Sondeo: Lula favorito y Bolsonaro gana impulso para las elecciones

Actualizado
  • 25/03/2022 00:00
Creado
  • 25/03/2022 00:00
El nuevo sondeo de Datafolha muestra que el país sigue polarizado entre el líder ultraderechista y el izquierdista a menos de siete meses de las elecciones
Lula Da Silva fue elegido presidente de Brasil en 2003 y reelegido en 2007.

El expresidente brasileño Luiz Inácio 'Lula' da Silva vencería las elecciones presidenciales de octubre en Brasil con un 43% de los votos, pero se ha reducido levemente su ventaja frente al mandatario Jair Bolsonaro, cuya intención de voto subió al 26%, según una encuesta divulgada este jueves.

El sondeo realizado por el instituto Datafolha muestra una menor ventaja del antiguo dirigente sindical frente al líder ultraderechista respecto a la encuesta publicada el pasado diciembre, aunque ambas no son directamente comparables dado que hubo cambios en la lista de candidatos.

En la anterior encuesta, la intención de voto del líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) oscilaba entre un 47% y 48% dependiendo del escenario, mientras que la de Bolsonaro, quien aspira a la reelección, rondaba entre el 21% y 22%.

El nuevo sondeo de Datafolha, que escuchó a 2.556 electores entre el martes y el miércoles de esta semana en 181 ciudades del país y tiene dos puntos porcentuales de margen de error, muestra que el país sigue polarizado entre el líder ultraderechista y el izquierdista a menos de siete meses de las elecciones presidenciales.

También refleja que ninguno de los candidatos de centro, que intentan construir una tercera vía, tiene viabilidad.

Prácticamente igualados (entre el 8% y el 6%) se encuentran el exmagistrado Sergio Moro, quien mandó a prisión a Lula, fue ministro del actual gobierno y salió enemistado con el líder de la ultraderecha, y Ciro Gomes, dirigente del Partido Democrático Laborista (PDT) y que fue el tercero más votado en las presidenciales de 2018.

Por detrás se sitúa un pelotón de adversarios que no superan el 5% de intención de votos, entre ellos el gobernador de Sao Paulo, el mayor colegio electoral del país, Joao Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).

Lula, quien era el preferido en las encuestas para las presidenciales de 2018, no pudo disputar las pasadas elecciones debido a que había sido condenado en dos procesos por corrupción por jueces de segunda instancia y estaba en la cárcel.

El líder socialista quedó habilitado para disputar las presidenciales de este año después de que la Corte Suprema anulara las dos condenas que le habían sido impuestas, por considerar que el entonces juez Sergio Moro, responsable por los procesos y con foro en la ciudad de Curitiba, no tenía competencia para juzgar al exjefe de Estado y que los casos tenían que ser asumidos por un magistrado de Brasilia.

Posibles alianzas

El liberal Geraldo Alckmin se afilió este miércoles al Partido Socialista Brasileño (PSB) y se aproximó más al expresidente Lula, a quien puede llegar a acompañar en la fórmula para las elecciones de octubre próximo.

Lula, claro favorito para esos comicios, aún no ha confirmado su candidatura a la Presidencia, pero nadie lo niega y ya tiene el apoyo declarado del PSB y otras formaciones del arco progresista.

De hecho, al participar en el acto, el gobernador del estado de Pernambuco, Paulo Cámara, un importante referente del PSB, aseguró que esa formación “está unida en torno a la candidatura de Lula” y cuenta con Alckmin para construir un “nuevo proyecto democrático” para enfrentar a Bolsonaro.

De unidad de las fuerzas “democráticas y populares” también habló la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, quien representó a Lula en la ceremonia y subrayó la “importancia” del paso dado por Alckmin “para el futuro de Brasil”, en un claro guiño a su posible candidatura a la vicepresidencia.

A su turno, Alckmin no mencionó ese secreto a voces, pero celebró la decisión del PSB de apoyar a Lula y dijo que “es necesario tener humildad para entender que es quien mejor interpreta el sentimiento y la esperanza del pueblo brasileño” y “representa a la verdadera democracia”.

Alckmin tiene 69 años y cinco décadas en la política, en la que se volcó sobre todo al Partido de la Social Democracia (PSDB), que con el tiempo abandonó la centroizquierda en que nació en 1988, para acercarse a posturas más neoliberales y de centroderecha.

Fue candidato a la Presidencia en 2006, cuando perdió justamente ante Lula, y volvió a abanderar al PSDB en las elecciones de 2018, en las que quedó en cuarto lugar, con un 4,76% de los votos.

Aún así, mantiene una gran influencia en el estado de Sao Paulo, el mayor colegio electoral del país y del que fue gobernador entre 2001 y 2006 y luego entre 2011 y 2018.

Durante su vida política ha sido uno de los mayores adversarios de Lula, de quien se diferencia en su visión económica y también en su absoluta falta de carisma, que le ha valido el apodo de “helado de chuchú”, un insípido fruto tropical conocido en algunos países de América Latina como chayote.

En diciembre pasado renunció al PSDB, en medio de negociaciones con Lula que ya apuntaban a la posibilidad de que fuera su candidato a vicepresidente en octubre próximo, como una especie de “garantía” de moderación económica frente a los mercados financieros.

Ese deseo de Lula, sin embargo, encuentra resistencia en las alas del PT situadas más a la izquierda, que presionan por un candidato a vicepresidente más identificado con el progresismo y no olvidan que Alckmin apoyó en 2016 el proceso que llevó a la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff.

Fake news y elecciones

El Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil propuso ayer jueves a Telegram formar “una alianza” para combatir juntos la desinformación con vistas a las elecciones presidenciales, regionales y legislativas de octubre.

La corte, responsable de la organización de los comicios en el país, se reunió por primera vez con el representante en Brasil de Telegram, Alan Campos, después de que la Corte Suprema ordenara el viernes pasado el bloqueo cautelar de la plataforma por negarse a “colaborar con la justicia”.

El servicio, sin embargo, nunca llegó a ser interrumpido porque Telegram cumplió con una serie de “determinaciones judiciales”, como la retirada de noticias falsas publicadas por Bolsonaro, y el domingo el juez encargado del caso anuló la suspensión.

Telegram se ha convertido en la herramienta de comunicación predilecta del mandatario y de los grupos de ultraderecha que le apoyan, que vieron como muchos de sus contenidos eran vetados por otras redes sociales por engañosos u ofensivos.

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