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- 17/12/2021 08:52
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Chile, el otrora "oasis" latinoamericano, lleva dos años saltando de convulsión en convulsión, una espiral de desasosiego que vivirá un nuevo capítulo este domingo con las cruciales elecciones presidenciales entre el ultraderechista José Antonio Kast y el izquierdista Gabriel Boric.
Atrás quedan aquellos tiempos en que Chile era admirado por su estabilidad sociopolítica y su prosperidad económica: en los últimos dos años, el país ha vivido una crisis social sin parangón desde la dictadura, una pandemia que ha hecho estragos sanitarios y económicos y un proceso constituyente que podría desmantelar el actual modelo económico.
Las elecciones del domingo, las más inciertas y tensas desde el retorno a la democracia, no parece sin embargo que vayan a devolver inmediatamente al país a su antigua senda de la tranquilidad.
"Chile está condenado al desmadre, veo difícil que salgamos de esta, aunque creo que Boric es menos incendiario que Kast", dijo a Efe Margarita Valdés, una mujer de mediana edad que regenta un pequeño puesto de frutas en la capital.
Su vecina de puesto, Valentina Valdés, aún no sabe por quién votará el domingo -como el 20 % de los más de 15 millones chilenos que están llamados a las urnas-, pero asegura que "hacía muchos años que no había tanto interés en las calles por unas elecciones".
POLOS OPUESTOS
Kast y Boric, de 55 y 35 años, respectivamente, son como el agua y el aceite y defienden dos modelos de país diametralmente opuestos. El ultraconservador, que ganó la primera vuelta con el 27,9 % de los votos, defiende el legado económico de la dictadura militar (1973-1990) y hace bandera de los valores de la derecha tradicional: patria, familia y orden.
Llama "violentistas" a los miles de manifestantes que desde el 18 de octubre de 2019 llenaron las calles en la mayor ola de protestas antigubernamentales desde el retorno a la democracia, que dejaron con una treintena de muertos y miles de heridos, además de episodios de violencia extrema son saqueos e incendios.
Y promete devolverle la "paz" al país y fortalecer al denostado cuerpo policial de Carabineros, sobre el que pesan acusaciones por violaciones a los derechos humanos por parte de organismos como Naciones Unidas y Amnistía Internacional.
"Hace dos años se levantó un bicho que decía 'Chile despertó'. Chile en ese momento no despertó, entró en una pesadilla donde se vulneraron los derechos de millones de chilenos. Chile va despertar este domingo, cuando vuelva a recuperar todas sus capacidades para defender la libertad", aseguró esta semana.
El exlíder estudiantil, por el contrario, defiende las demandas sociales expresadas en las revueltas a favor de mejores servicios básicos y quiere implantar un Estado del bienestar similar al europeo, con acento ecologista, feminista y regionalista.
"Voy a votar por Kast no porque me guste sino porque Boric me da miedo. Es un chico majo, pero tiene poca experiencia y no creo que pueda contener los precios", indicó a Efe el taxista Christian Ramos, en relación a la altísima inflación que en noviembre alcanzó casi el 7 % interanual, una cifra que no se veía desde 2008.
Pese a las enormes diferencias entre los candidatos, Julieta Suárez-Cao, de la Universidad Católica, cree que "la polarización es asimétrica, ya que solo uno de los lados está escorado".
"La extrema izquierda en Chile es insignificante, no tiene ni representación parlamentaria. Es la extrema derecha la que tensa el sistema, muy similar a lo que pasó en Estados Unidos con Donald Trump", explicó a Efe la politóloga.
¿INGOBERNABILIDAD?
Para Kenneth Bunker, director de la encuestadora Tresquintos, "tanto Boric como Kast van a tener muchos problemas para gobernar, pero quizá más Boric, que tiene muchas más promesas sobre la mesa y mucha gente cree que podría darles la solución a sus problemas".
Mauricio Morales, de la Universidad de Talca, dijo sin embargo que "Boric está en mejores condiciones de sanar y cerrar heridas respecto a Kast".
Pero para eso, agregó a Efe, "debe ser lo suficientemente inteligente como para ampliar al máximo su coalición de gobierno, incluyendo a los partidos tradicionales de la centro izquierda", que gobernaron desde el fin de la dictadura hasta 2010.
El futuro presidente chileno, que encabezará el Gobierno más izquierdista desde el socialista derrocado Salvador Allende (1970-1973) o el más derechista desde Pinochet, tendrá que lidiar con un Parlamento muy fragmentado y una convención elegida democráticamente que se encuentra redactando una nueva Constitución.
El proceso constituyente nació precisamente como la salida institucional que encontraron las fuerzas políticas para sofocar las marchas y culminará previsiblemente a mediados de 2022, cuando se convoque un plebiscito para ratificar las nuevas Leyes Fundamentales.
Morales considera que será entonces cuando Chile pueda "retomar el camino de la estabilidad", pero advirtió que "es solo una esperanza".
"Las heridas que dejará está campaña persistirán por un buen tiempo y a Chile le queda aún un camino largo por recorrer", agregó.
En la misma línea se manifestó María Cristina Escudero, de la Universidad de Chile, quien aseguró que "los procesos políticos y sociales son de larga data y no se cierran o se abren en un momento determinado".
Lo que sí ayuda a pasar página, apuntó de cara al balotaje del domingo, es la existencia de "liderazgos que sepan articularse con los que no ganan": "Eso es lo que construye institucionalidad y estabilidad".