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El BRICS y la multipolaridad repensada
- 17/04/2020 00:00
- 17/04/2020 00:00
Hace casi 15 años, los países del bloque sur se alinearon para tratar de revertir el orden mundial y traspolar –en cierta medida– algo del poder económico hacia el sur.
Los países emergentes que emprendieron la carrera para salir del subdesarrollo tuvieron un impulso con la globalización. Y los que supieron aprovecharla, llegaron a convertirse en referentes en sus regiones.
Ahora, con un músculo económico que aportar, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica conformaron un bloque 'informal'. La inicial de cada nombre dio vida al BRICS en 2006. El término lo acuñó antes el economista británico Terence James O'Neill, quien en 2001 propuso el acrónimo BRIC (en ese momento no incluyó a Sudáfrica).
El conglomerado recoge algo de la esencia que tenía el Movimiento de Países No Alineados, que se formó el siglo pasado durante la guerra fría. Pero este llegó a tener 120 países miembros –casi todos del polo sur– que querían ser parte de un bloque neutral entre las dos superpotencias (EEUU y Rusia).
Los países no alineados ilustraron la necesidad de un realineamiento de fuerzas entre países pobres y ricos. Ya no era suficiente el pago ínfimo que recibían por los recursos naturales que se llevaban los países industrializados.
El BRICS, en cambio, ha sido más pragmático que ideológico. Sin arengas antiimperialistas, los países del bloque siguen negociando con los sospechosos usuales (EEUU, Europa, etc.), pero ahora un poco más como socios y menos como proveedores forzados.
En la sexta reunión del bloque, realizada en 2014 en Brasil, bajo la presidencia de Dilma Rosseuff, los países firmaron un acuerdo para concretar un Nuevo Banco de Desarrollo y un tratado para engrosar un fondo de contingencia, lo que pondría en circulación unos $200 mil millones para países en desarrollo.
Vino también acompañado de un plan de inversiones y proyectos para los países. Ahora las fuerzas emergentes ponían sobre la mesa un músculo económico.
El bloque se concretó cuando el presidente brasileño era Luiz Inácio Lula da Silva, quien realineó los objetivos internacionales del país sureño hacia adentro y se alejó de su histórico papel de socio por excelencia de Estados Unidos, en Suramérica.
Pero con Lula depuesto y con la llegada de Jair Bolsonaro –ultraderechista que comulga más con las políticas de EEUU–, ¿sigue teniendo relevancia el bloque?
El analista internacional Julio Yao piensa que la presencia Bolsonaro en el BRICS, introduce un factor exótico en el grupo emergente, ya que su cercanía con el presidente Donald Trump y su populismo de barricada desentona con la anterior cohesión entre Rusia, China, India, Sudáfrica y Brasil antes de Bolsonaro.
Además, agrega el analista, Bolsonaro prefiere adoptar una actitud independiente que le permita aprovechar su peso económico ante Estados Unidos (Brasil es el principal cliente de ambos) y “pretende que ello no desluzca su rol dentro de la agrupación, lo cual me parece imposible”.
Y con China en medio de una guerra comercial con Estados Unidos, y Rusia como aliado de Trump, el BRICS no parece tener el mismo temple de hace 14 años, o al menos no como un conglomerado.
El economista argentino Lucas Pusseto explica que el bloque ha logrado el aumento de los flujos de capitales, el incremento en el poder de negociación en sitios como la Organización Mundial del Comercio –probablemente como resultado de que los BRICS y otros emergentes se convirtieron en el motor del crecimiento en lugar de las economías industrializadas– y el impacto conjunto sobre los precios de los commodities.
Pero el giro de 180 grados y la incertidumbre que trajo la llegada de Bolsonaro a los demás miembros del bloque puso en puntos suspensivos la cohesión. Aún así, en su primer año de gobierno, Bolsonaro fue anfitrión de la cumbre en 2019 y alabó la relación comercial con los demás socios. Pragmatismo, ante todo.
Con la crisis, “es evidente” que el BRICS, “verá caer su velocidad de desarrollo económico”, sostiene Yao, pero estima que a futuro, si se deja correr la pelota en Brasil y si se liman las asperezas, “entonces, y solo entonces” el BRICS podrá jugar en las grandes ligas.
“El orden mundial se verá afectado seriamente, pero no necesariamente revertido”, analiza.
Con la crisis actual, pondera Pussetto, los nacionalismos se han profundizado. Prueba de ello es que “ni siquiera parece que exista una estrategia global para enfrentar la pandemia del Covid-19”.
El economista vaticina que la situación actual profundizará lo que se venía observando en los últimos años: economías más cerradas y menos integradas, políticas económicas más independientes y bloques (por ejemplo, la Unión Europea) con más tensiones internas.