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Cambio climático: desafío para el mundo y para ALC
- 25/09/2023 00:00
- 25/09/2023 00:00
El cambio climático parece ser cada vez más la gran némesis a la que se enfrenta la humanidad en este siglo. “La humanidad ha abierto las puertas del infierno”, fueron las contundentes palabras introductoras de Antonio Guterres, secretario general de las Naciones Unidas (ONU), durante su intervención en la minicumbre climática organizada en Nueva York por la ONU el miércoles pasado.
La mayor prueba de ello, como si la necesitáramos, fueron el verano (el de 2023) más cálido jamás registrado en el hemisferio norte, con ápices de hasta 50 grados centígrados en Turquía; los devastadores incendios en Norteamérica, las inundaciones en Libia, las inusuales tormentas en el Mediterráneo, la histórica sequía en el Canal de Panamá. Según fuentes internacionales, el 2022 y el 2023 fueron los años de las sequías; desde América del Norte hasta África, pasando por Europa y Asia, enormes extensiones del planeta quedaron secas. Y entonces surge la pregunta: ¿Qué deberíamos esperar para lo que queda de la segunda década del siglo XXI?
Según un informe del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF) titulado “Desafíos globales, soluciones regionales: América Latina y el Caribe (ALC) frente a la crisis climática y de biodiversidad”, el consumo creciente de energía fósil, los drásticos cambios en el uso del suelo y la sobreexplotación de recursos humanos pueden llevar a “consecuencias nefastas para la vida en la Tierra”.
El informe afirma explícitamente que “superar los dos grados centígrados de calentamiento global provocaría impactos irreversibles, como extinciones masivas de especies, inundaciones permanentes en ciertas áreas y pérdida de viabilidad de cultivo, entre otros”. Ahora bien, según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, en inglés), uno de los cambios más notables ha sido el aumento de la temperatura media de la superficie del planeta, que durante la década de 2011-2020 fue de 1,1 grados centígrados más alta que durante la época preindustrial (1850-1900). Y este calentamiento es exponencial, ya que hasta 2014 el aumento era entre 0,6 y 0,8 grados centígrados comparado con la época preindustrial. Se calcula que, si seguimos con un desarrollo basado en fósiles y con emisiones muy altas, llegaremos a los dos grados centígrados de aumento entre 2041 y 2060 y a 4,4 centígrados de aumento entre 2081 y 2100.
No hay duda de que la industrialización ha dado enormes avances tecnológicos y económicos, y por ende un salto de calidad al bienestar de la población mundial. Sin embargo, el estudio del CAF advierte que la consecuencia de la acumulación en la atmósfera de gases de efecto invernadero (GEI) liberados por la actividad humana a través de la quema de combustibles fósiles ha llevado a una perdida consistente del capital natural. Una perdida del capital natural compromete significativamente el proceso de desarrollo económico y el bienestar de las generaciones futuras. Entendemos por “capital natural” el ecosistema y la biodiversidad. Hemos aquí entonces que la industrialización a través de los métodos equivocados, como la emisión excesiva de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, puede llevar a un resultado inverso al deseado.
Esto es particularmente cierto en el sector agrícola de ALC, donde el 93% de la producción depende del agua de lluvia para la irrigación. El aumento gradual de las temperaturas medias y el cambio climático en los patrones de precipitación, con el consiguiente aumento de la aridez en algunas zonas, el mayor riesgo de sequías y la mayor incidencia de plagas y enfermedades de cultivos, afectan negativamente el rendimiento de cultivos y reducen la superficie apta para la producción, según se desprende del informe del CAF. Esto es aún más cierto para los pequeños productores agrícolas, productores cuyos empleados constituyen un porcentaje relevante del empleo total de muchos países de la región. En Centroamérica y el Caribe, 64% del área de cultivos comprende explotaciones de menos de dos hectáreas y el 86% son explotaciones de menos de 10 hectáreas.
Además, la situación se ve agravada debido al mayor costo del endeudamiento público que los países con alta vulnerabilidad climática enfrentan en los mercados financieros internacionales. La región del Caribe es históricamente vulnerable a los ciclones. Se calcula que entre 12 y 15 tormentas se desplazan por el Caribe y el Golfo de México cada año, según datos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (EE. UU.). Los países de ALC son importantes exportadores de soja, carne de cerdo, maíz, aves, piensos, azúcar, café y frutas y verduras, y un cambio climático que va en aumento tiene graves consecuencias para la economía vinculada a los servicios que brindan los ecosistemas ligados a la agricultura.
ALC tiene un total de 9,3 millones de kilómetros de bosques, los cuales cubren un 46% de su territorio y representan el 25% de los bosques mundiales.
Sin embargo, el informe del CAF advierte que la deforestación, el drenaje de humedales y el reemplazo de pastizales naturales es el principal canal por el cual la actividad humana degrada los ecosistemas y la biodiversidad en ALC. Cada año, la región pierde una superficie similar al tamaño de Panamá para uso humano como la agricultura.
La mayoría de las emisiones de ALC, de hecho, provienen principalmente de la actividad agropecuaria, a diferencia de lo que ocurre en los países desarrollados. Según el informe del CAF, ALC genera 11% del carbono acumulado en la atmosfera, mientras que el 45% de las emisiones históricas de CO2 proviene de los países desarrollados y el 24% de los países en desarrollo de Asia y el Pacifico, por la mayoría China e India. El resto de las emisiones provienen de Europa del Este y Asia Central y Occidental (11%), África (7%) y Oriente Medio (2%).
Detener la deforestación es difícil porque desde un punto de vista privado es una actividad económicamente rentable. Sin embargo, la mayoría de la deforestación que ocurre en la actualidad den ALC es ilegal ya que la mayoría de los gobiernos de la región han aprobado leyes que restringen la deforestación tanto en el sector privado como público.
La pesca también se va afectada. Según el informe, la industria pesquera en varios países de ALC como Perú, Chile y México es la más grande de la región y ha sido posible gracias al valor comercial en los ecosistemas costeros y marinos. En ALC, la cantidad de ejemplares de peces que se benefician de los manglares es superior a los 100 mil millones (billones).
Y es que las emisiones de CO2 influyen enormemente en nuestros mares. Cuando el CO2 se disuelve en el agua de mar, el agua se vuelve más ácida. La acidez de los océanos ha aumentado un 26 % desde aproximadamente 1850, una tasa de cambio aproximadamente 10 veces más rápida que en cualquier otro momento de los últimos 55 millones de años, según una revisión del Programa Internacional Geosfera-Biosfera (IGBP, en inglés) de 2016.
Según el CAF, el Acuerdo de París de 2015 “fue un hito en las negociaciones climáticas internacionales, aunque adolece de debilidades en cuanto al cumplimiento de las metas, el financiamiento internacional y la justicia climática”.
El concepto de biodiversidad es un concepto global, según queda claro a través del informe del CAF. Si se mitigan las emisiones de CO2 y se conserva la biodiversidad en un determinado país, el país vecino se beneficia también. En pocas palabras, el cambio climático es un problema de todos. De ahí que, en el Acuerdo de París, al cual adhirieron más de 190 países de los 195 que hay en el mundo, se enfatizó la importancia de avalar “contribuciones determinadas a nivel nacional” (CDN), las cuales se deben actualizar cada cinco años. Las CDN deben establecer metas nacionales y los países que las avalan singularmente intentar cumplirlas para mitigar el cambio climático.
Los países de ALC reconocen que, para jugar un papel decisivo en materia de mitigación, deben actuar positivamente en áreas tales como: agricultura y ganadería (siendo el sector que más es mencionado por todos los países de la región como CDN), seguido por: recursos hídricos, salud, bosques y biodiversidad, infraestructura y construcción, vivienda, ciudad y territorio, minería, sistema marino-costero, turismo, acuicultura y pesca, transporte e industria en general.
El informe destaca la importancia para ALC de priorizar políticas de adaptación, ya que el cambio climático puede exacerbar las inequidades existentes en una región ya muy desigual. Por ende, la importancia de apoyar a los grupos socioeconómicos más vulnerables es crucial. Según el CAF, la ausencia de medidas de adaptación puede llevar a que el cambio climático sea la causa de pobreza extrema para 5,8 millones de personas. Por políticas de adaptación se entienden aquellas miradas a reducir el bajo crecimiento económico y la alta desigualdad.