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- 30/05/2024 00:00
- 29/05/2024 16:47
Amante del séptimo arte y entendida de los retos que enfrenta esta industria en Latinoamérica, específicamente en su natal México, la directora del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), Estrella Araiza, conversó en exclusiva con MIA sobre su rol, durante los últimos cinco años en uno de los encuentros de cine más notorios del continente. Ha destacado en la industria cinematográfica mexicana no solo como directora general, sino también como jurado, académica, distribuidora y empresaria. Con una profunda pasión por el cine y aún más el cine que nace en México Araiza compartió sus planes para un festival más incluyente y los desafíos que surgen día a día, pero que no le impiden sentarse y disfrutar de alguna de sus películas favoritas al final del día.
Cuando estaba en la universidad quería ser cantante y estudié música. Después me desilusioné y regresé para estudiar comunicación y durante ese tiempo un grupo de amigos me introdujo al cine. Empezamos a ver películas fuera de la cartelera, asistimos a festivales y me encantó. Supe que quería ser parte del cine, pero no sabía en qué área, así que hice voluntariado en el FICG y descubrí la distribución, la promoción y la producción. Decidí que el cine era lo mío, pese a que ser la directora del festival no era mi sueño, porque no sabía que podía ser una opción de carrera (risas).
El mayor reto fue la pandemia, especialmente en la gestión cultural. Logramos sortear dificultades financieras y mantener al equipo sin reducir sueldos ni despidos, lo cual fue un orgullo para mí y motivo de felicidad. También le dimos más importancia al equipo de programación que se dedica a ver las películas que escogemos para la cartelera. Además, ser la mujer más joven en dirigir el festival trajo desafíos de validación y aceptación.
El fallecimiento del creador del festival [Raúl Padilla López] también ha ido un cambio impactante para todos, y hemos ido aprendiendo a lidiar con ello pese a las complicaciones.
Episodio 0 es un programa que empezamos a desarrollar antes de la pandemia, pero tomó forma y fuerza el año pasado cuando lo acompañamos con un ‘showcase’ de series escogidas. Esto mostró la importancia del cine también a través de la creación de series, reconociendo que el séptimo arte también está en las series de calidad.
Es una lucha (risas). El proceso de selección es complejo y se enfrenta a la limitación de espacio, además que somos 40 personas las que ayudamos en la escogencia. La producción total de un año en cine en México es de 250 películas y solo tenemos 10 cupos — 5 para ficción y 5 para documentales —, por lo que hay muchas películas excelentes que se quedan fuera por la reducción de la programación. Es una lucha interna y un proceso difícil cada año para llevar las mejores películas a la audiencia.
Valoramos la presencialidad y la experiencia única que ofrece el festival, que hace que las personas salgan de sus casas y disfruten del cine en otros espacios. Creo que la virtualidad es una gran herramienta, específicamente para personas con discapacidad que realmente tienen problemas de movilidad, y estamos trabajando en programas para ser más accesibles en diferentes municipios y en la extensión del festival en Puerto Vallarta. Aunque hemos explorado la virtualidad, seguimos apostando por la experiencia física y buscamos llevar el festival a otras regiones para ampliar su alcance.
A todos nos gusta decir que el cine es un reflejo de quienes somos, pero en México eso no es cierto. El cine mexicano actual expone una visión centralista en la distribución de recursos y oportunidades, lo cual limita su diversidad temática.