Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 27/06/2024 00:00
- 26/06/2024 11:28
Escribo esta columna a sabiendas de dos cosas. La primera, si bien el emprendimiento es el tema central de esta edición, no me gusta escribir sobre ello. Soy consciente de lo llamativa que es la cultura del ‘girl boss’ y tiene un público amplio, pero no soy experta en esto. Por otro lado, y lo segundo, es que a esta ser la columna de junio, me encuentro en el deber moral de hablar de la diversidad sexual, ya que este es el mes del Orgullo LGBTIQ+, y no encuentro mejor forma que hablarles de algunas de mis autoras lesbofeministas favoritas.
Empecemos con Audre Lorde (1934-1992), quien además fue activista por los derechos civiles en Estados Unidos, y nos brindó una de las frases anticoloniales más celebres: “Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo”. Aquí, Lorde explica cómo quienes han sido históricamente oprimidos, jamás tendrán una victoria plena si usan las mismas estrategias, espacios y reglas del jugo que los opresores, ya que ellos han construido el mundo cuidadosamente a su beneficio. Tal vez haya victorias pasajeras, pero la emancipación no se logra desde entretener al amo, se logra desde el enfrentamiento y el cuestionamiento radical del orden creado.
Lorde, como poeta, también nos ha legado uno de los poemas más hermosos y conmovedores que existen, “Letanía por la supervivencia”: “y cuando hablamos / tememos que nuestras palabras / no sean escuchadas / ni bienvenidas, / pero cuando callamos / seguimos teniendo miedo. / Por eso, es mejor hablar / recordando que / no se esperaba que sobreviviéramos”. En este fragmento, Lorde nos hace un llamado a hablar a la vez que recordamos nuestro linaje, porque para que llegásemos vivas al día de hoy, necesitamos ser consciente que hubo mucha resistencia y coraje.
Otra autora fabulosa es June Jordan (1936-2002). Bisexual, activista y poeta jamaiquina-estadounidense, levanta su obra alrededor del cuestionamiento de privilegios, interceptando raza, clase y género como fundamentales para entender las desigualdades sociales. Además, como educadora cuestionó no solo el racismo y clasismo en los currículos académicos por fundamentar el pensamiento universal sobre exclusivamente autores blancos, también habló que la educación por sí sola no era suficiente para cambiar las desigualdades. Se necesitaba (y aún se necesita) más que eso para desmontar las desigualdades enraizadas en la sociedad.
En “Poema sobre mis derechos”, Jordan hace un recorrido por diferentes países Africanos y del mundo para describir las opresiones. Habla desde lo que significa para la sociedad su cuerpo al nombrarlo como equivocado, hasta materializar acontecimientos de aquella época, incluyendo una sentencia en Francia en donde “[...] dicen que si el tipo te penetra / pero no eyacula entonces él no me violó”. Vemos cómo la poesía es un vehículo de denuncia en donde Jordan recoge en sí miles de historias de desposesión. Al final ella proclama: “Mi nombre es mío mío mío”, reivindicándose.
Pudiese pasarme horas hablando de más autoras como Ochy Curiel y Yuderkys Espinoza de República Dominicana, figuras del feminismo decolonial latinoamericano que abogan por la creación de conocimientos desde fuera de la academia, cuestionando justamente parte de esas herramientas del amo. O el caso de Monique Wittig, quien fue pionera en teorizar sobre la heterosexualidad como un régimen político para organizar el mundo. O de mujeres chicanas como Gloria Anzaldúa, que profundiza sobre el mestizaje como otra frontera, y Cherríe Moraga, que junto con Gloria hablan de las fricciones internas del movimiento feminista en su época.
Este mes del orgullo LGBTIQ+, les invito a sumergirse en la obra de estas autoras, ya que su visión del mundo no solo es necesaria, también nos complementa como humanas.