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Día de clase que se pierde, no se recupera; docentes priorizarán contenidos
- 13/08/2022 00:00
- 13/08/2022 00:00
Tras los efectos negativos de la pandemia en el sector educativo y el retorno a la presencialidad, recientemente el sector educativo de Panamá sufrió una paralización de clases. ¿Cuáles son las secuelas para los estudiantes? ¿Se podrán recuperar los contenidos no dados?
El Ministerio de Educación (Meduca) considera que “estar fuera de las aulas de clase no es el escenario ideal para un estudiante”.
“Ningún día de clase se puede recuperar; día de clase que se pierde, no se recupera. Lo que vamos a ver es cómo de alguna manera los contenidos pueden ir llegando, cómo se prioriza para poder recibir los conocimientos”, dice Vadim Moreno, subdirector nacional de Servicios Psicoeducativos del Meduca. “Pero”, prosigue Moreno, “cada día de clase que se pierde es muy difícil recuperarlo porque eso tiene un proceso de aprendizaje de continuidad”.
Explica que al perder un día o dos..., ese proceso se pierde. “Cuando un estudiante sale de vacaciones –normalmente antes de la pandemia salía de vacaciones en diciembre y volvía en marzo–, los estudios dicen que se perdía hasta el 40% y 45% de lo que habían dado durante todo el año. Entonces, lo que hemos perdido de clases no lo vamos a recuperar por más que extendamos el calendario, vamos a hacer todo lo que se necesita para que esos contenidos lleguen”, detalla.
Entre los efectos negativos de la paralización de clases “quizás el componente principal es el aspecto socio-emocional”, dice Moreno.
Explica que se estaba en un periodo de adaptación tras los dos años de clase virtual por la pandemia. “Definitivamente que la pandemia estos dos años trajo un rezago académico, está comprobado. Los aprendizajes no llegaron por una serie de factores, como la conectividad. Hay una afectación desde el aspecto académico y emocional. Nosotros que manejamos la parte socio-emocional estábamos identificando y empezando a trabajar con una serie de afectaciones, luego viene esta parada –de clases– y hay que volver a retomar todo esto y ver cómo trabajamos”, explica.
“Tenemos que empezar a identificar de nuevo cuáles son las afectaciones. En el primer trimestre se había hecho un estudio y habíamos visto que había problemas de adaptación, estrés, ansiedad y duelo”, agrega.
Humberto Montero, docente y representante de la Asociación de Educadores Veragüences, refuerza la premisa del Meduca. “El tiempo perdido de clases nunca se recupera y nosotros lo sabemos”. Sin embargo, “tenemos el compromiso, la motivación, la responsabilidad de cumplir con los contenidos. Los contenidos sí los vamos a recuperar porque los docentes estamos haciendo asambleas de maestros, de profesores, para buscar priorizar los contenidos, no saltarnos ninguno”, manifiesta Moreno.
“¿Por qué de manera priorizada?”, interpela Montero, “porque el Gobierno Nacional priorizó contenidos en 2020 y en 2021, y nosotros ante una situación crítica que vive el país, lo haremos”, asegura.
“Nos sentimos orgullosos todos los docentes de habernos ido a una huelga nacional laboral... si el gobierno cumple con la canasta básica, los medicamentos, combustible y el 6% para que las escuelas estén listas, que no haya queja de ninguna índole, si cumple, nosotros cumplimos, pero si no cumple nosotros los sectores magisteriales iremos de nuevo a las calles”, enfatizó el docente.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señala que “ante la interrupción de clases presenciales que están sufriendo muchos estudiantes del país, por diversas causas, como protestas, aumento de casos de covid-19, alto costo de la vida, entre otras, hacemos un llamado urgente para que se priorice el derecho a la educación que tienen la niñez y la adolescencia de Panamá. El tiempo efectivo de clases y la recuperación de los aprendizajes son un compromiso de agenda nacional que involucra a todo el Estado en su conjunto, quien debe garantizar el ejercicio digno de este derecho a cada niño y adolescente”.
Según un estudio de Unicef de 2021, más de 129 mil niños y jóvenes entre 4 y 20 años estaban fuera del sistema educativo. “Sabemos que este es un fenómeno con múltiples causas y comprender la situación es un primer paso, pero si se cierran las escuelas o se dejan de brindar clases presenciales, la situación empeorará”, apunta el organismo a través de un comunicado (31 de mayo 2022).
Enfatiza que “con más de 190 mil estudiantes en riesgo de abandono escolar, continuar con la pérdida de clases presenciales agudiza el riesgo de exclusión educativa”.
Por otra parte, Unicef indica que “la salud mental de la niñez se ha visto muy afectada por la falta de socialización y de compartir con sus pares. En el caso de los niños en preescolar y primaria, la Sociedad Panameña de Pediatría señala que es probable un aumento en los trastornos del neurodesarrollo”.
A través del Decreto 2077 de 2021 se estableció la educación presencial como una medida nacional.
La educación presencial tiene un alto valor en el desarrollo de los infantes, tanto en lo académico como en lo emocional, según los expertos; por lo tanto, interrumpir este proceso, cual sea la razón, tiene secuelas negativas para la población estudiantil y la sociedad.
“Las clases presenciales no pueden ser sustituidas por ningún otro método; cierto es que la virtualidad, módulos y otros componentes educativos son herramientas importantes, sin embargo, la presencialidad es necesaria más que nada por aspectos emocionales”, señala Moreno, subdirector nacional de Servicios Psicoeducativos del Meduca.
La voz de Moreno se suma a la afirmación de Ivette Schuverer, directora de la clínica psicológica y de desarrollo humano Dr. Horacio Harris Duque y a las declaraciones de Unicef.
“La educación presencial es fundamental para la recuperación de aprendizajes, evitar la exclusión educativa y mejorar la calidad de la educación”, anota Unicef, mientras que Schuverer destaca: “favorece enormemente los procesos del desarrollo psicosocial de los sujetos. Es de suma importancia, ya que el contacto y el aprendizaje social conforman las bases para una adecuada formación cognitiva y afectiva del individuo”.
Humberto Montero, en representación de los docentes, asegura que “la virtualidad no nos puede reemplazar”.
¿Cuáles son los beneficios que ofrece al estudiante recibir clases junto a compañeros y docentes? “Muchísimos son los aportes de la educación presencial en la salud mental, sobre todo en los procesos de desarrollo de vínculos y de contacto”, manifiesta Schuverer, psicóloga clínica y docente. Asegura que “el contacto es una necesidad biológica y psicológica en los seres humanos; la pérdida de contacto puede generar afecciones tanto emocionales como físicas (irritabilidad en la piel, problemas de salud como dermatitis, pigmento, entre otros)”. “Además”, continúa Schuverer, “esta modalidad presencial genera mayor movilidad física y obliga al alumnado a cumplir con responsabilidades y la construcción de la disciplina, aspectos muy importantes para el desarrollo de todo sujeto”. A ello, la psicóloga añade: “refuerza determinados valores en los individuos, sobre todo los que conforman la compasión y el altruismo, fundamentales para vivir en una sociedad”.
Los expertos coinciden con la Organización Mundial de la Salud (OMS) que anota entre los beneficios de las clases presenciales el bienestar social y psicológico del estudiante y la reducción del riesgo de abandono escolar.
Mientras que el subdirector nacional de Servicios Psicoeducativos del Meduca explica que la interacción que se realiza entre el estudiante y su compañero, el estudiante y los docentes en un aula de clases es necesaria.
“Al estar en la presencialidad pueden reconocer situaciones que no se pueden identificar en la virtualidad, hay interacción y manejo de emociones que solo se pueden ver cuando tienes a la persona allí”, dice Moreno. Destaca que “somos seres sociales. No podemos estar sumergidos únicamente en un solo ambiente, necesitamos esa parte de comunicación e interacción”.
Moreno también reseña los beneficios en la parte académica. “El mensaje de conocer se hace mucho más efectivo en un aula de clases no solo por un docente, sino que hasta un compañero puede ser un agente que te puede dar apoyo”.
Schuverer, psicoterapeuta, enumera como ventajas de las clases presenciales: mayor consolidación de bases cognoscitivas en nociones básicas del aprendizaje. Mayor movilización del pensamiento, al ser el aprendizaje un proceso que se desarrolla junto a pares (compañeros) y por modelado (con docentes) y circulación del afecto y vínculos.
Agrega que durante el proceso presencial también hay “mayor apoyo social entre pares y sus docentes. Menos fatiga mental y física. Mayor motivación por asistir a sus clases, debido a los vínculos que se generan en los ambientes de aprendizaje. Desarrollo de actividades que favorecen las condiciones físicas y mentales de los alumnos. Menor riesgo de sufrir problemas de índole emocional y mental”. Además, dice Schuverer “el docente no se convierte únicamente en un captador de calificaciones, sino que hay mayor comunicación entre estudiantes y docentes”.
Organismos internacionales, durante y después de la paralización de las clases presenciales debido a la pandemia, alertaron que se afectó el derecho a la educación de los estudiantes, tanto en su calidad como en el acceso.
“La suspensión de las clases presenciales ha contribuido a aumentar la brecha ya existente, donde los alumnos de los sectores más vulnerables se han visto más perjudicados”, apunta Unicef. (Chile-2021). Mientras que la OMS afirma que “el cierre de las escuelas tiene un claro efecto negativo en la salud, la educación y el desarrollo infantil...”.
La psicóloga clínica Schuverer asegura que “se han realizado experimentos con animales –chimpancés y monos– y se ha observado que a mayor aislamiento el animal desarrolla una pobreza a nivel de sus procesos de inteligencia, pobreza en la capacidad de la resolución de problemas, y una mayor carga agresiva en lo conductual”.
Añade: “a peso de que no somos chimpancés ni monos, sabemos muy bien las problemáticas a nivel socioemocionales que trajo la pandemia con el aislamiento y la educación virtual; observamos mayor crecimiento de la tasa de porcentaje de presencia de problemas en la salud mental de nuestros jóvenes, tales como ansiedad, depresión, ataques de pánico, cuting, entre otros”.
“En los dos últimos años de pandemia, los aprendizajes se han deteriorado. Esto podría derivar en una crisis generacional”, dice Unicef. Reconoce que en Panamá “aún un porcentaje de escuelas necesita reparaciones y mantenimiento; esto es una realidad que se veía antes de la pandemia, a pesar de ello se debe privilegiar la asistencia de los niños”.
EL organismo enfatiza en que “se requiere mejorar y aumentar la participación de todos los actores en la recuperación de aprendizajes, al igual que priorizar todos los esfuerzos en difundir los programas de recuperación de aprendizajes y apoyo socioemocional basados en evidencia en todos niveles educativos”.
“Pongamos a los niños y adolescentes primero; sin excusas, mantengamos las escuelas abiertas”, puntualiza Unicef.