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- 26/04/2014 02:00
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¿Puede Estados Unidos darse el lujo de jubilarse? Ahora que millones de ‘baby boomers’ pasan ya los 65 años, el fantasma de los ahorros insuficientes se ha hecho presente. Grandes números de jubilados actuales y futuros agotarán sus ahorros antes de morir. Se ciernen penurias masivas, aún cuando los costos de una sociedad que envejece pesan ya sobre los jóvenes y los de mediana edad. Es una visión que da miedo. Pero, ¿es probable? No parece.
Los jubilados típicos, en general, no se privan de muchas cosas. En 2010, alrededor del 80% de las familias entre 65 y 74 años era dueña de una vivienda, y la mitad había pagado su hipoteca en su totalidad, informa el economista Peter Brady, del Investment Company Institute, la asociación de la industria de los fondos de inversión. Entre los que aún tenían una hipoteca, el monto medio representaba menos de la mitad (44%) del valor de la casa.
Para todos los propietarios de viviendas, el valor ya pagado de la casa —que no se debe ya en la hipoteca— era de 120,000 dólares. (Monto medio significa que está en el punto medio. La mitad de las viviendas tuvieron montos más elevados y la otra mitad, menos elevados).
Para complementar el Seguro Social, los jubilados pueden pedir préstamos contra el valor de su vivienda. También pueden retirar ahorros de jubilación de pensiones definidas, cuentas individuales de jubilación (IRA) y cuentas 401 (k). En 2010, casi tres cuartos de las familias de 55 a 64 años tenía alguna combinación de estos vehículos jubilatorios. El valor medio de las cuentas de IRA y 401 (k) era de 100,000 dólares, expresa Brady.
Los jubilados, se dice a menudo, deben alcanzar una ‘tasa de reemplazo’ del 80% de sus antiguos ingresos, para mantener el estándar de vida anterior a la jubilación. No está claro de dónde salió esa cifra. Brady halló una referencia ya en 1980, en un boletín provisional de la Comisión de Política Jubilatoria del Presidente. Cualquiera haya sido su origen, ese objetivo es engañoso. Está desconectado de la realidad económica.
Piensen en todos los gastos que los jubilados ya no tendrán. Si no están trabajando, no pagan Seguro Social ni Medicare, que representan un 7.65% de sus jornales. También desaparecen otros gastos de trabajo: viajes, estacionamiento, ropa y (posiblemente) almuerzos. Los hijos probablemente ya no vivan en la casa, lo que reduce los gastos en alimentos, escuela, vestido. Incluso si algunos han vuelto, los costos deben ser menores. Si se ha pagado la hipoteca, los jubilados viven en su casa sin tener que pagar alquiler. En forma similar, ya habrán terminado de ahorrar. Para muchos, eso equivale a un 10% o más de los ingresos. Es cierto, aún les quedan costos importantes: costos médicos del propio bolsillo, cuentas de servicios e impuestos a la propiedad.
Una tasa de reemplazo realista, aunque difícil de medir, estaría bien por debajo del 80%. Y lo que es igualmente importante, la utilidad de ese concepto es limitada. Mantener el mismo estándar de vida anterior a la jubilación puede ser deseable, pero no es un objetivo apropiado para una política pública.
Cuán bien vive un individuo durante la jubilación depende mayormente de cuán productivo y prudente fue antes de la jubilación. Es una cuestión de responsabilidad personal. La política pública debe apuntar, más modestamente, a proteger contra las penurias.
El Investment Company Institute sostuvo recientemente una conferencia sobre cuán adecuados eran los ahorros para la jubilación. Los estudios varían mucho. El Center for Retirement Research de Boston College calcula que la mitad de los norteamericanos no está ahorrando lo suficiente. En cambio, los economistas John Karl Scholz y Ananth Seshadri, de la Universidad de Wisconsin, creen que esa cifra está entre el 10% y el 15%. La gran diferencia: La cifra de Boston College supone que los gastos de los jubilados (es decir, la tasa de reemplazo) se mantiene constante en toda la jubilación; los economistas de Wisconsin piensan que la gente gradualmente reduce los gastos a medida que envejece y es menos activa. Gastos de jubilación menores requieren ahorros anteriores menores.
Dejando de lado los estudios, hay pocas pruebas del mundo real de que los ahorros insuficientes predominen. Los norteamericanos ancianos se sienten mejor en cuanto a su situación económica que cualquier otro grupo, informa una encuesta de NORC, en la Universidad de Chicago. En 2012, el 80% de los de 65 y más años estaba ‘satisfecho’ o ‘más o menos satisfecho’ con su situación económica, comparado con sólo el 67% de los de 50 a 64 años.
Otros grupos etarios también iban a la zaga; resultados comparables se remontan. Por supuesto, hay problemas sociales serios. Uno de ellos es que la mayoría de los pobres no ahorra. El cuarto más pobre de los ancianos confía en el Seguro Social para el 85% de sus ingresos, señala el economista James Poterba del Massachussets Institute of Technology. Otro problema: La gente no sabe cuando morirá. Es difícil planear. Los que viven más de lo esperado o que pasan largas temporadas en un hogar de ancianos pueden agotar considerables ahorros.
Sin costos de un hogar de ancianos, alrededor del 90 por ciento de los jubilados del ‘baby boom’, tendrán ingresos adecuados, calcula Jack VanDerhei, del Employee Benefit Research Institute. Con hogares para ancianos, esa cifra cae a alrededor del 80%.
Más norteamericanos están tratando de aliviar la incertidumbre trabajando más tiempo. La participación en la fuerza laboral ha aumentado para los de 60 y pico de años, nos recuerda Poterba. Eso crea más años de ahorros y menos de gastos posteriores a la jubilación. Elevar las edades requeridas para recibir el Seguro Social también sería una medida inteligente. A medida que las expectativas de vida aumentan, tiene menos sentido que tanta gente viva de sus ahorros y subsidios de los jóvenes y de los de mediana edad. La jubilación sería más segura si fuera más breve.
ANALISTA DE THE WASHINGTON POST WRITERS GROUP