Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 16/08/2011 02:00
- 16/08/2011 02:00
WASHINGTON. Es cierto: La reducción del déficit no es una panacea económica. No activará instantáneamente la economía ni el mercado de valores. No terminará automáticamente con la agitación financiera. Pero nada de ello significa que debemos ignorar el déficit. Permitir que la deuda del gobierno entre en una espiral ascendente es como invitar a una crisis financiera futura de gran escala.
El reciente acuerdo de la deuda de la Casa Blanca y el Congreso creó un super-comité, compuesto por 12 miembros del Congreso, encargado de hallar $1.5 billones en ahorros, en el curso de una década.
Puede apreciarse la diferencia de esa cifra con algunas proyecciones de déficits acumulativos de $10 o más billones hasta 2021. Permitámonos una fantasía. Supongamos que el comité no cae en punto muerto y decide encontrar una solución mayor. ¿Qué hacer? He aquí un programa de 10 etapas para solucionar el problema presupuestario de Estados Unidos.
1. Decidir balancear el presupuesto en el curso de una década. La ‘reducción del déficit’ no es suficiente. La idea de balancear (aunque estemos con ‘pleno empleo’) es simple: disciplina. Si la gente desea servicios públicos, debe estar dispuesta a pagarlos.
2. Favorecer los recortes de gastos sobre los aumentos fiscales. Los aumentos fiscales en los próximos 15 a 20 años podrían fácilmente alcanzar entre el 25 y el 50% para cubrir los costos de (a) la duplicación de la población de 65 y más años entre 2000 y 2020; (b) la subida vertiginosa de los precios de la asistencia médica y (c) la continuación de otros programas a niveles recientes de ingresos nacionales. Estos asombrosos aumentos fiscales suponen una carga demasiado pesada.
3. Recortar el Seguro Social, Medicare y otros programas de jubilados. Dichos programas representan la mitad de los gastos federales que no son intereses.
4. No ahorrar los recortes a los actuales jubilados ni a los baby boomers. La gente no pierde la capacidad —ni la obligación moral— de cambiar al cumplir 65 años. Los ancianos deben llevar parte de la carga.
5. Evaluar las necesidades de defensa independientemente —y pagarlas. La seguridad nacional es la primera obligación del gobierno.
6. Eliminar los programas anticuados, ineficaces y de derroche. En todas las áreas, los recortes de gastos internos perpetúan programas malos y penalizan los buenos. Los subsidios para los agricultores, la radioteledifusión pública y Amtrak, entre otros, deben terminarse.
7. Reducir las tasas del impuesto a los ingresos reduciendo las exenciones fiscales —y crear un sistema más progresista. La idea es incentivar el crecimiento económico. Debería haber tres tasas —10, 20 y 30%. Las ganancias de capital (ganancias producidas por acciones o cualquier otro bien) deberían gravarse conforme a tasas de ingresos ordinarias, y no a la tasa más alta actual del 15%.
8. Promulgar un impuesto a la energía o a la gasolina. Incluso con los recortes de gastos, se necesitarán impuestos más elevados para balancear el presupuesto. Un impuesto al combustible de 25 centavos por galón recaudaría $291,000 millones en una década, indica la Oficina de Presupuesto del Congreso.
9. Controlar los gastos de la asistencia médica. Esto es esencial, porque dichos gastos ya representan el 25% del desembolso federal. Lamentablemente, no hay consenso sobre cómo hacerlo. El comité debería crear un grupo de expertos para preparar los planes.
10. Realizar cambios gradualmente. Es importante limitar los efectos adversos de la economía y ganar la aceptación del público.
Los déficits reflejan una brecha entre los beneficios que esperan los estadounidenses y los impuestos que están dispuestos a pagar. No hay forma de cerrarla sin penurias. Pero podemos distribuir ese dolor de una manera que parezca ‘justa’ y que sirva al bien común.