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El costo de la vida pone en riesgo la estabilidad de una treintena de países
- 17/05/2022 00:00
- 17/05/2022 00:00
Los países con economías de ingresos medios que luchan con el erario público, están en mayor riesgo de presentar disturbios civiles a causa de los efectos de la invasión rusa a Ucrania. Así lo refleja un reporte de la consultora Verisk Maplecroft, una firma de inteligencia especializada en anticipar futuros riesgos en los países.
En su más reciente reporte “Índice de disturbios civiles”, advierte sobre los efectos de la guerra en Europa y la forma en que impactarán al mundo. 37 países con altos niveles de malestar preexistente y poca capacidad de recuperación (entre los que apuntan a Etiopía, Algeria, Indonesia, Irán, Bangladesh, Pakistán, Nigeria, República del Congo, Estados Unidos, Chile, Turquía e India) se enfrenta a una “tormenta perfecta” de inestabilidad durante los próximos dos o tres años. En América destacan Venezuela, Perú y Brasil.
Aunque Panamá no se menciona como uno de los países de riesgo a enfrentar disturbios civiles con la misma intensidad, las protestas en reclamo al alto costo del combustible, de los alimentos y el desempleo se han acentuado en los últimos días. La provincia de Colón es un reflejo vivo de lo que plantea el estudio.
La guerra ha causado un alza en los precios de los alimentos, el combustible y enciende una crisis del costo de vida en todo el mundo. No obstante, advierte el informe, “lo peor aún está por llegar”.
A medida que el aumento de la inflación y los recortes gubernamentales golpeen con más fuerza los hogares, veremos un aumento de los disturbios civiles como algo inevitable en las principales economías emergentes que probablemente tendrá repercusiones en la estabilidad política y la confianza de los inversionistas.
El Gobierno panameño “mide día a día los acontecimientos y precios de los alimentos”, afirmó el ministro de Desarrollo Agropecuario, Augusto Valderrama, a La Estrella de Panamá.
Se trata de una situación volátil. Valderrama toma como experiencia que en los años de pandemia no faltó alimento en el país, aumentaron las hectáreas sembradas y las exportaciones. También se centran, dice, en garantizar el abastecimiento de fertilizantes, otros productos agroquímicos y combustible.
La guerra en Ucrania ha puesto en jaque al mundo por la multiplicidad de efectos que impactan como una onda expansiva a los países dependientes de petróleo, granos y aceites provenientes de los países en conflicto.
Los precios del combustible han ido al alza sin dar tregua. En enero el litro de gasolina en Panamá registró $0.99, pero en mayo alcanzó $1.27, sin que hasta ahora muestre señales de ir a la baja.
A esto se suma que el conflicto entre Rusia y Ucrania, dos gigantes productores de cereales, aceite de girasol (Ucrania) y fertilizantes (Rusia), no muestra un final en el horizonte.
Ucrania, uno de los abastecedores de trigo a nivel mundial, no ha podido exportar el cereal debido a que las estructuras de comunicación terrestre están destruidas a causa de los bombardeos y el bloqueo por parte de Rusia en el mar Negro y mar de Azov imposibilita el transporte vía marítima.
Un problema que agrava la situación es la decisión del segundo productor de trigo en el mundo, India, criticada por el G7 de prohibir las exportaciones de trigo tras una ola de calor.
A principios de año la tonelada de trigo se cotizaba en Rotterdam a unos 270 euros ($281) y no ha dejado de subir hasta cotizarse en casi 400 euros ($417). El panorama pinta como la espuma, los futuros de trigo en Estados Unidos se cotizan al triple.
África y Asia están siendo más vulnerables a la disponibilidad de alimentos producto de esta guerra. En la reciente reunión del G7 (formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), los ministros de agricultura acordaron formas de compensar las posibles futuras deficiencias en los mercados mundiales, trabajando conjuntamente para favorecer el aumento sostenible de la productividad.
La Organización de las Naciones Unidas advierte que el precio de los alimentos nunca ha sido más alto, y que “afrontamos hambre en una escala sin precedentes”, señaló el secretario general, Antonio Guterres. Lo dijo basado en un estudio de la FAO que apunta a que el número de personas en situación crítica en países expuestos pasó de 155 millones en 2020 a 193 en 2021.
Según las proyecciones del índice de disturbios civiles, 10 países, incluidos Brasil, Egipto, Túnez, Pakistán y Senegal, están en la línea para recibir los golpes más duros en los próximos seis meses. Algunos de ellos corren el riesgo de caer en un círculo vicioso en el que el empeoramiento de los indicadores sociales y de gobernanza ahuyentará la inversión, y por tanto, impedirá las entradas necesarias para mejorar el desempeño económico y abordar las necesidades sociales.
Según los análisis del estudio, los mayores picos de disturbios ocurrirán en Venezuela y Perú. Pero las principales economías de la región no estarán inmunes: Chile, Brasil y Argentina se ubican justo por encima de la línea de la categoría de “tormenta perfecta” donde los riesgos futuros están significativamente sesgados a la baja.