Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
Profundicemos la democracia con el uso de la tecnología: Volvamos la mirada al futuro
- 06/10/2023 00:00
- 06/10/2023 00:00
Cuando abordamos la tarea de repensar la democracia, debemos primeramente establecer que el estado natural de la democracia es el de permanente transformación; los ideales de la democracia hace 30 años no son los mismos que los ideales democráticos actualmente. La democracia es una construcción permanente y está (o debe estar) en permanente construcción.
Democracia no son solo las reglas del juego político electoral, es también la cultura, normas y procedimientos que determinan la forma como se organiza el poder dentro de una sociedad.
Entendemos poder por la capacidad de influir y orientar las decisiones dentro de la organización política que llamamos Estado, entonces parte de los fines de la democracia es justamente “democratizar” la toma de decisiones.
Democracia es un concepto en permanente transformación producto en parte de la evolución en la relación entre Estado y ciudadanía.
TH Marshall establece que la ciudadanía es un proceso histórico que evoluciona con el tiempo. Primeramente el Estado reconoció los derechos civiles, la llamada ciudadanía civil que garantiza la libertad, la igualdad ante la ley, la libertad de pensamiento, libertad de credo, etc; pasado un tiempo el Estado reconoció los derechos políticos o la ciudadanía política, dimensión de la ciudadanía que se relaciona con la participación en los procesos políticos, el derecho al sufragio y a postularse a cargos públicos; y en nuestros tiempos el Estado ha reconocido y empezado a desarrollar los llamados derechos sociales, económicos y culturales, que incluyen el derecho a una educación de calidad, a la salud, al acceso a la información pública, a la participación en la toma de decisiones, etc.
En la medida en que los Estados reconocen y garantizan los derechos sociales y los derechos humanos de cuarta generación, nuestra democracia se va consolidando.
Este proceso ocurre producto de la formación de conciencia de los ciudadanos por medio del ejercicio de sus derechos cuyo reconocimiento por parte del Estado es producto de largas luchas históricas.
En la actualidad, la lucha por la profundización de la democracia se da en terrenos diversos, uno de ellos es la innovación democrática.
La innovación democrática va de la mano con la adopción de perspectivas modernas que potencien las capacidades de las personas para participar de forma activa en la toma de decisiones.
De esto se trata la democracia, no de un evento electoral quinquenal, sino de la participación permanente de la ciudadanía en la toma de decisiones sobre los asuntos que le interesan o afectan directamente.
La innovación democrática hace uso de los recursos que la tecnología ha puesto a nuestra disposición. Se crea entonces un nuevo entorno al que llamamos “democracia digital”, que en un mundo cada vez más conectado se convierte en una alternativa lógica para llenar los vacíos pendientes.
La tecnología ha cambiado la forma como vivimos, nos comunicamos, pensamos, incluso la manera como nos relacionamos. No debe extrañarnos que tenga capacidad para transformar la democracia.
Desde que las redes sociales aparecieron, el mundo se hizo más pequeño y la comunicación en redes, otrora impensable, fue convirtiéndose en parte de nuestra nueva cotidianidad.
El uso de tecnologías para profundizar la democracia es parte del ejercicio de pensar el futuro con responsabilidad y asertividad en la búsqueda de colocar al ciudadano en la posición de ser considerado al momento de orientar las decisiones que se toman desde los gobiernos centrales, pero, sobre todo, o primeramente, desde los gobiernos locales.
Como parte de este nuevo entorno al que llamamos democracia digital surge, por ejemplo, una nueva categorización democrática a la cual llamamos “democracia líquida”, que permite a los ciudadanos tomar decisiones de forma directa.
Pensar en el futuro de la democracia significa buscar la forma en que las personas tengan acceso a definir de forma directa sus preferencias en temas específicos, básicamente en lo relacionado con sus comunidades.
Este enfoque innovador busca combinar la democracia representativa con la democracia directa, y sería una efectiva forma de transformar la relación entre gobiernos y comunidades, o entre Estado y ciudadanía.
Tomando en cuenta que los recursos económicos son escasos o limitados, este enfoque innovador de democracia y tecnología permite definir si la comunidad prefiere la construcción de un puente peatonal o priorizar la reparación del colegio de la comunidad, y todo esto tomando la opinión ciudadana y sus comentarios en una plataforma web.
La relación entre políticas públicas y democracia es fundamental, ya que las políticas públicas son una parte esencial del proceso democrático y tienen un impacto significativo en la calidad y el funcionamiento de la democracia.
El ciclo de políticas públicas es un modelo conceptual que describe las etapas por las que pasa una política pública desde la identificación del problema hasta su formulación, implementación y evaluación.
La tecnología puede generar cambios importantes en el mencionado ciclo, por ejemplo, la identificación del problema en el contexto de políticas públicas y la participación ciudadana a través de la tecnología pueden estar estrechamente relacionadas.
La evaluación de políticas públicas también puede ser potenciada por medio de la tecnología, con el fin de evaluar la equidad, la sostenibilidad, analizar el verdadero impacto y permitir a quienes se busca beneficiar con los programas de gobierno formar parte del proceso de evaluación.
La democracia digital es un concepto moderno que propone el uso de la tecnología para facilitar la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas, fomentar la transparencia y la rendición de cuentas, y mejorar la eficiencia y la eficacia de los procesos democráticos.
Es poner la tecnología a beneficio de las decisiones democráticas, transformando así la participación ciudadana en el nuevo milenio.
Pensar el futuro de la democracia requiere de un enfoque innovador y de adaptabilidad a las nuevas tecnologías; estancarnos en el presente no es una opción.