¿Podrán únicamente Rusia y Siria derrotar al EI?

Actualizado
  • 11/10/2015 02:00
Creado
  • 11/10/2015 02:00
El gobierno Obama anunció que suspenderá el programa de apoyo y entrenamiento a los rebeldes sirios que peleaban contra Bashar al-Assad

El gobierno Obama anunció que suspenderá el programa de apoyo y entrenamiento a los rebeldes sirios que peleaban contra Bashar al-Assad. Es una noticia trascendente por todo lo que este plan escondía. No olvidemos que durante años Occidente venía creyendo en los engaños oficiales que, desde Washington, empleaba el Departamento de Estado y la Casa Blanca para justificar lo que hacían en Oriente Medio. Finalmente, en agosto de 2014, el Pentágono admitíió que inició un programa de cooperación con rebeldes ‘moderados'. La burla global tenía un límite y la mascarada empezó a desmoronarse.

Washington no podía sostener cómo lograba diferenciar entre los ‘rebeldes moderados' de los terroristas islámicos. Estados Unidos nunca pudo convencer que no eran los países del Golfo y Arabia Saudita los que financiaban a los ‘moderados sirios' en su ciega batalla por derrocar a al-Assad. Hillary Clinton, luego de ser secretaria de Estado hizo pública su opinión de que discrepó con Obama la decisión de EE.UU. de apoyar a los Daesh, transformados en los extremistas del Estado Islámico. Eso fue mucho antes del inicio del programa de apoyo del Pentágono a los ‘moderados'.

Finalmente este viernes el Pentágono cambió de idea. Fue una colosal metedura de pata. Pero, ¿qué ha pasado luego de cuatro años de desestabilización encubierta contra Bashar al-Assad? Difícilmente alguien puede hacer un completo resumen. Son muchos los factores que explican el estado actual de la guerra en Siria.

Sin embargo, hay cosas que destacan: más de 200 mil muertos y tres millones de refugiados sirios que desborda a Europa y a la ONU. Contra el EI (en Siria, etcétera) queda aún una triste y fantasmagórica Coalición Internacional, liderada por EE.UU., sin objetivos. Además, Washington se hunde moralmente ante el mundo árabe, sea chií o sunita, tras el imperdonable ataque contra el Hospital de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Afganistán.

Simultáneamente el EI crece, avanza y sigue matando. Las explosiones en Ankara (Turquía) son una sangrienta muestra de su fortaleza.

Siria e Irak, si bien eran las más vulnerables ante el Califato que pretenden crear, también son las más resueltas a seguir luchando, junto a los kurdos, un pueblo valeroso repartido entre Siria, Irak y Turquía.

La decisión del Pentágono es una inequívoca señal del rol desestabilizador de los ‘rebeldes moderados' que cambiará en Damasco. No será mañana, pero si Rusia y Siria tienen éxito, será pronto.

Los rebeldes sirios fueron, desde antes de la guerra, un grupo amorfo que protestaba contra al-Asaad. Pero en esta ofensiva ni Putin ni al-Assad, van a crear una democracia. Menos aún con los terroristas del EIpisándole los talones.

¿Con quién se aliarán para combatir rebeldes en Siria y sin el apoyo del Pentágono? Nadie sabe. Sin embargo, los que podrían aproximarse a una solución para evitar que el EI se alimente de estas almas errantes del islamismo es el Ejército sirio.

La ofensiva rusa no va a ser rápida y, por lo pronto está circunscrita al territorio sirio. Las provincias como Homs y Palmira, bajo protección de la UNESCO y en manos del EI serán un objetivo militar muy simbólico para convencer a la comunidad internacional que realmente se combate contra el terrorismo y no contra Siria.

Moscú y Damasco tienen por delante una gigantesca tarea militar. La matanza atroz en Ankara es la cara sangrienta del enemigo que combaten con decisión Rusia y Siria. El apoyo de EE.UU. es obvio: por ahora, respalda la estrategia militar de Moscú en Siria y dejará al Kremlin hacer su parte, que consiste en lograr recuperar territorios bajo control del EI, evitar la partición del país, detener el avance terrorista en las fronteras vecinas, asegurar la base naval rusa al sur de Siria y fortalecer el Ejército sirio. Los cambios son evidentes. Los objetivos de EE.UU. y Rusia en Siria son diferentes, pero el enemigo es el mismo tras años de guerra.

EE.UU. creó el monstruo; otro tendrá que destruirlo. Mientras dure la esquelética alianza con Rusia, al-Assad ya no es el enemigo a batir. Eso pasa por alimentar con la mano del Pentágono al verdadero enemigo.

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