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- 03/04/2022 15:18
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Haciendo equilibrio sobre una presa, Ray Gall, un trampero canadiense, avanza con cautela: viene a recuperar su caza del día, un gran castor negro atrapado en una trampa colocada dos días antes.
A partir de ahora, pocos son los que viven únicamente gracias a los ingresos de esta actividad ancestral, hoy muy regulada. Pero son varias decenas de miles, incluidos muchos nativos, todavía activos en Canadá.
"Es la profesión más antigua" del país, explica con orgullo Ray Gall, luciendo perilla y anteojos oscuros. Este hombre atrapa, en su tiempo libre, ratas almizcleras, zorros, lobos, coyotes en tierras ubicadas unas tres horas al norte de la ciudad de Toronto.
"Siempre habrá una necesidad de cazadores, ya sea que haya mercado o no", agrega antes de llevarse al castor, protegido en un recipiente de plástico colgado a su espalda.
Reducción de espacios habilitados, inviernos más tardíos por el calentamiento global, la subida de los precios de la gasolina y la caída de los precios de las pieles... "la captura es, financieramente hablando, cada vez más difícil", dice por su lado Tom Borg, un trampero nativo de 70 años, retirado del sector gasífero.
"Es difícil, porque es parte de nuestra herencia, de lo que somos. Parar esto es como desprenderte de una parte de ti", confiesa este hombre nacido en el norte de Ontario.
En general, el mercado ha oscilado durante algunos años, puesto a prueba por el boicot a las pieles por parte de muchas marcas de lujo, la ausencia de compradores chinos por la pandemia y recientemente por la vigente guerra en Europa que complicó aún más la situación: Rusia y Ucrania son dos mercados clave para el sector.
Pero lo peor ya pasó para la industria, que se ha "estabilizado" tras tocar "el punto más bajo del ciclo", asegura Robin Horwath, presidente del Fur Institute of Canada, que agrupa al sector peletero y también director de la Federación de tramperos de Ontario.
- Miles de pieles -
Canadá es el mayor productor de pieles de animales silvestres del mundo: en 2019-2020 se vendieron unas 415.000 piezas por un valor de 13,8 millones de dólares canadienses (unos USD 11 millones).
En la última gran feria de pieles en América del Norte, Fur Harvesters Auction (FHA), en North Bay, 350 km al norte de Toronto, los corredores están ocupados antes de las subastas en línea, forzadas por la pandemia de covid-19.
En este vasto almacén, decenas de miles de pieles de animales salvajes como linces, zorros, lobos, osos negros, etc, son atados en fardos y colgados en grandes percheros, clasificados por tamaño, color y calidad.
Catálogo y lápiz en mano, el corredor Michel Roberge se convierte en los ojos y las manos de sus clientes extranjeros para los que inspecciona meticulosamente cada piel antes de la apertura de las subastas online.
"Dado que es un mercado de lujo, naturalmente nos vemos afectados primero" en caso de crisis. "El mundo puede sobrevivir sin un trozo de piel", señala Michel Roberge, un comerciante del ramo en la ciudad de Montreal.
- Demanda asiática -
"La industria peletera es antigua, ha tenido muchos altibajos durante los últimos 400 años", aseguró Mark Downey, director ejecutivo de la FHA.
En los últimos años en Europa y América del Norte, la creciente presión de las asociaciones protectoras de animales y de consumidores llevó a muchas de las principales marcas de lujo, como Dolce & Gabanna, Burberry y Chanel, a abandonar el uso de pieles.
"La salida de Canada Goose fue sin duda un momento negro para la industria", lamenta Downey, convencido sin embargo de que otros fabricantes llenarán "el vacío" dejado por el gigante canadiense.
Hasta entonces, el sector deberá superar la ausencia de dos mercados importantes: Ucrania y Rusia, el segundo cliente más importante, actualmente en el punto de mira de las sanciones económicas de Canadá... con riesgo de efecto dominó.
"La guerra de Rusia en Ucrania es una gran desventaja porque nuestros grandes compradores de Grecia, Italia y Turquía venden a estos dos países", lamenta Downey. Pero, asegura, "se reanudará porque la demanda es enorme", sobre todo en Asia.
Por: Anne-Sophie THILL