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- 21/01/2022 00:00
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El 23 de octubre de 1936 el gobierno nazi de Alemania y el régimen fascista de Italia firmaron un acuerdo de cooperación que dio origen a lo que Benito Mussolini bautizó como el “eje Roma-Berlín”.
Entre los puntos más destacados del protocolo de nueve cláusulas está el reconocimiento de la legítima conquista italiana de Etiopía, y la reconquista alemana de las colonias perdidas durante la Primera Guerra Mundial. Un mes después, el 25 de noviembre de 1936, el gabinete de Adolf Hitler firmó junto a los emisarios del imperio de Japón el 'Pacto Antikomintern', una alianza anti-comunista que justificó la invasión japonesa de la región china de Manchuria.
El reconocimiento y aval entre Alemania, Italia y Japón de sus ambiciones expansionistas formó lo que se conoce como la alianza militar de las “Potencias del Eje” o en inglés “Axis Powers”. Las intenciones de esta alianza fueron claras: que el sistema mundial de naciones girara alrededor del eje de poder de Roma-Berlín y Tokio. Ideológicamente el régimen fascista de Benito Mussolini, el gobierno nacionalsocialista de Adolf Hitler, y la visión mundial del imperio de Japón tenían poco en común. La alianza militar simplemente resumió que sus ambiciones de expansión territorial estaban justificadas en nombre de la defensa de la civilización en contra de la amenaza del comunismo y la hegemonía de las plutocracias occidentales.
El éxito inicial de las Potencias del Eje vio para 1942 la conquista de casi toda Europa, el norte de África, y el este asiático. A través de nuevas tecnologías militares y discursivas, la Alemania de Adolf Hitler lideró una coalición que a falta de una oposición titánica, como fue la resistencia de las Potencias Aliadas, hubiese conquistado al mundo y subyugado a todas sus poblaciones al régimen del autoritarismo. Hoy el mundo está nuevamente presenciando cómo una potencia autoritaria está formando alianzas militares con regímenes con confesas ambiciones de expansión territorial. Nuevas tecnologías militares y de la información amenazan la libertad de miles de millones de personas y se está consolidando un nuevo eje mundial autoritario. A falta de una titánica resistencia, entraremos en una “Edad Oscura” sin la brillantez del la libertad.
El Partido Comunista chino, liderado por Xi Jinping, está formando un nuevo eje mundial de poder. Las alianzas estratégicas entre Pekín-Moscú y países como Irán dan un tácito reconocimiento a las ambiciones territoriales y de poder de regímenes autoritarios. En noviembre de 2021, China y Rusia firmaron un acuerdo para estrechar la cooperación militar.
Desde entonces, las fuerzas armadas de ambos países han realizado patrullajes terrestres, navales y aéreos conjuntos. El 15 de diciembre de 2021, durante una reunión virtual entre jefes de Estado, Xi destacó “que ciertas fuerzas en el mundo están tratando de entrometerse en los asuntos internos de China y Rusia bajo el pretexto de la democracia y los derechos humanos...
China y Rusia deben intensificar la coordinación y la colaboración en asuntos internacionales y expresarse más sobre la gobernanza global...
“Si un país es democrático o no y cómo realiza mejor la democracia solo puede dejarse a su propio pueblo para que decida”. Xi además enfatizó que la relación entre Pekín y Moscú esté en su mejor momento y con el nivel de mayor confianza en la historia. Tanta es la coordinación entre el Kremlin y el Partido Comunista de China, que el mismo presidente Putin señaló esta semana que consultará e informará al presidente Xi personalmente, durante su visita a Pekín el próximo 4 de febrero, sobre las negociaciones que llevó a cabo Rusia con la OTAN de cara a la crisis en Ucrania. Este viernes 21 de enero al norte del océano Indico, China, Rusia e Irán llevaron a cabo su tercer ejercicio de guerra conjunto.
El nuevo gobierno iraní de Ebrahim Raisi, al igual que Mussolini en su momento, está en busca de aliados para mantener el poder ante las presiones de occidente. El 14 de enero el ministro de relaciones exteriores de Irán viajó a China, y este jueves 20 de enero el presidente Raisi viajó a Moscú. En Venezuela, la contratista militar más grande de China, la China National Electronics Import & Export Corporation (CEIEC) ha estado equipando al régimen de Maduro desde que sucedió al poder en 2013. En 2020, la Tesorería de EE.UU. demostró como la CEIEC ayudó al régimen venezolano a restringir el servicio de internet y realizar vigilancia digital y operaciones cibernéticas contra opositores políticos.
En las últimas dos década China firmó 49 contratos de ventas de armas con el régimen de Caracas, entre ellos la compra de vehículos acorazados antidisturbios para someter a la población y misiles antiaéreos que ahora equipan la mayoría de los buques de guerra liderados por Maduro. China logró en menos de una década posicionarse como actor clave en cada conflicto internacional.
Su rol consistentemente es el de defensor o aliado de regímenes autoritarios. Desde Corea del Norte hasta Cuba.
A nivel tecnológico el Partido Comunista de China se perfila para ser líder mundial. Actualmente China ya produce 7 veces más graduandos en materias Stem (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) que EE.UU. Y 4 de las 10 mejores universidades para ingeniería a nivel mundial ya están en China. El resultado de generar más profesionales en materias Stem es evidente. En 2019, por ejemplo, China aplicó para registrar 1.4 millones de patentes según la World Intelectual Property Organization de la ONU. La cifra representó un 43% de las aplicaciones a nivel global y dos veces más que las aplicaciones de patente de EE.UU.
El carácter autoritario del régimen de Pekín tradujeron los logros en innovación directamente al aparato militar y de control social. En 2021 China lanzó el primer módulo de su nueva estación espacial y exitosamente aterrizó un vehículo motorizado en la luna. El programa espacial de China es de carácter militar, razón por la cual no se le permitía participación en la Estación Espacial Internacional. En diciembre de 2021 el Partido Comunista chino anunció el exitoso desarrollo de misiles hipersónicos (capacidad que EE.UU. aún no posee). Y se estima que para 2030 China logrará cuadruplicar sus capacidades nucleares ofensivas.
La campaña anti-monopolio, anti-corrupción y de seguridad informática y que libró Xi Jinping contra las grandes compañías tecnológicas en 2021, dejó claro que en China el capitalismo y la innovación están al servicio del Estado y no del mercado. Xi lideró en 2021 acciones que resultaron en $1.5 trillones en pérdidas para corporaciones chinas, pero aumentaron el control del Estado sobre las nuevas tecnologías de la información.
El control social autoritario está institucionalizado detrás de la gran muralla china y está siendo exportado a sus aliados.
La analogía entre las “Potencias del Eje” de la Segunda Guerra Mundial y China debe ser analizada por los hechos y no el inherente juicio moral adscrito a la sugerencia. Nuevamente tres regímenes autoritarios con ambiciones de expansión territorial se aliaron a pesar de claras diferencias ideológicas. El consenso entre Irán, Rusia y China se encuentra en su oposición a las democracias de occidente. El carácter autoritario del régimen de Pekín ha demostrado que no tiene un apego a la Declaración Universal de Derechos Humanos. El caso más reciente de abusos es el genocidio de los uigur (minoría étnica en el noroeste de China). El Partido Comunista de China manipula el derecho internacional y no tiene respeto por el estado de derecho.
La pandemia de la covid-19 es ejemplo de los peligros del autoritarismo; al ocultar la información sobre el virus, el mundo ahora sufre su tercer año en pandemia. Y finalmente, es un hecho notorio y público que China tiene las intenciones de conquistar Taiwán y lograr el estatus de hegemonía mundial. China ya tiene un mayor control económico de América Latina, África, el Medio Oriente y Asia central que cualquier otra potencia mundial. Y es una realidad también que China utiliza su poderío económico para premiar a países que apacigüen las ambiciones expansionistas de Pekín.
Tal fue el caso con Panamá y Nicaragua y demás países que aceptaron desconocer a Taiwán a cambio de beneficios económicos. O inversamente el caso de Australia, que sufrió sanciones económicas a sus exportaciones de vinos, carnes y otros productos por haber ordenado una investigación independiente sobre el origen de la covid-19. Este control económico, de consolidarse un nuevo eje autoritario con sede en Pekín, tendrá la capacidad de reescribir las reglas del derecho internacional y secuestrar el sistema multilateral coaccionado al sistema de naciones. Un futuro no muy lejano es un mundo en donde Rusia invada nuevamente a Ucrania sin consecuencias, China subyugue a Taiwán sin reclamos internacionales, Irán ataque a Israel o los narco-Estados se apoderen de toda Latinoamérica. Las alianzas militares y ventaja tecnológica del eje Pekín-Moscú está consolidando un nuevo eje autoritario. Esa es la distopía de un mundo sin libertad. Un mundo autoritario, sin estado de derecho, sin defensa de los derechos humanos, y sin respeto por la paz en el sistema internacional.