Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 12/06/2010 02:00
- 12/06/2010 02:00
El abuso de poder es la forma más perversa de la cobardía. En el caso venezolano no tiene límites. Un ejemplo, la declaración del Presidente en uno de sus programas dominicales. Hubiera querido evitarlo, pero por razones de dignidad y apego al estado de derecho estoy obligado a hacerlo.
El señor Hugo Chávez, entre otras cosas, una vez más solicito ‘a la Fiscalía y al Poder Judicial actuar de forma contundente’ en mi contra, agregando que mis opiniones no se pueden admitir. Es más, llegó a decir que ‘en la cárcel puede seguir opinando’ y hasta que él (Chávez), ‘no tiene reemplazo’, además de otras ofensas personales.
Venezuela sabe que desde inicios de marzo, a petición pública de Chávez y de dos diputados chavistas, el ministerio público abrió una averiguación en mi contra, solicitó del poder judicial mi detención y la obtuvo. Fui detenido por la policía política, recluido en el Helicoide, sede del SEBIN (servicio de inteligencia), durante 52 días y he atendido todas las actuaciones procesales solicitadas, respondiendo a las acusaciones formuladas.
El Juez 25 de Control, Dr. Rafael Osío, ordenó recientemente mi libertad, decretando tres medidas restrictivas de la misma. Prohibición de salida del país, prohibición de declarar sobre el juicio y régimen de presentación quincenal ante el Tribunal. En la Audiencia Preliminar, celebrada el viernes 28 de mayo, suspendió el régimen de presentación y la prohibición de declarar. El caso va a juicio pleno, de conformidad con los procedimientos existentes.
Todo esto lo sabe el Presidente. ¿Por qué a estas alturas interfiere perversamente la acción de los organismos procesales? ¿Por qué quiere verme preso y mudo? ¿A qué le teme? El sabe que los lapsos probatorios están comprendidos en el juicio, tanto para el Ministerio Público como para la defensa.
El país es testigo de mi intervención en el programa Aló Ciudadano del pasado 8 de marzo, conoce del Auto de Procedimiento dictado por el Juez Eloy Velazco de la Audiencia Nacional de España y también de los dictámenes de organismos y personalidades públicas y privadas con relación a temas tan delicados como el terrorismo, el narcotráfico y violaciones a los derechos humanos. Yo no tengo nada que probar con relación a esto. Mi posición es conocida y mis alegatos y elementos de convicción están a la orden en el respectivo expediente. Serán ampliados en juicio. Quien sí tiene muchas cosas que explicar a la opinión pública internacional que lo tiene bajo rigurosa observación y seguimiento, y a la nacional, víctima de sus disparatados errores y omisiones, es Hugo Chávez, en mala hora presidente de la República.
En su delirio llegó a decir que yo era un ‘cadáver ambulante’. No me ofende el señor Chávez. Como diría un maracucho, apelando al romancero español, ‘¡los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud’! Me preocupa que pueda estar girando instrucciones al respecto, así sea en medio de la irresponsabilidad natural de su incontinencia verbal.
Finalmente, Chávez es perfectamente reemplazable. El ejercicio presidencial ha sido penoso y dañino para el país. Actúa al margen y en contra de los deberes y obligaciones que la Constitución le tiene expresamente señalados. Invito a los venezolanos a repasar esta parte de la Carta Magna y los caminos a seguir para corregir el rumbo.
Yo no soy un candidatomaníaco, ni estoy obsesionado por el poder como usted. No creo tener el tumbao de los candidatos, pero tampoco el de los guapos al caminar, como ‘Pedro Navaja’. Pídale al Dios de los cristianos, o a los de su preferencia, que no me corresponda a mí ser candidato para enfrentarlo y derrotarlo. De usted y su fanfarronería no quedaría ni siquiera ‘polvo cósmico’. Cuentas muy graves tendrá usted que responder ante la justicia nacional, la internacional y ante la justicia divina. Usted ha pasado a ser el gran deudor de la historia.