacados a balazos por la policía. Se falsificaron las listas, se intimidó a los campesinos y se les obligó a votar por el partido de gobierno.
“Es importante que se conozcan, en este tipo de elecciones que han sido de igual corte en casi toda nuestra vida republicana, los nombres de los principales protagonistas: el presidente Amador Guerrero y los secretarios de Gobierno y Justicia, Santiago de la Guardia y Aristides Arjona”, resaltó Sosa.
A raíz del tratado y su separación de Colombia en 1903, la República de Panamá recibió de Estados Unidos una “bonificación” de $10 millones para las futuras generaciones de panameños que se llamaron los “millones para la posteridad”, pero resulta que “en unos treinta años estos millones quedaron reducidos prácticamente a nada y en 1954 desaparecieron del todo”, recoge una publicación de El Panamá América con fecha del 16 de diciembre de 2003. Según López, $2 millones se quedaron en el istmo y con ese dinero se comenzó a construir toda una serie de obras y otra parte se usó para dar becas para estudiar en el exterior. Y el resto, “el coronel Héctor Zúñiga, que había sido uno de los negociadores del Hay-Bunau Varilla había cogido la plata panameña y la había usado para invertir en bienes raíces en Nueva York. El último millón que pudo haber quedado lo malgastó Domingo Díaz Arosemena en 1947”.
Belisario Porras llegó a ser presidente de Panamá en tres periodos (1912-1916 y 1918-1920 y en los dos años de su gobierno “con los recursos del Estado” procuró inmovilizar la independencia de sus copartidarios. Su actitud motivó la “división” del Partido Liberal que aún hoy mantienen los líderes personalistas, matizó.
Entre los años de 1919-1920 Ernesto Lefevre descubrió que Porras tenía guardado un tratado con los gringos, donde les daba Taboga, para su desarrollo. “Todo era para servirle al gringo. Esos fueron los grandes errores de Porras”, comentó López
Mientras que en 1921 se dio la Guerra de Coto, un conflicto bélico surgido entre Panamá y Costa Rica por la disputa territorial del Pueblo Nuevo de Coto, perteneciente al distrito de Alanje, Chiriquí. Aunque Panamá ganó la guerra en el aspecto bélico, tuvo que renunciar al territorio por presión estadounidense (Fallo White)..
Transcurrían los años y seguían “los problemas de corrupción. En las elecciones de 1948, ¿cómo llega Arnulfo Arias a la Presidencia de la República en 1949? ¡Así mismo!”, aseguró López .
Para las elecciones de 1952, en la presidencia de Remón Cantera, “se dice que se viven las primeras botellas, el pago como empleados públicos de mucha gente que no iba a trabajar”. Más tarde muere Remón Cantera, “el cual se dice fue asesinado” en el hipódromo Juan Franco, en un hecho también confuso.
Y en el golpe de Estado de 1968 que derrocó al presidente Arias Madrid, once días después de haber tomado posesión del cargo, también estuvo presente el flagelo. Y así, a lo largo de los años, se han ido tejiendo otros actos de corrupción en la historia patria.
Pero, ¿cuál es la época más corrupta que ha vivido Panamá en su historia? Carrasquilla dijo que aunque en la sociedad humana siempre ha habido corrupción, en Panamá por ejemplo, la época más corrupta comenzó después de la invasión de Estados Unidos, en el siglo XXI.
“Cada gobierno del siglo XXI, el que le sigue es peor... cada gobierno es más corrupto que el anterior, y el actual que tenemos es también más corrupto”, sostuvo Carrasquilla.
Uno de los casos más sonados y que ha involucrado a varios gobiernos es el de los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht.
El sociólogo Enoch Adames M., por su lado, hizo algunas consideraciones del impacto económico social de la corrupción en Panamá.
Un enfoque sociológico, que asuma la complejidad de la corrupción, dice, debe superar dos acentos analíticamente predominantes. Uno de naturaleza ético-individual, y otro de naturaleza jurídico-penal.
“Enfoques importantes, pero insuficientes, a la hora de elaborar una política pública que tenga como objetivos la identificación de sus causas y consecuencias (...) Por supuesto, que una satisfactoria construcción del problema, una adecuada conceptualización y una sólida institucionalidad son necesarias para otorgarles a las políticas públicas sostenibilidad y eficacia”, subrayó.
Por otro lado, mencionó que desde la sociología existen algunos enfoques que sirven al análisis: la “ausencia de normas que contribuyan a la integración socio-cultural”; “la debilidad institucional con capacidad de internalizar valores normativos”; o “la falta de oportunidades que permitan mediante medios legítimos realizar las metas de estatus y de éxito que la sociedad les propone a los individuos”, son algunos de los enfoques predominantes.
No obstante, se puede proponer como definición tentativa de la corrupción: Entendemos la corrupción como una acción social de naturaleza individual o colectiva de naturaleza ilícita, ilegitima de carácter encubierta, orientada de manera sistemática en arreglo a intereses privados, y que se sirve de determinadas cuotas de poder en diferentes espacios institucionales.
Además destacó que distintos análisis han encontrado correlaciones entre condiciones sociales de desigualdad y pobreza, con prácticas institucionalizadas de corrupción en espacios públicos y privados.
“La ausencia de oportunidades para importantes segmentos de la sociedad, con distribuciones desiguales de ingresos entre la población y con bajos salarios de los funcionarios, crea condiciones e incentivos para la realización de prácticas corruptas”, expresó Adames.
Añadió que, sin duda, una de las consecuencias sociales en las políticas públicas orientadas a impactar en las condiciones de pobreza, tienen en la entronización de prácticas corruptas, factores que profundizan la pobreza.
Sin embargo, añadió que una visión sistémica de la desigualdad, pobreza y corrupción postulará que existe una interacción entre desigualdad social y corrupción. Es decir, la desigualdad es una de las consecuencias de las prácticas corruptas; pero, a su vez, las prácticas corruptas generan y profundizan la desigualdad social.
Mientras que en el ámbito de las relaciones de mercado y de la interacción de sus actores, la evidencia en algunos estudios –y Panamá no es la excepción– han mostrado el papel distorsionador en la competencia de mercado, de la corrupción. “La existencia de mercados poco o escasamente competitivos favorecen prácticas corruptas de naturaleza monopólica u oligopólica. Generalmente nos enfocamos en las prácticas corruptas del sector público. Sin embargo, el pago de sobornos, demoras deliberadas en el suministro de insumos, etc., aumentan los costos de transacción en el sector privado, que también alcanzan al público cuando se trata de convenios o contratos entre partes”, mencionó.
Adames resaltó, además, que cuando tenemos instalada la corrupción en la sociedad como una práctica naturalizada, desde los pequeños sobornos para agilizar trámites; el pago informal a autoridades elegidas que favorecen leyes que conceden privilegios especiales o exoneraciones; las distorsiones en las políticas públicas al desviar objetivos y recursos, favoreciendo intereses clientelares, etc., la acumulación de estas prácticas crean situaciones de riesgo en la sociedad. Situaciones de riesgo que comprometen la gobernabilidad, en tanto encarecen los costos de gestión institucional y erosionan la legitimidad política; gobernabilidad que no resuelve problemas de coyuntura (pobreza-oportunidades) y profundizan los de estructura (desigualdad social) incentivando la corrupción, al naturalizarla. Pero al constituirse en factores que debilitan el papel de las normas y de las instituciones en la gestión pública, la corrupción genera consecuencias disolventes al imponer un uso oportunista de normas e instituciones, abriendo paso a la impunidad individual y colectiva.