El modelo de crecimiento económico no funciona

Actualizado
  • 22/06/2019 02:00
Creado
  • 22/06/2019 02:00
En el ínterin las brechas de inclusión social le han restado brillo al rápido crecimiento. A partir del 2014 disminuye la productividad y aumenta el desempleo y la informalidad

A partir de 1989 la economía panameña mantuvo uno de los mejores desempeños globalmente alcanzando el crecimiento del producto interno bruto (PIB) un 6% anual en promedio. El PIB se expandió en 4.6% y 8.3% anual durante 1989-2004 y 2004-2013 respectivamente, desacelerándose al 5.6% anual en el 2014-2017. En el 2018 este se desaceleró a 3.7%, mientras que en el primer trimestre del 2019 alcanzó el 3.1%.

El rápido crecimiento logrado durante 30 años ha inducido a algunos observadores a opinar que Panamá es un país rico, por lo cual podría resolver sus problemas fiscales endeudándose más a pesar de encontrarse cerca del límite establecido en la Ley de Responsabilidad Social Fiscal (LRSF). En el ínterin las brechas de inclusión social le han restado brillo al rápido crecimiento. A partir del 2014 disminuye la productividad y aumenta el desempleo y la informalidad, se reduce la competitividad internacional mientras que las desigualdades de ingreso mejoran poco, a la vez que la disminución en pobreza requiere de subsidios continuos para ser sostenible. Además, han irrumpido interrogantes en mantener flujos de inversión directa extranjera (IDE) que financiaron el crecimiento a la vez que surgen shocks externos que impactan la economía adversamente.

En paralelo se han acentuado cambios estructurales significativos. La logística, construcción y turismo se han convertido en motores líderes del crecimiento, liderazgo anteriormente ejercido por el comercio, manufacturas y agricultura. Al emerger los primeros afloraron implicaciones relacionadas a una mayor intensidad en la utilización del capital físico en la logística y construcción, requiriendo ambas menos personal, así como personal mejor calificado. A la vez, el potencial de expansión de los últimos dos sectores se ha afectado. También se han producido cambios en la estructura del mercado laboral. Entre ellos, la baja escolaridad, la cual ha limitado mejorar la calidad de la mano de obra, competencias que no guardan relación con las necesidades de absorción del mercado, además de disminución en la productividad del capital físico y humano.

Estos resultados han surgido debido a que el modelo de crecimiento introducido hace diez años, asentado en estímulos al consumo a través de aumentos en la inversión pública y la planilla, subsidios indiscriminados y traslados de costos a precios, sacrificando el mejoramiento del capital humano (educación y formación profesional) a favor de los ‘llave en mano' y otros proyectos carentes de análisis de costo beneficio, no funciona.

Cabe notar que este modelo se adapta a economías en recesión, lo cual no fue el caso de la panameña, la cual se expandía vigorosamente al ser introducido. A pesar de que aumentos en el consumo en una fase cíclica recesiva podrían contribuir a salir de una recesión, estos nunca mantendrán un crecimiento sostenido sin aumentar el ahorro público y privado y cambiar las tendencias decrecientes de inversión privada nacional y extranjera y la débil expansión de las exportaciones de bienes y servicios.

La implementación de dicho modelo le ha restado flexibilidad al Estado en instrumentar una política fiscal efectiva. No es posible estimular crecimiento a través del gasto público al registrarse déficits primarios, concretarse compromisos de inversión que aumentan las cuentas por pagar cuando existen serios problemas de liquidez para pagarle a proveedores, mientras que la deuda pública se sitúa cerca del límite de 40% neto establecido en la LRSF, lo cual prácticamente elimina la viabilidad del uso del instrumento fiscal. Por lo tanto al Estado no le queda otra alternativa que utilizar un modelo basado en el apoyo privado para dinamizar la economía.

En apoyo de un modelo de crecimiento que funcione se requiere aumentar y mejorar la calidad del capital humano e inversión física y la productividad de ambos, así como la eficiencia de los gastos gubernamentales. Dicho modelo requiere fomentar actividades privadas utilizando, entre otros mecanismos, participaciones públicas privadas a través de una ley marco, simplificar trámites (incluyendo la ventanilla única en exportaciones y reexportaciones), expandir a la Zona Libre de Colón, Tocumen, S.A. y una zona libre de procesamiento en Azuero la legislación que beneficia a Panamá Pacífico, así como intensificar significativamente la promoción efectiva del turismo.

El gran desafío en el corto plazo es el de reactivar la tasa de crecimiento y reducir el desempleo, lo cual el gasto público en los ‘llave en mano' y otras inversiones no solucionará. Tampoco lo será reducir el impuesto a la renta para estimular la inversión privada, lo cual no se requiere al ser la tasa de impuestos a las sociedades anónimas competitiva internacionalmente. Lo que sí se requiere es establecer bases sólidas para un crecimiento sostenido. Eso sólo se podrá lograr a través de seguridad jurídica, institucionalidad, transparencia y reglas del juego automáticas que permitan expandir la actividad privada nacional e IDE en actividades productivas.

Ello requerirá simplificar la excesiva tramitología que asfixia la inversión privada y hace difícil el pago de impuestos, imponiendo sanciones a quienes se benefician de ella, a la vez de mitigar riesgos de shocks externos. Por otro lado las exportaciones de cobre, oro y molibdeno podrían mejorar el crecimiento del PIB, así como algunos indicadores macroeconómicos. No obstante, su impacto, al igual que el de proyectos enclaves en general, tendrá un efecto multiplicador muy tenue en la economía que no contribuirá empleos adicionales.

Dichos desenvolvimientos imprimen urgencia en instrumentar un modelo de crecimiento que enfatice la implementación de políticas públicas y reoriente prioridades del Estado a través de un mecanismo de coordinación que facilite la efectiva y rápida implementación de ambas. Ello hará imprescindible introducir algunos aspectos claves en el manejo económico como asignar la más alta prioridad a políticas que promuevan la inversión privada (nacional y extranjera), ahorro (público y privado), exportaciones de bienes y servicios y educación, formación profesional y salud como elementos para mejorar la inclusión y reducir pobreza. Ello permitirá generar empleos de mayor productividad, y por ende mejor remunerados, que contribuirían a disminuir desigualdades, reducir desempleo e informalidad y mejorar la capacidad productiva.

LAS DOS CARAS DEL ÉXITO PIB

LO BUENO

El PIB se expandió en 4.6% y 8.3%

anual durante 1989-2004 y 2004-2013.

LO MALO

A partir del 2014 disminuye la

productividad y aumenta el desempleo y la informalidad.

LO URGENTE

REACTIVAR LA TASA DE CRECIMIENTO Y REDUCIR EL

desempleo.

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