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- 23/10/2016 02:01
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A sus 85 años el último dirigente soviético, Mijaíl Gorbachov, apenas interviene en la vida política nacional, pero desde que Rusia y Estados Unidos decidieran rescatar del olvido la Guerra Fría, ‘Gorbi' ha decidido mediar entre ambas potencias.
‘Si hay una guerra, será la última', advirtió en declaraciones a la emisora de radio Eco de Moscú, ante la escalada de la retórica belicista entre el Kremlin y Occidente.
Gorbachov mantiene una tensa relación con el presidente ruso, Vladímir Putin (que le acusa a su vez de no haber defendido debidamente los intereses de la URSS), y ha criticado muchas veces al jefe del Kremlin por sus tendencias autoritarias.
Pero ha elogiado algunas de sus decisiones en política exterior, Crimea y Siria, y no ha ahorrado críticas contra Washington y la OTAN por desplegar armamento pesado en Europa del Este y adoptar una andanada de sanciones económicas contra Moscú. Aunque lo que ha colmado su paciencia ha sido la nueva fase de agresivo antagonismo entre Moscú y Washington, especialmente desde que Putin desplegara hace poco más de un año su aviación en Siria para defender al régimen de Bachar al Asad.
‘Considero que el mundo ha llegado a un punto peligroso (...), esto tiene que parar. Debemos reanudar el diálogo. Dejar de dialogar fue el mayor de los errores', dijo después de que EE.UU. suspendiera la cooperación con Rusia para el arreglo en Siria.
Pero esta vez no se limitó a las palabras, sino que descolgó el teléfono para conversar con el ex presidente estadounidense George Bush, para evitar que ambos países desentierren definitivamente el hacha de guerra.
Según explicó el antiguo líder soviético, Bush aceptó la propuesta de que ‘hay que hacer todo lo que depende de los políticos veteranos para ayudar a ambos países a salir de la difícil situación en la que se encuentran ahora sus relaciones'.
Gorbachov, galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1990, criticó a los dirigentes de ambos países por cerrar la puerta al diálogo, especialmente en materia de proliferación nuclear, no en vano el desarme estratégico es uno de sus principales legados.
UN CONFLICTO EN CIERNES
El resurgimiento de Rusia tiene en alerta al mundo occidental
Las lecciones de historia y el pacifismo de Gorbachov son vistas como un peligroso gesto de apaciguamiento.
Putin sabe que una nueva carrera armamentista será muy costosa para Rusia.
Precisamente, esta misma semana Rusia suspendió el tratado con EE.UU. de reconversión del plutonio militar en combustible nuclear para uso pacífico, como respuesta a las sanciones adoptadas por Washington.
Esto contrasta con el legado de Gorbachov, cuyas negociaciones con Estados Unidos permitieron reducir los arsenales nucleares y destruir más armamento convencional que el que fuera utilizado durante toda la Segunda Guerra Mundial, tras lo que el presupuesto militar en el mundo cayó en picado.
Recientemente, se cumplieron 30 años del histórico encuentro entre Gorbachov y el que fuera presidente de EE.UU. Ronald Reagan en Reikiavik, hito que sentó las bases del inicio del proceso de desarme y allanó el camino hacia el fin de la Guerra Fría.
No obstante, desde que Putin llegara al poder en 2000 Rusia ha multiplicado por 16 su presupuesto militar, independientemente de que la economía sufriera una crisis en 2009 y esté atravesando ahora una profunda recesión.
Gorbachov, que sacó a las tropas soviéticas de Afganistán, no comparte la militarización de la sociedad rusa y la permanente búsqueda de ‘enemigos del pueblo' entre aquellos que disienten de la línea oficial.
Considera que Rusia no está tan amenazada como para gastar tantos billones de rublos en fabricar aviones, submarinos nucleares y misiles intercontinentales, y abrir bases navales y aéreas en Siria. Aunque culpa a Washington de provocar el surgimiento de los peores instintos de Putin por clamar victoria en la Guerra Fría y a la OTAN de incumplir su promesa de no aceptar en su seno a países vecinos de Rusia, como los bálticos en 2004.
El problema es que, mientras en Occidente es una figura muy apreciada, en su país Gorbachov sigue siendo considerado por muchos un pusilánime e incluso un traidor por firmar el certificado de defunción de la URSS.