Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 05/07/2021 00:00
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El pasado 24 de junio la comunidad de Surfside en Miami, Florida, sufrió el desplome del edificio de apartamentos Champlain South Towers, el cual fue construido en 1981 y se encontraba en medio de procesos de remodelación y mantenimiento para la seguridad de los habitantes y en cumplimiento de la rectificación estructural que es reglamentaria para edificios de 40 años.
El derrumbe inició desde la planta baja en el área social de la piscina, lo que sugiere a los expertos que la cadena de caída pudo haber iniciado desde los cimientos del edificio. “Es demasiado pronto para establecer cuál fue la causa del colapso. No debemos apresurarnos a concluir nada y dejar que las autoridades completen su investigación”, comentó a BBC Atorod Azizinamini, director de Escuela Moss de Construcción, Infraestructura y Sostenibilidad de la Universidad Internacional de Florida.
Luego de una semana de búsquedas de rescate por equipos especializados y bomberos, se han reportado 24 fallecidos y más de 128 personas desaparecidas. El pasado viernes, uno de los equipos de rescate halló el cuerpo de una niña de 7 años en medio de los escombros, quien era hija de uno de los bomberos trabajando en la zona. “Cada víctima que eliminamos es difícil”, dijo a The New York Times, el jefe Alan Cominsky de Miami-Dade Fire Rescue, “como bomberos, hacemos lo que hacemos. Es una especie de llamado. Y siempre decimos eso. Pero todavía tiene un precio”.
El pasado jueves la búsqueda de rescate fue pausada por al menos 14 horas por temor a que hubiera un colapso de la estructura que permanece en pie. Aunque los equipos de rescate dijeron que tenían la “esperanza de encontrar a alguien con vida”, los funcionarios han hablado en términos cada vez más directos sobre las perspectivas, según comentaron a The New York Times. El derrumbe causó daños estructurales en tres alas de las torres, haciendo que se desplomara el sector central primero, seguido por el sector norte y de último el sector este.
Un estudio realizado en 2018 mostró que desde ese año un ingeniero había encontrado “daños estructurales mayores”, muchos de ellos asociados al impacto del salitre, la humedad y la corrosión por la cercanía del mar.
Aún así, el reporte no señaló que estos daños podrían representar algún riesgo o la necesidad de una evacuación total, pero sí se indicó que se debía realizar una reparación de “forma oportuna”, la cual costaría alrededor de $9 millones, según reseñó BBC.
Como parte de una iniciativa para identificar zonas en Miami que podrían verse afectadas por el aumento del nivel del mar, inundaciones costeras y huracanes (tal como el huracán Elsa, ahora activo), la Universidad Internacional de Florida realizó un estudio en 2020 que arrojó detecciones datadas de 1990, cuando se había registrado que el área donde está ubicado el edificio se había estado hundiendo a un ritmo de 2 milímetros por año, lo que se calificó como “alarmante”, sin embargo, dado que el estudio no se realizó con el propósito de determinar la solidez de la edificación, no se arrojaron resultados estructurales que puedan señalar un único culpable de la tragedia.
Ahora, la llegada del huracán Elsa causa gran preocupación a las autoridades de Miami-Dade por lo que decidieron demoler la torre que se mantiene en pie dentro del complejo Champlain South Towers.
La demolición puede hacerse en cualquier momento, dijo este domingo la alcaldesa de Miami-Dade, Daniella Levine Cava, en una rueda de prensa, al momento de la edición de esta nota.
Las tareas de búsqueda y rescate entre los escombros estuvieron suspendidas desde el sábado debido a la demolición, por lo que ayer no hubo cambios en las cifras de muertos y desaparecidos.
Desde hace años, la zona costera de Florida, que presenta terreno poroso y permeable, es una de las más afectadas del país por el cambio climático y algunas áreas han sufrido inundaciones frecuentes por las crecidas del mar.
“El suelo varía enormemente de acuerdo con la geología de cada sitio. Los estudios geotécnicos están regulados por estándares de la industria. Aún así, las ciudades costeras del mundo se enfrentan a posibles factores de riesgo climático que no eran usuales en el pasado”, comentó el arquitecto panameño Pablo García De Paredes a La Estrella de Panamá, “ese es el caso de las tormentas extremas que vemos en todas partes o de los cambios en la violencia de las corrientes marinas”.
Actualmente, el problema del clima extremo está en la agenda de los estudios geotécnicos y de ingeniería civil, lo que ha propiciado acercamientos internacionales para informar los “cálculos estructurales y los estudios geotécnicos” de manera multidisciplinaria, junto con científicos climáticos, para idear “estrategias conjuntas” que incorporen factores de riesgo en la aplicación disciplinar, según explicó García De Paredes
Las construcciones cercanas al mar y a grandes cuerpos de agua son comunes en las costas turísticas del Caribe y Centroamérica, lo que actualmente podría representar riesgos similares al derrumbe en Miami.
El ingeniero panameño y miembro del Reglamento Estructural Panameño, Ernesto Ng Jordán, explicó a este diario que las edificaciones cercanas al mar están “sometidas a humedad” y a condiciones de salinidad que “afectan a los elementos estructurales” tanto de concreto como acero, causando la corrosión del acero de refuerzo, dañando los elementos estructurales, lo que se agrava cuando las estructuras están en contacto con el agua directamente.
El ingeniero expresó que las estructuras sometidas o en contacto con cuerpos de agua deben “ser construidas con cementos especiales y resistentes a la agresividad de los cuerpos de agua”, lo que se encuentra reglamentado en Panamá.
Además, puntualizó que todos los proyectos “deben considerar los efectos del cambio climático”, puesto que al elevarse el nivel del mar, se afectarán todas las estructuras cercanas y por lo tanto “será necesario hacer las consideraciones en el diseño o rehabilitación de estructuras del uso de materiales adecuados”, tales como: cementos especiales, aditivos para el concreto, materiales no ferrosos o sea materiales compuestos (FRP y fibra de carbono), agregados no reactivos, protección epóxica y el uso de nanotecnología en los aditivos y otras aplicaciones en desarrollo.
En cuanto a las construcciones tanto en Panamá como en riberas caribeñas, Ng indicó que el incremento del nivel de las aguas ribereñas tendrá, a largo plazo, “efectos sobre las estructuras sumergidas o en contacto con el mar”.
Por su parte, García De Paredes señaló que pese a que el crecimiento del nivel del mar se registra “lentamente”, no significa que el mar “jugará un papel menor”.
“Debajo del suelo también encontramos agua. Las napas freáticas forman parte del estudio de suelos necesario para poder diseñar edificios y del buen cálculo estructural”, apuntó, “para las construcciones costeras la violencia de las marejadas, tormentas y corrientes es más importante que el nivel del mar. Tormentas más violentas se traducen en mayor presión sobre la durabilidad de los materiales de construcción en general, las impermeabilizaciones y la salud del refuerzo dentro del concreto”.
Frente a esto, el arquitecto enfatizó que Panamá, y países con costas deben tomar precauciones a futuro dentro de la planificación y diseño de las edificaciones. “Los parámetros de ingeniería civil de Panamá cumplen con los estándares de la American Society of Civil Engineers (ASCE), y ellos a su vez actualizan periódicamente sus códigos”, comentó a este diario, “pero en el caso de las construcciones existentes es donde encontramos la mayor cantidad de anomalías. Esto ocurre porque no tenemos una cultura de mantenimiento preventivo”.
Para García De Paredes, son “muy pocos” los administradores de edificios que gestionan el mantenimiento adecuado periódicamente. “Pocos se preocupan por realizar un diagnóstico de su edificación. Pero es muy importante conocer el estado de salud del edificio, que envejece como si fuera una criatura viva y también es afectada por las actividades de vecinos y residentes”, anotó.
Para el ingeniero Ng es importante la revisión del comportamiento de las estructuras ante las cargas de gravedad, temperatura y humedad así como también al viento y los sismos. “El comportamiento ante las cargas de gravedad se manifiesta en deformaciones en los pisos y techos, mientras que las manifestaciones por temperatura y humedad se manifiestan en deformaciones y agrietamiento de paredes principalmente”, expresó, “si una estructura tiene deformaciones perceptibles y mayores que las indicadas en los reglamentos, son síntomas de que está en un proceso de ajuste en el cual nivelará las causas con los efectos”.
Tras la tragedia en Surfside, Miami, el arquitecto García De Paredes recomienda a los residentes de apartamentos tomar las precauciones favorables para conocer el “estado de salud” del edificio donde residen: “Las grietas, rajaduras, refuerzos expuestos, asentamientos diferenciales (cuando un edificio se hunde en el suelo de manera no-uniforme), vibraciones excesivas, pendientes, o acciones ilegales que interrumpan secciones estructurales son todas señales para observar”.
También “mantenerse vigilante frente a remodelaciones que podrían realizarse sin el debido cuidado por las estructuras es un importante factor de riesgo. Es común que algunos residentes realicen modificaciones sin conocer las condiciones estructurales bajo las que opera el edificio y pueden poner en riesgo su integridad”.
Actualmente, Panamá se rige por el Reglamento Estructural Panameño (REP) para el diseño estructural, vigente desde 2014, el cual fue emitido por la Junta Técnica de Ingeniería y Arquitectura en aquel año, siendo renovado cada década desde 1984. Este reglamento utiliza como referencia un estándar de la ASCE, en su versión 2005, y tiene como premisa la seguridad humana. “Actualmente estamos en proceso de emitir una versión actualizada del reglamento en el cual se incorporan los nuevos aprendizajes y el desarrollo de estructuras como metodología para el diseño estructural y evaluación de estructuras”, indicó Ng, quien también es profesor de Ingeniería Civil en la Universidad Católica Santa María la Antigua (USMA).
Para García De Paredes la preocupación en Panamá radica en la “calidad de la construcción”.
“Actualmente, estamos reemplazando la mampostería (bloques y ladrillos) por sistemas secos como el yeso que incluyen terminados aislados o terminados directamente aplicados (EIFS y DEFS)”, explicó el arquitecto, “estos sistemas están siendo incorporados sin el debido asesoramiento de arquitectos que conozcan cómo envejecen los edificios en nuestro clima. Esos sistemas mal instalados pondrán en riesgo la inversión de los residentes y probablemente la salud de la estructura del edificio”.
Según García De Paredes, Panamá, en materia de percepción internacional, se caracteriza por una “lenta incorporación tecnológica” a nivel de las empresas locales que ya poseen tecnología de punta “desde hace una década”, y la presión de los bajos rendimientos a causa de la crisis económica postcovid “podría hacer que las empresas inmobiliarias ahorren en materiales y asesoramiento en detrimento de la salud del edificio”, lo que pondría en riesgo la práctica y ejecución correcta de algunos procesos.