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- 03/11/2019 00:00
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El movimiento independentista escocés, con la ministra principal, Nicola Sturgeon, a la cabeza dio éste sábado el pistoletazo de salida a la campaña para conseguir que Londres acceda a negociar un segundo referéndum de separación del Reino Unido en 2020.
Miles de personas se reunieron en el centro de Glasgow, el gran bastión del independentismo en la región, para pedir que se celebre una nueva consulta el año que viene, según el plan trazado por la formación de Sturgeon, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que ostenta el gobierno regional.
Arropada por multitud de banderas escocesas y de la Unión Europea (UE), la líder independentista se dirigió a los manifestantes, por primera vez desde que asumió las riendas del Gobierno en 2014, en un evento de precampaña organizado por el diario "The National".
"Una Escocia independiente está al alcance de la mano", dijo entre aplausos Sturgeon y añadió que las elecciones generales del próximo 12 de diciembre "son las más importantes de nuestra vida".
La dirigente escocesa instó a los asistentes a "acudir masivamente a votar para escapar del caos, la miseria y división del 'brexit'" y poner el futuro de Escocia en manos de los escoceses".
Sturgeon confirmó ayer que, después de los comicios del mes que viene, pedirá formalmente al próximo primer ministro la autorización necesaria para celebrar un nuevo plebiscito.
El Partido Conservador escocés, primero de la oposición, criticó los planes de Sturgeon y la acusó de "no escuchar" al electorado.
"Está obsesionada con la independencia y debemos enviarle un mensaje en estas elecciones generales. La gente ya ha tenido suficiente división y solo queremos seguir adelante", señaló su líder en funciones, Jackson Carlaw.
La concentración de este sábado estuvo precedida por la manifestación "Exit Brexit" (Salida del "brexit"), mucho menos multitudinaria, en que unos dos centenares de personas marcharon hasta la céntrica plaza de George Square, sede de la concentración.
Una de ellas fue Maggie Fraser, de 64 años, quien, ataviada con unas gafas de sol de la bandera escocesa y los labios pintadas a juego, dijo a Efe que es una asidua a este tipo de actos, ya que desea poder dejar a sus hijos y nietos "el legado de la independencia".
"Londres nos ignora, así que espero que en las próximas elecciones el SNP se haga fuerte y podamos deshacernos de los tories (conservadores) y tener un referéndum de independencia", afirmó.
Consciente del viento a favor que pronostican las encuestas -algunas le otorgan más de 50 de los 59 escaños reservados a Escocia en el Parlamento de Westminster- el SNP cree que es momento de capitalizar el descontento que entre algunos escoceses generan la salida de la UE y los años de gobierno conservador.
Escocia votó mayoritariamente a favor de permanecer en el club comunitario, lo que ha desenterrado el debate a favor de la secesión que muchos creyeron soterrado tras el referéndum de 2014, en que el 55 % optó por continuar formando parte del Reino Unido.
Tampoco la llegada de Boris Johnson al 10 de Downing Street ha ayudado a apaciguar los ánimos de los que consideran que representa al ala más dura del conservadurismo, la que aboga por un mayor centralismo.
Con todo, los sondeos coinciden en que el apoyo a la independencia ha aumentado en los últimos meses y podría llegar hasta el 49 %, cuatro puntos más del resultado logrado en 2014.
Es probable que si Johnson sigue al frente del Ejecutivo, la respuesta a la petición de Sturgeon sea un no rotundo, como ya ha avanzado el "premier", en cuyo caso el Gobierno escocés podría recurrir a los tribunales, aunque si es el laborista Jeremy Corbyn quien toma el control, el escenario puede ser diferente.
En el hipotético caso de que Corbyn necesitara al SNP para poder formar gobierno, Sturgeon ya ha afirmado que solo le apoyarían si a cambio les concede una consulta.
El permiso del Gobierno británico es imprescindible para que Escocia pueda organizar un referéndum legal y vinculante, a imagen del que se pactó hace cinco años, y que el SNP querría replicar, ya que descarta una votación que no cuente con el visto bueno de Londres.