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- 15/10/2024 00:00
- 14/10/2024 20:24
Israel bombardeó este lunes por primera vez una zona de mayoría cristiana en el norte del Líbano, donde al menos 18 personas murieron en un mismo ataque, en una nueva jornada marcada por la violencia en diferentes puntos del país, donde la cifra de fallecidos ha superado los 2.300 en un año de hostilidades.
El bombardeo azotó un edificio residencial en la localidad de Aitou, ubicada al sureste de Trípoli -una de las ciudades consideradas más seguras del Líbano-, donde hasta siete ambulancias de la Cruz Roja Libanesa se trasladaron para evacuar a los 18 muertos y derivar a otros cuatro heridos a hospitales de la zona.
Hasta el momento las autoridades no han informado sobre las identidades de los fallecidos, si bien este es el primer ataque contra esta zona de mayoría cristiana del norte del Líbano, un país compuesto por 18 sectas que intentan convivir, pese a las grandes diferencias culturales y religiosas que existen entre ellas.
Y es que desde que Israel inició, a finales de septiembre, su campaña de bombardeos masiva, ha concentrado sus ataques principalmente contra zonas de mayoría chií en el sur y el este del Líbano, pero recientemente ha comenzado a azotar otras comunidades del país mediterráneo en el norte y también en la capital, Beirut.
Tras esta “nueva masacre”, tal y como los medios locales calificaron el ataque, el Ministerio de Salud Pública libanés anunció que los muertos ascienden ya a 2.309 desde el estallido de la violencia entre Israel y el grupo chií Hizbulá el 9 de octubre de 2023, un día después del inicio de la guerra en la franja de Gaza.
Sin embargo, según el recuento de medios locales libaneses, alrededor de 1.500 de las 2.309 muertes se han producido desde que Israel inició a finales de septiembre una campaña de bombardeos masiva concentrada principalmente en el sur y el este del Líbano, pero también en los suburbios sur de Beirut conocidos como el Dahye.
El Gobierno libanés considera “indiscriminados” estos ataques, que han provocado al mismo tiempo el desplazamiento de alrededor de 1,2 millones de personas en las últimas semanas, unas acusaciones que se han visto reforzadas después de que este mismo lunes un bombardeo impactara cerca de un convoy de ayuda humanitaria.
El proyectil impactó en unos comercios de venta de placas solares de la localidad de Al Ain, en la región oriental de Baalbek, y provocó heridas moderadas a uno de los conductores del convoy, que iba presidido por un vehículo de la Cruz Roja Libanesa en el que viajaba el gobernador de la provincia, Bachir Khodr.
En paralelo, Hizbulá reivindicó este lunes el lanzamiento de sendas andanadas de cohetes contra una base naval al noroeste de la localidad septentrional israelí de Haifa y contra un cuartel militar al este de la ciudad de Netanya, después de que la formación matara ayer a cuatro soldados israelíes en un ataque con drones.
“La resistencia islámica permanece presente y lista para defender nuestro país y nuestro pueblo firme y oprimido, y no dudará en cumplir con su deber de disuadir al enemigo”, indicó Hizbulá, que añadió que estos ataques fueron en respuesta a la muerte de su líder, Hasán Nasrala, asesinado por Israel en los suburbios de Beirut a finales de septiembre.
Al mismo tiempo, el grupo anunció que frustró varios intentos de “infiltración” y que se enfrentó a varias unidades de soldados de Israel a lo largo de la frontera en el sur del Líbano, donde las tropas israelíes iniciaron a principios de mes una invasión terrestre que se ha topado con una feroz resistencia de Hizbulá.