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Huertos caseros, el emprendimiento que une a siete familias de Bonyic
- 09/09/2021 16:55
- 09/09/2021 16:55
El cambio abrupto que generó la pandemia en 2020 con el cierre de actividades laborales y restricción de movilidad llevó a que los moradores de Bonyic, del pueblo indígena Naso Teribe en Bocas del Toro, se vieran en la necesidad de generar sus propios alimentos.
A inicios del 2021 unas siete familias se reunieron para crear un huerto, que les permitiera tener alimentos seguros y a la larga generar ingresos, tomando en cuenta que por naturaleza son una etnia que se fundamenta en la agricultura, siendo sus principales cultivos el plátano, maíz, arroz, cacao, café y pixbae, así detalló el Sistema de las Naciones Unidas en Panamá en una nota titulada “Del huerto a la mesa, el sueño que se construyó en la pandemia”, que realizó en colaboración con las Naciones Unidas en Panamá.
La comarca Naso Teribe está ubicada a unos 260 kilómetros de la frontera con Costa Rica fue la última comarca indígena constituida en Panamá, hace menos de un año.
El gobierno de la población Naso Teribe es de tipo monárquico, siendo la Familia Santana la que conserva, desde hace dos siglos, la línea directa de sucesión al cargo de Rey. Los Naso Teribe viven en Panamá y Costa Rica. En Panamá se ubican en la provincia de Bocas del Toro, donde viven alrededor de 5 mil habitantes distribuidos en 20 comunidades o aldeas.
Para llevar adelante el emprendimiento de hacer un huerto casero, las siete familias de Bonyic tenían como primer paso encontrar un terreno fértil y adecuado, tomando en cuenta las crecidas del Río Teribe, que constantemente les ha generado muchas pérdidas de los cultivos, que a la larga fue un factor determinante para que un gran número de los moradores de la comunidad buscaran sustento trabajando para fincas de plátano de terceras personas, dejando de lado el cultivo de sus propias tierras.
Dado estos antecedentes, el Sistema de las Naciones Unidas en Panamá explicó que los moradores decidieron utilizar parte de las tierras de un Centro Comunitario, propiedad de toda la comunidad para iniciar su pequeño huerto familiar. Las tierras de este Centro se encuentran más alejado de las orillas del río Teribe reduciendo las posibilidades de pérdidas producto de las inundaciones.
Actualmente el huerto familiar está conformado por una media hectárea en la que se cultivan pepino, ají, tomate, hortalizas, apio, orégano, hierba de limón y maíz.
Alfredo Sánchez quien lleva más de la mitad de su vida trabajando para diversas fincas de plátano, le quedó claro que tener un huerto familiar era beneficioso para todos, ya que les permite tener alimentos variados, saludables y seguros. En medio de la pandemia, se unió a las otras seis familias para iniciar esta aventura.
Alfredo recibe el apoyo de Cándida y de Juan Quintero quienes a diario visitan el huerto para encargase de limpiar la maleza y verificar que los cultivos estén sanos.
Juan con 22 años, es el más joven de los tres, pero tiene mucho interés en capacitarse y fortalecer sus conocimientos para seguir la tradición de sus padres e impulsar en la comunidad de Bonyic la producción de alimentos; sin embargo, para él es muy difícil acceder a cursos de capacitación.
Cándida de 37 años destacó al Sistema de las Naciones Unidas en Panamá que realizar este proyecto de huertos familiares le llena de ilusión porque generará alimentos seguros para sus 7 hijos que están en edades comprendidas entre los 5 y 17 años.
Esta noble mujer es considerada una pieza clave para crear el huerto, ya que se encargó junto a otras mujeres de la comunidad de organizar actividades para generar ingresos, como, por ejemplo, ventas de comida. El dinero generado les permitió comprar las semillas e insumos necesarios para iniciar sus cultivos.
Cándida contó que los insumos son costosos, porque sus cultivos son orgánicos y libre de químicos para evitar contaminación de los alimentos. También espera que este ejemplo, también entusiasme a otras mujeres de Bonyic a crear sus propios huertos, especialmente, para garantizar la alimentación de sus familias.
Según el Sistema de las Naciones Unidas en Panamá, este último punto es importante, ya que a pesar de que los datos del Ministerio de Salud y del Instituto Gorgas muestran que, en Panamá, la desnutrición aguda en niños menores de cinco años es baja (1.1%), también revelan que la mayor prevalencia se registra en las comarcas indígenas.
Juan, Alfredo y Cándida esperan a largo plazo poder comercializar sus productos, pero por el momento, es un sueño que está empezando a construirse. Coinciden que con mayor orientación y herramientas de trabajo podrían diversificar sus cultivos, mejorando los alimentos que llevan a sus mesas porque su cultura y tradición los llevan a cultivar productos libres de químicos. Además, anhelan que la creación de huertos sea una actividad sostenible.
Para el Sistema de las Naciones Unidas en Panamá, “la agricultura familiar es un aliado para impulsar el desarrollo sostenible, eliminar el hambre, la obesidad y todas las formas de malnutrición. De igual modo, la agricultura familiar preserva y restaura la biodiversidad y los ecosistemas, y utiliza métodos de producción que ayudan a reducir los efectos del cambio climático”.