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Los paisanos de Azuero
- 06/09/2023 00:00
- 06/09/2023 00:00
Sin saber qué les esperaba, pero buscando nuevas oportunidades y mejores días, según datos históricos, en 1852 llegaron nuestros primeros 300 ascendientes chinos a Panamá, en su mayoría de la provincia de Guangdong, para unirse a la fuerza laboral en la construcción del ferrocarril junto a obreros europeos, afrocaribeños y estadounidenses. En tres desembarques hasta 1854, fueron, según cifras recabadas por los contratistas estadounidenses, 1.262 chinos los que formaron parte de esa fuerza laboral, pero 567 fallecieron durante la travesía o víctimas de enfermedades. Ese sacrificio truncó los sueños y esperanzas de esas familias.
Al finalizar la fiebre del oro en California, la presencia china en Panamá aumentó a unos 3.000, y muchos fueron los primeros en la capital panameña en establecer la formalidad del comercio minorista y se convirtieron en los principales abastecedores de víveres en áreas urbanas y en las afueras de la periferia citadina, y ya como una “comunidad china” en 1897, se realizó el primer gran aporte a la sociedad panameña: Recolectaron fondos para equipar el Cuerpo de Bomberos, y una de las bombas para extinguir incendios que se logró adquirir con esos aportes fue nombrada como “China” a la compañía 2 cuando se constituyó oficialmente el Cuerpo de Bomberos, en honor a ese valioso aporte de los comerciantes chinos en Panamá.
Con el tiempo, los comercios al detal y al por mayor de la comunidad china, en su gran mayoría ubicados en el área de la avenida B, establecieron las primeras conexiones comerciales de los centros urbanos con los pueblos del interior del país, y levantaron puestos de venta en las cabeceras de provincia, alquilando locales en Colón, Bocas del Toro, Penonomé y Aguadulce en Coclé, Santiago en Veraguas y Chitré en Azuero que era el nombre de la provincia; les siguieron David en Chiriquí y La Villa en Los Santos y las ganancias se reinvertían adquiriendo sus propios negocios y los mayoristas panameños no dudaban en darles crédito, ya que sus deudas las pagaban a tiempo.
Como miembro activo de la comunidad china, pretendo con este resumen histórico que conozcan nuestros inicios en Panamá y ya son 170 años de nuestra presencia y 9 generaciones con sus legados. Hoy, el 10% de la población panameña es de origen chino o tiene ascendencia china y desde entonces hemos establecido la cultura del trabajo, siendo los comercios chinos los primeros históricamente en atender al público los días domingo.
En la península de Azuero son más de 400 nuestros negocios como “chino-panameños”, aportando a la economía y brindando más de 1.600 empleos a herreranos y santeños. Todo el sacrificio de nuestra comunidad nos ha permitido superarnos, integrarnos a la sociedad que nos recibe, respetando su cultura y preservando la nuestra, en una armonía de costumbres y tradiciones. Como asociación junto a clubes cívicos y autoridades locales logramos dar efectivas respuestas a los más vulnerables durante la crisis de la pandemia en una ejemplar demostración de hermandad y solidaridad, al igual que demostramos la fusión cultural chino-panameña en los dos últimos años, cuando en las cabeceras de provincia y en la capital se disfrutó del Festival de La Primavera, celebrando el Año Nuevo Chino con presentaciones artísticas de la cultura popular y la folclórica de ambas naciones.
Ya el delicioso mafá, el arroz frito, el chowmein y la sopa de wantón son tan panameños como el sancocho y el tamal. En el vocabulario cotidiano panameño se pronuncian palabras provenientes del lenguaje popular chino como: fiao, chenchen, ñapa, chamba, alelao, entre otras. La ciudad de Chitre tuvo a finales de la década de 1970 un alcalde de origen chino, Julio Ernesto “Papi” Chen.
Las tiendas y abarroterías son parte del paisaje y del normal movimiento comercial no solo de Azuero, sino de todo Panamá, y no para desplazar ni apartar, es para crecer y buscar mejores días, para educar a nuestros hijos e hijas panameños, respetando las leyes panameñas, cumpliendo nuestras obligaciones tributarias para continuar con los negocios y seguir invirtiendo en Panamá siendo herreranos, santeños, chiricanos, veragüenses, coclesanos, todos panameños.
Es un verdadero honor vivir en Panamá, aprendiendo de sus costumbres y haciéndolas nuestras sin olvidar nuestros orígenes. Hay muchas razones que hacen de Azuero un lugar especial: La amabilidad de su gente, su hospitalidad, el hacernos sentir parte del pueblo; ahora entendemos la frase del tamborito de Karen Peralta: ...santeño quisiera ser, aquel que no nació santeño...; y el pensamiento de Elías Benzadón: “No hay que nacer en Chitré para querer a Chitré y sentirse chitreano”, en la tierra donde “nadie es forastero”.
Somos la comunidad china en Azuero y cada día nos sentimos más herreranos, más santeños y más panameños.