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- 25/05/2012 02:00
- 25/05/2012 02:00
ARGENTINA. Las alarmas están encendidas, y así el supuesto plan para atentar contra el expresidente Álvaro Uribe en el teatro Gran Rex de Buenos Aires haya derivado en el hallazgo de un artefacto de bajo poder, las autoridades argentinas han exteriorizado su preocupación sobre lo que algunos medios de comunicación han denominado ‘la colombianización del país’.
En otras palabras, el incremento de hechos que demuestran coletazos de la guerrilla, el paramilitarismo o el narcotráfico en Argentina.
Si bien es cierto que, gracias a su abierta política migratoria, Argentina ha sido en la última década un generoso receptor de colombianos, en especial estudiantes —incluso hoy se calcula que más de 40.000 nacionales viven en este país haciendo estudios de posgrado o negocios legítimos—, también empieza a ser evidente que están llegando algunos a delinquir. Una sola cifra oficial basta para corroborar esta última sospecha: en lo que corrido del año, 130 colombianos han sido detenidos en Buenos Aires por conductas delictivas.
En principio se han detectado delincuentes dedicados al robo de apartamentos en Buenos Aires u otras ciudades del interior, un dilema que de alguna manera ya enfrentan las autoridades de policía.
Sin embargo, la preocupación mayor, que ya ha sido motivo de reuniones entre el Ministerio de Seguridad y la Embajada de Colombia en la capital argentina, es la presencia del narcotráfico colombiano. No sólo trasladando sus ajustes de cuentas y conexiones con el paramilitarismo, sino también aumentando las redes de lavado de activos.
La primera señal se produjo el 29 de julio de 2008, cuando en el estacionamiento subterráneo del Unicenter Mall, ubicado en el sector de Martínez, al norte de la provincia de Buenos Aires, fueron asesinados a tiros por un sicario motorizado los colombianos Héctor Édilson Duque Ceballos y Alexánder Quintero Gardner.
El primero de ellos, conocido como Monoteto, fue socio del extraditado jefe paramilitar Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, y además estaba registrado en los anales delictivos como miembro del grupo ‘Cordillera’. Semanas antes del doble asesinato, la policía había encontrado los cadáveres descuartizados de dos colombianos y por la misma época trascendió que uno de los hombres más buscados en Colombia, Carlos Mario Aguilar, más conocido con el alias de Rogelio, se había entregado a la DEA en Buenos Aires. Desde entonces, para las autoridades colombianas fue claro que el narcotráfico había encontrado en Argentina una especie de retaguardia para ponerse a salvo de la guerra entre los distintos carteles