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- 17/03/2018 01:03
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La imposición de barreras comerciales es una práctica adoptada por países que buscan promover la industria local mediante la disminución de importaciones de determinados productos extranjeros. Descritas como medidas proteccionistas, son señaladas por expertos en materia de comercio como el paso al desencadenamiento de guerras comerciales y así lo ha demostrado la historia.
Las guerras comerciales desencadenan cuando un país establece barreras comerciales, como lo son elevados aranceles de importación, y otros países que se ven afectados reaccionan aplicando medidas similares como respuesta a las limitantes impuestas por el primer país. Las guerras comerciales se describen como analogía de la Ley del Talión que dicta ‘ojo por ojo, diente por diente'. Estas acciones causan un detrimento en la práctica del libre comercio internacional, que se traduce en una disminución de importaciones y exportaciones entre las economías involucradas que conlleva eventualmente a una desestabilización económica.
Las posibilidades de una guerra comercial en el XXI han sido contempladas con mayor importancia desde el cambio de administración del gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) período 2016. Desde entonces, el gobierno estadounidense ha manifestado sus intenciones de abandonar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), la renegociación del NAFTA, así como la imposición de aranceles elevados en productos importados. Las Organizaciones Internacionales como los miembros activos del libre comercio a nivel mundial han expresado su inquietud sobre las negativas que una potencial guerra comercial podría significar. Así lo confirma un artículo publicado por The Guardian (2016) sobre el proteccionismo y las disputas comerciales. En este se comunican las preocupaciones por parte de representantes de la Organización para el Desarrollo y Crecimiento Económico (OCDE) sobre los riesgos que las políticas proteccionistas imponen no solo a las economías que toman acción, pero también sobre la economía mundial[ CITATION Kat16 \l 6154 ].
Este escenario de controversias en el campo comercial se ha vivido repetitivamente en la historia, reportando resultados no alineados a los objetivos inicialmente establecidos al adoptarse las políticas proteccionistas. Así lo expresa Carlos Gutiérrez, Secretario de Comercio de EE. UU período 2005-2009 bajo la administración del presidente George W. Bush, quien ha descrito las acciones proteccionistas como mecanismos que realmente nunca han funcionado y cita la implementación, por parte de esta administración, de un arancel de importación del 30% sobre el acero que no logró mantenerse ni por un período de dos años [ CITATION CNB18 \l 6154 ].
Por otro lado, Marc-William Palem, autor de The Conspiracy of Free Trade (citado por el New York Times , 2018), afirma en que los más afectados en una guerra comercial son los consumidores. Dicha afirmación puede justificarse en que el alza de los aranceles de importación da lugar a que dichos productos extranjeros sean más costosos y se experimente un aumento de la demanda del producto local. Pero, si la industria local no es capaz de abastecer la demanda, al darse escasez de productos ofertados, estos aumentan de precio y el consumidor es quien termina asumiendo los altos costos.
Entre las guerras comerciales del siglo XX destaca la desencadenada por EE. UU mediante el Smoot-Hawley Act 1930 cuyo objetivo inicial era la protección del agro, expandiéndose posteriormente a la imposición de elevados aranceles a otros sectores alcanzando tarifas de importación entre el 40%-48% aplicadas a más de 900 productos (Amadeo de The Balance, 2017). Esta acción por parte de EE. UU dio lugar a que sus principales socios comerciales aplicaran de igual manera elevados aranceles, afectando significativamente las exportaciones estadounidenses y por ende el comercio mundial disminuyó aproximadamente un 66% entre 1929-1934, en este último año se firma el Acuerdo Recíproco con el objetivo de finalizar con las acciones proteccionistas[ CITATION McM16 \l 6154 ]. Pero no solo EE.UU. ha sido quien da el primer paso al desencadenamiento de guerras comerciales. Francia e Italia también han sido protagonistas de una guerra comercial a finales del siglo XIX. Para el año 1886, Italia eleva sus aranceles hasta un 60% con el objetivo de protección del mercado local contra la competencia francesa. El gobierno francés no establece diálogo de negociación y mediante el Méline Tariff 1892 procede a tomar medidas similares a las adoptadas por el gobierno italiano. El resultado fue una Italia presionada por los impactos negativos de sus imposiciones y que termino revocando las tarifas. Afirma John Conybeare que Francia gana dicha guerra comercial como resultados de los impactos negativos que sufrieron los italianos (citado por el New York Times , 2018).
Hoy en día la economía mundial vuelve a ser el escenario de diferencias comerciales. Al tercer mes del período 2018, el presidente de EE. UU ha anunciado la imposición de aranceles del 25% para el acero y del 10% para el aluminio. La decisión ha sido justificada como un mecanismo de seguridad, que permita a la industria siderúrgica estadounidense ser más prospera por medio de la disminución de la competencia extranjera. A pesar de que no se indicó cuándo tendrían efecto dichas reformas, el anuncio causó una inestabilidad en los mercados financieros reportándose una baja del Índice Industrial Dow Jones (DJIA) del 0.62% a la primera hora de darse el anuncio [ CITATION Reu181 \l 6154 ], al igual que se percibió inquietud por parte de los gigantes de la industria automotriz estadounidense General Motors y Ford, quienes dependen de estos productos para su producción.
Por otra parte, La OCDE, en reporte reciente sobre perspectiva económica 2018, expresó que las tasas de crecimiento mundial proyectadas (3.9%) están condicionadas a que exista armonía en el libre comercio internacional y se promueva la inversión. En base a las recientes decisiones tomadas por EE.UU., la confianza en las proyecciones se ponen en duda (OCDE, Reporte Interino Perspectiva Económica, 2018).
Muchos cuestionan si el alza de aranceles está relacionada con prácticas en contra de la potencia asiática y su participación cada vez más notoria en el comercio internacional. Para enero de 2018, el gobierno de EE.UU. anuncio aranceles de importación del 30% sobre paneles solares y del 50% sobre centros de lavado [ CITATION Reu182 \l 6154 ], y dos meses luego se anuncian los aranceles de importación sobre acero (25%) y aluminio (10%), tres productos de los cuales China es un exportador importante para el mercado estadounidense. En cuanto al acero, China aporta el 49% de su producción a nivel mundial, seguido por la Unión Europea (10%), Japón (6%), India (6%) y EE. UU (5%) y este último al mismo tiempo se posiciona como el mayor importador de acero reportándose $29 mil millones en concepto de importaciones para el 2017.
El Ministro de Asuntos Exteriores de Beijing Wang Yi expreso que ‘es necesario tomar medidas'. Además, reveló su inquietud sobre una potencial guerra comercial con EE. UU con la cual no está de acuerdo dado que opina que la misma solo causaría daño e inestabilidad (citado por The Guardian , 2018). Pero no solo China ha manifestado sus preocupaciones, pues otras economías, con las cuales EE.UU. mantiene relaciones comerciales se muestran preocupadas sobre la imposición de estas decisiones unilaterales sobre el acero y el aluminio. Hasta el momento, solo se ha confirmado la posible exclusión de Canadá y México de dichas imposiciones, y otros países como Australia y Japón continúan a la expectativa de también ser excluidos.
Los altos directivos de la OMC, durante el Foro Económico Mundial para Latinoamérica celebrado en Sao Paulo Brasil (14 marzo de 2018) aconsejan el diálogo antes que la toma de acciones drásticas puedan conllevar a impactos negativos [ CITATION LaV18 \l 6154 ]. Esta invitación al diálogo da lugar a la probabilidad de que se considere el procedimiento de solución de diferencias dictado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
FICHA
La autora se dedica a la consultoría financiera:
Nombre completo: Laritza del Rosario Lezcano Navarro
Ocupación: Consultora financiera
Resumen de su carrera: Master en Inversiones y Finanzas y Diplomado de Economía y Finanzas de la Universidad Queen Mary University of London. Licenciatura en Contabilidad, Banca y Finanzas de la Universidad Santa María La Antigua de Panamá. Experiencia laboral en auditoría comercial, análisis financiero e implementación de análisis cuantitativo.