La Ciudad de Saber conmemoró su vigésimo quinto aniversario de fundación con una siembra de banderas en el área de Clayton.
- 14/02/2024 16:44
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Ingresar a la academia de baile flamenco, Sacromonte traslada a un mundo de danza, color y música. El resonar de las palmas al compás del ritmo y el zapateo contra el suelo ‘tablao’ preparan al espectador a disfrutar de una función llena de energía y cante.
María Laura Ceballos es flamenco puro. Comenzó a bailar desde los tres años en su tierra natal Barquisimeto, Venezuela, como una clase extracurricular. En el presente se dedica a impulsar la expresión artística en Panamá desde su nuevo estudio de baile.
“Creo que aprendí a bailar flamenco antes de saber correr”, bromeó en una entrevista con MÍA. “Desde pequeña nació un amor eterno por la danza la cual me ha acompañado toda la vida”.
En su academia, la joven de 25 años imparte clases sin importar la edad. “El flamenco es muy amigable y cualquiera puede iniciar sin conocimiento previo y sin importar la edad”, dijo. Ceballos brinda clases a niñas y mujeres a partir de los 3 años en adelante.
El género que nació de la mezcla de diferentes culturas comienza con clases para principiantes y de ahí, las alumnas avanzan en los distintos niveles. “Esta danza se aprende por años y tiene diferentes estilos que probar a lo largo del proceso. Si bien tiene una categoria principiante, siempre se aprenden movimientos y técnicas nuevas que parecen no terminar”, informó Ceballos.
Sin importar la edad en la que se comience a aprender flamenco, el género posee diferentes beneficios.
“Existen muchas ventajas para quienes desean iniciar con el flamenco como clase extracurricular. Desde la coordinación, conocer las direcciones y tener memoria para ejecutar y recordar los pasos al ritmo de la música”, mencionó la bailadora. “Te enseña sobre postura, movimiento de manos y pies, compás y mucho más”, explicó.
La bailadora explicó que el mayor reto al que se enfrentó al momento de emprender fue “lanzarse al agua con miedo a hundirse”.
“Cuando emprendes, nadie te entrega un manual. Debes lanzarte al vacío y comenzar a nadar”, expresó. “Me exigía que todo debía ser ‘perfecto’ antes de abrir las puertas de mi estudio y eso nunca me hubiese permitido comenzar las clases”.