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'En este momento vivimos una crisis de los medios periodísticos, pero no hay una crisis del periodismo'
- 23/02/2020 00:00
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Mario Jursich invierte la mitad de su tiempo deletreando su apellido a extraños. Una vez lo logra, el periodista colombiano se destaca por poner en práctica ideas fuera de lo común.
Es un pulpo polifacético, traductor y conductor de un programa de radio de música caribeña con el que se inspira para contar historias. Este último lo conduce junto al gran maestro cronista Alberto Salcedo Ramos, con quien se ideó este espacio luego de una charla informal de la que fue testigo Catalina Ceballos, la entonces directora de Radio Nacional de Colombia. Jursich es fundador de la revista El Malpensante de Colombia. Una publicación por la que pocos daban un céntimo, pero que como espuma se transformó en el referente cultural de Bogotá, donde radica. Aprendió a perder el miedo al fracaso, lo que pocos han logrado porque tan solo la palabra les inhibe de iniciar nuevos proyectos. Para el comunicador, el periodismo está más vivo que nunca, a pesar de las redes sociales, pues aunque no tiene idea de cómo saldremos del laberinto de la tecnología que ha puesto en crisis a los medios periodísticos impresos, sabe que el periodismo como tal ha sobrevivido, y así lo hará a pesar de las nuevas plataformas digitales.
No sé, yo miro mi bola de cristal y está completamente nublada. Es que es muy mala idea ponerse a profetizar. El periodismo está en una época de cambio importante. En la revista hicimos un trabajo sobre cuáles eran las profecías que iban a pasar en el año 2000. Nos pusimos a releer los libros, en La Tercera Ola, de Alvin Toffler, decía que en 1996 se iba a acabar la gasolina. La profecía no es un género al alcance del género humano. Yo prefiero ser más cauto en eso, pero sí te digo una cosa, en este momento vivimos una crisis de los medios periodísticos pero no hay ninguna crisis del periodismo.
Te insisto, no se sabe muy bien cómo saldremos de este laberinto, pero el periodismo está tan vivo como nunca.
En El Malpensante confluyeron una serie de circunstancias particulares. Es una revista literaria con vocación de Pac-Man, pero una revista literaria. Aunque el centro sea la literatura y los libros, hacen constantes incursiones en muchos otros campos, entonces van interesándose por otras cosas. Se hizo con total deliberación a contramano de lo que es el periodismo. Cuando arrancó, en los años 90, nació el 31 de octubre de 1996, día de las brujas. Todo lo que intentábamos hacer en la revista era como la contravía de la supuesta sabiduría convencional del periodismo. Por ejemplo, cuando arrancamos, se suponía que ningún colombiano era capaz de leer un artículo de dos páginas de extensión. Incluso llegamos a publicar una revista que tenía un solo artículo, que además ha sido una de las publicaciones más exitosas que hicimos nunca. Mi convicción era que el periodismo se había ritualizado excesivamente. Yo soy un gran lector de manuales periodísticos, y una de las cosas era subrayar lo que se prohíbe en los manuales y ponerlo en práctica en la revista para tratar de demostrar que a veces eran convenciones que no tenían sentido, que provenían de otras épocas pero que en nuestra época no lo tenía. El periodismo es un oficio que pasa por una metamorfosis constantemente y por eso uno le puede perder con facilidad el pulso. Tú crees que sabes unas cosas y una mañana te despiertas y te das cuenta de que no sabes hacerlas.
El Malpensante desde un inicio, con la persona que yo fundé la revista que se llama Andrés Hoyos, un hombre que tiene un pie en la cultura pero otro en el mundo de los negocios, la revista se propuso no vivir como lo hacen muchas otras que dependen de subvenciones del Estado, que aspiran a diversos tipos de ayudas, sino ser una revista comercial. Funcionar en el mismo escenario que funcionaban otras publicaciones. No te voy a decir que nos fue de manera esplendorosa, pero ya ha durado 22 años, la revista sigue saliendo en papel. Es una revista minoritaria pero que logró construirse un nicho. Nunca ha dado particulares cantidades de dinero, pero siempre permitió su financiamiento. El equipo que ha trabajado ahí sigue siendo una pequeña empresa que ha durado 22 años, y eso no me parece desdeñable.
Hago muchas cosas, siempre he sido editor. El miedo al fracaso paraliza mucho a la gente.
Eso tiene que ver con el temperamento. En mi caso particular, cuando yo doy clase de escritura le pregunto a los alumnos, ¿qué es lo dramático de que un artículo te haya salido mal? Volver a escribir otro en el que trates de que te funcione mejor lo que en este te salió mal. En general yo he aplicado ese principio a lo largo de mi vida. No creo que uno debe hacer las cosas cuando tiene suficiente conocimiento para emprenderlas, me parece mucho más interesante que el proceso de hacer algo sea aprender a hacerlo. Yo me he aventado a hacer cosas para las cuales no tenía mucha experiencia, por ejemplo, he hecho exposiciones de fotografía, he trabajado como disc jockey, he escrito libros, he sido editor, productor musical en diversas ocasiones, ahora me he estado interesando por lo que pasa en internet, me voy a meter a un portal, me gusta ahora la gastronomía y me interesa el mundo de los licores.
Bueno, ambas cosas. Para escribir sobre eso, hay que tomarlo (risas). En particular me interesé en el ron. Le he dedicado mucho, he escrito mucho sobre el ron, es una bebida emblemática del Caribe. No hay país de la región que no tenga su ron. Y curiosamente es enorme la cantidad de literatura sobre el ron. Me interesaban muchas cosas, la primera es que es una historia bastante desconocida para el público y tiene episodios muy coloridos. Está toda la historia de los piratas, por ejemplo, eso tiene que ver con una cosa. El ron primitivo no tenía forma de medir el grado de alcohol, entonces había unas formas aproximadas. Por ejemplo, ponían en la mesa un poco de pólvora y le echaban un chorrito de ron, si eso explotaba era porque tenía mucho. Pero si echaba un chispoteo, encontraban el punto. Eso hacía que a veces la gente bebiera rones con grado del 75% u 80% y obviamente tomaban cuatro tragos y se enloquecían. Cuento muchas historias parecidas con eso. Y lo otro es que además de Ernest Miller Hemingway, hay muchos escritores que han escrito sobre el ron. No solo del Caribe, sino también ingleses. Robert Louis Stevenson escribió mucho sobre el ron en su novela famosa La isla del tesoro, en la cual se hace una gran celebración del ron. Como en todos los licores, hay una gran mitología alrededor del ron. No sé si en Panamá es igual, pero en Colombia siempre ha habido el temor de que el ron oscuro afecta la virilidad masculina y por eso muchos prefieren el ron blanco.
Tiene una cosa curiosa, el ron ha ido conquistando el paladar femenino. En general, la industria de los licores se ha ido inclinando hacia lo dulce y el ron, de manera natural, tiene el regusto de la caña de azúcar que es de donde nace. Eso ha hecho que algunas mujeres, algún público en diversos países se haya interesado por el ron. Obviamente la cuba libre se consideró un trago de adolescentes, y se supone que cuando uno madura pasa a tomar bebidas más refinadas, como whisky.
La guerra colombiana es la más larga que haya existido en el mundo. Haber logrado un proceso de paz con una parte, o con el principal actor que eran las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es un mérito. Lo que ha venido pasando después es preocupante por diversas razones. Todo proceso de paz es complejo y no podemos esperar que salga a pedir de boca. Es un tema que divide a la sociedad colombiana y la forma en que se ha hecho este proceso de paz recibe críticas de una parte de la población. La justicia transicional siempre tiene una dosis de impunidad importante, pero entre eso, y que la guerra continúe indefinidamente, es un precio alto que pagar, pero creo que algunos estamos tomando con consciencia este asunto. Preocupa que asesinen a líderes sociales, van más de 300 asesinatos. Es un país muy complejo, porque estaban las FARC, hay otros guerrilleros, pero también hay una gran criminalidad derivada del narcotráfico, la minería ilegal, y eso sigue convulsionado al país.
Si me lo preguntas yo creo que la verdadera solución es que haya una legalización concertada entre todos los países. México es un país convulsionado por el narco, la solución va a pasar por la legalización. Pero eso implica muchas cosas, pero es el único camino serio y viable para solucionar. Son costos impagables para nuestros países.
Como tantas cosas empezó por azar. La directora de la radio Nacional, Catalina Ceballos, un día nos vio conversando a Alberto y a mí, y nos dijo: yo quiero que los dos me hagan un programa de radio de la manera en que ambos están conversando. Ni Alberto ni yo teníamos mucha pasión por la música, ninguno de los dos sabíamos de radio, nos tiraron ahí y ya son un buen número de años que tenemos con ese programa que ya tiene como seis años.
Pues la música es una fuente natural de historias, de leyendas, de mitología. Y hay historias fabulosas porque los músicos tienen muy poco filtro. A veces se pasan 18 pueblos en lo que deberían decir, pero son muy divertidos. A Alejo Durán, uno de los grandes compositores de la música colombiana, le hicieron una entrevista y le preguntó la conductora que cuántos hijos tenía. Él pensó un momento y le dijo: 26. Y ella se asombró y le preguntó: ¿con la misma? Él hizo otra pausa y le respondió: con la misma, pero con distintas mujeres.
Es que depende, el vallenato, la cumbia, el porro, músicas extraordinarias colombianas, que además han producido intérpretes famosos como Lucho Bermúdez... casi ni hay que buscarlas. La de él es fascinante. Cómo se descubrió que tenía talento musical, por ejemplo. Tenía una abuela indígena Wayuu, los padres de él, a principios de siglo XX como ambos trabajaban, ella cuidaba del niño, aunque era ciega. Y un día ella le dice a los papás: párenle bolas, porque él tiene un talento musical. Lo decía porque lo escuchaba en la cocina tocando los peroles, y le parecía que tenía un sentido del ritmo con armonía prodigiosa que consideraba que le tenían que poner en clases. Y así hicieron, lo pusieron a tocar el clarinete y luego acabó componiendo canciones emblemáticas y definitorias de la música colombiana: “Carmen de Bolívar”, “Sal si puedes” y eso es lo que intentamos en el programa.
Lo que pasa es que en eso hay cierta mitología que hay que separar con pinzas. Yo he escuchado esa historia. Tú sabes que Oscar De León, supuestamente manejaba en Caracas un taxi y un día se monta un productor musical, y van por el tráfico y Oscar va manejando y va cantando. El pasajero piensa que se trata de un salsero con un swing. Le pregunta y él le dice que es aficionado a cantar, le hace una prueba y nació todo lo demás. Me parece que la historia es preciosa, pero no sé si sea cierta. En el caso de Celia Cruz, iba a concursos que hacían en la radio cubana de la época, ganó rápidamente los concursos y le permitió entrar a formar parte de la Sonora Matancera y convertirse en la estrella que después fue.
Pero es curioso porque, además, la música panameña tiene capítulos como muy poco explorados en la historia latinoamericana. Todo lo que ustedes llaman los combos nacionales, de los 60, yo soy fanático. Ese grupo que se llamó Los Dinámicos Exciters, y creo que de vez en cuando, algunos de los sobrevivientes vuelven a tocar juntos. Bueno, eso es muy poco conocido por fuera, y valiera mucho la pena. La música panameña que se canta en inglés, en la frontera con Costa Rica, es maravillosa.