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- 22/05/2009 02:00
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COLOMBO. La guerra civil de 26 años terminó la semana pasada en Sri Lanka. El victorioso presidente Mahinda Rajapakse extendió su mano a la comunidad tamil, pero los líderes de esa minoría creen que las heridas tardarán en cicatrizar.
Rajapakse dijo en el parlamento que la guerra fue contra los insurgentes Tigres para la Liberación de la Patria Tamil (LTTE), y no contra esa etnia, mayoritaria en el norte y el este de Sri Lanka. “Pero esos pronunciamientos y declaraciones deben reflejarse en el terreno también”, dijo el legislador tamil Mano Ganeshan, líder del Frente Occidental del Pueblo (WPF). En algunas zonas, recordó, los tamiles fueron objeto de acoso en las celebraciones por la victoria gubernamental.
Miles de personas en toda la isla, incluida en la región de mayoría tamil, se lanzaron a las calles a cantar y a bailar luego de que el gobierno declarara el fin de semana la derrota de los Tigres y la muerte de su líder, Velupillai Prabhakaran. “Nuestra intención era liberar a nuestro pueblo tamil de las garras del LTTE. Proteger a los tamiles de este país es mi responsabilidad, mi deber”, dijo Rajapakse, hablando en lengua tamil, en el pasaje inicial de su discurso ante el parlamento el martes. “Todo el pueblo debería vivir en seguridad, sin temores ni suspicacias. Todos debemos vivir con igualdad de derechos”, agregó.
Pero muchos tamiles afirman que la inseguridad persiste y que el gobierno aún no ha hecho mucho para ganarse la confianza de esta comunidad. La discriminación y la incertidumbre continúan, según ellos. “Nosotros no somos los Tigres. Ni siquiera los apoyamos. Pero más que combatir al LTTE, el gobierno ha reprimido a tamiles comunes y corrientes. Aún vivimos en el temor”, dijo un académico residente en el septentrional poblado de Jaffna, otrora bastión insurgente, que solicitó mantener su identidad en reserva.
Las autoridades locales “pidieron” a la mayoría de los comercios de la ciudad que adornaran los escaparates con la bandera nacional. “Y los comerciantes accedieron, más por miedo que por otra cosa”, agregó. Ganeshan dijo que los tamiles necesitan garantías concretas de seguridad, y que se debe ordenar a las fuerzas armadas y a la policía que mantengan la ley y el orden. Atacar los problemas profundos debe ser la prioridad, agregó. “La insurgencia tamil se desató por esas cuestiones, que continúan sin solución tras la derrota de LTTE”, añadió.
Las fuerzas del gobierno aplastaron a los rebeldes en el norte y en el este, como colofón de casi dos años de intensa campaña. Los combates concluyeron el fin de semana con la liberación de varios civiles prisioneros y con el asesinato de Prabhakaran y varios de sus comandantes, incluido su hijo, Charles Anthony, a cargo de la fuerza aérea de LTTE. Miles de soldados, rebeldes y civiles murieron en la campaña de los tigres por la independencia o la autonomía del norte y del este de Sri Lanka, donde son mayoría los tamiles, que son 15% de los 20 millones de habitantes de este país.
Esta comunidad considera que ha sufrido medio siglo de discriminación en el empleo, la educación y otros servicios públicos controlados por funcionarios de la mayoría cingalesa. Varias rondas de negociaciones de paz concluyeron desde 1983 por discrepancias consideradas insalvables por los insurgentes. Casi un millón de tamiles se exiliaron desde 1983 para escapar de la violencia. Muchos de ellos apoyaron a los Tigres, incluso con dinero. Los emigrantes realizaron enormes movilizaciones en las últimas semanas, incluso frente al parlamento de Gran Bretaña y a la Casa Blanca en Washington. Otras se celebraron, con presencia de exiliados singaleses y tamiles, para protestar contra violaciones de derechos humanos cometidas por ambas partes en la última fase de la guerra civil. Varias embajadas sufrieron, de igual manera, ataques vandálicos.
Un cuarto de millón de civiles huyeron de los combates y continúan en campamentos de desplazados en la septentrional ciudad de Vavuniya. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, visitará los campamentos desde este viernes. La prioridad es atender a los desplazados, según el periodista Paikiasothy Saravanamuttu, director ejecutivo del no gubernamental Centro para Alternativas Políticas (CAP). Saravanamuttu consideró que se debe separar en los campamentos a los civiles de los insurgentes.
El gobierno prevé el retorno de 80% de los desplazados para fines de año, cuando esté completa la reconstrucción y rehabilitación de sus poblados.
“También es preciso avanzar rápidamente hacia un acuerdo político. No obstante, los tamiles querrán que se ponga fin a la inseguridad en la que están inmersos”, añadió el experto.