La emigración cubana entre Panamá y Costa Rica

Actualizado
  • 06/05/2016 02:00
Creado
  • 06/05/2016 02:00
La emigración cubana complica de nuevo a los gobiernos de Panamá y Costa Rica, a pesar de los esfuerzos de ambos

La emigración cubana complica de nuevo a los gobiernos de Panamá y Costa Rica, a pesar de los esfuerzos de ambos, en colaboración con México y El Salvador, para solucionar el problema, y el cambio de política migratoria de Ecuador hacia Cuba.

Otra vez hay una alta concentración de cubanos en Panamá que está obligando al gobierno de ese país a erogaciones no planeadas para atender a los más de tres mil 700 cubanos que no han logrado pasar a Costa Rica o han sido devueltos al istmo por ser su último lugar de procedencia.

No es justo que esos hechos se repitan luego de haber superado la crisis de finales de año cuando una masa superior a las ocho mil personas concentradas en ambos países fueron enviadas a Estados Unidos mediante una costosa operación a través de El Salvador y México para que de allí saltaran a Estados Unidos, destino final de un agónico periplo desde Ecuador.

Costa Rica anunció que presentará el caso a la Organización de Estados Americanos (OEA) y que le insistirá al gobierno de Estados Unidos que adopte medidas sobre la legislación que facilita los flujos migratorios de cubanos. También ha advertido que cerrará sus fronteras a los de la isla.

No es que la OEA pueda o quiera resolver el problema, que no es su vocación ni es de su competencia, sino que es un ámbito en el que Costa Rica considera se puede posicionar el tema a fin de sentar el criterio, o más bien el principio, de que la migración de este tipo no es responsabilidad de uno o dos países, sino un asunto multilateral.

Como el asunto implica a varios países, se puede aceptar el término multilateral, pero en buena lid, el caso específico cubano es unilateral y corresponde exclusivamente al gobierno de Estados Unidos darle una solución, pues es el creador del éxodo con su Ley de Ajuste Cubano, su política de Pies Secos, Pies Mojados que abre de par en par las puertas de la Unión a quien llegue por tierra, y el programa Parole para estimular la deserción de médicos, otros profesionales y deportistas de alto rendimiento.

Como se trata netamente de una emigración económica, hasta las propias organizaciones contrarrevolucionarias en Miami están exigiéndole al gobierno del presidente Barak Obama que le ponga punto final a esos privilegios para los cubanos, entre otras cosas porque no les son políticamente útiles y representan un peligro para sus mermados controles sobre la colonia de residentes en Miami.

Por razones muy ajenas a estas, el gobierno de Cuba insiste en que si realmente hay una voluntad de la Casa Blanca en avanzar en la normalización total de la relaciones, debe suspender el bloqueo económico, comercial y financiero que aplica hace más de medio siglo a la isla, el factor que más incide en la emigración irregular y aventurera actual que tanto está afectando a Panamá, Costa Rica y otros países.

Pero el propio Obama, y en particular su secretario de Estado, John Kerry, insisten en que no harán cambios en esa política hacia Cuba que impliquen la eliminación inmediata de la Ley de Ajuste y sus arbitrarias medidas colaterales, algo contraproducente con el proceso de normalización de las relaciones bilaterales.

Admitiendo en un hipotético caso que Obama tenga realmente suficientes motivos para no eliminar esa política aun cuando de corazón desee parar la emigración irregular de cubanos hacia Estados Unidos y liberar a Centroamérica de esa pesadilla, él tiene en sus manos resortes básicos importantes para liquidarla e impedir que se salga de los carriles de los acuerdos migratorios con Cuba suscritos desde finales del siglo pasado.

La vigencia de ese mecanismo es caldo de cultivo para fomentar un potencial nuevo Mariel entre aquellos que no tienen paciencia para esperar un despegue económico cubano a pesar de que todo hace indicar que está a las puertas.

Para eliminar de raíz la emigración desordenada, basta con que Obama suspenda el bloqueo o, en su defecto, lo deje en el hueso usando sus prerrogativas ejecutivas, y permita que las fuerzas productivas de Cuba se desarrollen sin cortapisas. Mientras el bloqueo persista, puede eliminar ese ajuste y aplicar con el máximo rigor los acuerdos migratorios entre los dos países.

Lamentablemente, las últimas medidas antibloqueo decretadas por Obama están dirigidas exclusivamente a un sector privado sin peso específico en la economía nacional, y a crear las bases para una erosión política e ideológica desde dentro, como parte de la retórica anticubana y contra la Revolución que sigue primando en el lenguaje oficial e incluso en las conversaciones para un restablecimiento total de las relaciones que marcha de manera muy lenta e incierta.

ANALISTA

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