Los peores enemigos para los corredores en todos los sentidos

Actualizado
  • 27/11/2016 01:00
Creado
  • 27/11/2016 01:00
Existen factores deportivos y extradeportivos que conspiran con quienes están en la competencia, o simplemente entrenan

Circunstancias relacionadas con el clima, equipación, rutinas de entrenamiento y situaciones análogas, pueden transformar nuestra habitual afición por correr en una pesadilla. Saber cómo reconocerlas y afrontarlas será decisivo para que sigas disfrutando del running por muchos años.

TRÁFICO VEHICULAR

Los corredores constituimos el eslabón más débil de la cadena de usuarios de las vías de circulación.

Nuestro único chasis y defensa lo constituye el propio cuerpo, protección muy frágil ante la acometida de un vehículo a motor e inclusive contra el choque con una bicicleta.

Los corredores nunca debemos confiarnos en la pericia o amabilidad de los conductores de los vehículos con los que nos crucemos, sino pensar siempre en que van a actuar del modo menos favorable a nuestros intereses.

Cuando los corredores compartamos las vías públicas deberemos ir por aceras y arcenes de estar disponibles, así como cruzar las calles y carreteras por los sitios previstos para ello o donde haya buena visibilidad, sin obstruir el tráfico.

En muchas ocasiones los corredores nos vemos obligados a ir por la propia calzada, y entonces el peligro se torna mayor, sobre todo en momentos de poca visibilidad. Muchos de los atropellos que se producen en nuestro país a corredores se dan por incumplir éstos la norma básica al transitar en carretera: ir en el carril contrario al de la circulación y lo más pegado al borde de la calzada.

De este modo no solo veremos a los carros y otros vehículos que se aproximen de frente, sino que permitiremos que ellos nos vean.

PERROS SUELTOS

Casi todos los que con regularidad corremos en parques y calles del país tenemos en nuestra memoria algunos episodios referidos a encuentros con perros, la mayoría de los cuales no pasan de ser situaciones desagradables en las que por unos momentos sentimos desde una simple molestia, a miedo por nuestra integridad física, pero que en casos puntuales pueden incluso acabar en ataques con lesiones.

Al igual que pasa con las personas no hay dos perros iguales, pero por lo general los callejeros estarán más pendientes de no ser atropellados, de buscar algo de alimento que llevarse a la boca y de olfatear a una hembra en celo, que de si pasa un corredor en sus cercanías.

En cambio los perros de vigilancia, acostumbrados a estar recluidos y frustrados sin poder hacer otra cosa que ladrar a toda persona, animal o cosa que pasa por las cercanías, cuando se sienten en libertad y ante la presencia de un corredor, con bastante probabilidad responderán de forma agresiva.

Ante todo debemos mantener la calma y no entrar en pánico, ya que los perros sienten el miedo en las personas.

Dependiendo de la actitud del perro o manada, convendrá desde reducir algo nuestra velocidad, hasta ponernos a caminar e inclusive detenernos totalmente en casos de un ataque inminente.

Lo peor que podemos hacer ante un perro agresivo es salir corriendo, ya que los perros son más rápidos que nosotros y nos darán alcance en una posición desequilibrada sin posibilidad de defensa.

FALTA DE ILUMINACIÓN

Por imposibilidad material de correr a otras horas del día, o por elección personal, cada vez un mayor número de personas opta por ejercitarse durante la noche.

Lamentablemente en muchas de las rutas por las que los corredores nos ejercitamos en horas nocturnas no siempre existe una adecuada iluminación que nos permita correr con unos estándares mínimos de seguridad, por lo que necesitaremos de algún dispositivo que nos ayude a mejorar nuestra visión del terreno y de los elementos naturales o artificiales con los que podamos impactar.

El sistema más utilizado por los corredores es el de la lámpara de cabeza alimentada por baterías y que se mantiene iluminando el terreno por el que vamos a transitar sin gran oscilación gracias a las correas elásticas que se ajustan al contorno de la cabeza.

También hay algunas gorras que incorporan en la visera luces tipo led de bajo consumo.

Otras opciones más habituales, pero menos eficientes, serían una sencilla linterna de mano e inclusive un celular con la aplicación de iluminación encendida. Cuando se corre de noche es muy importante ver, pero también ser vistos. Por ello las marcas deportivas incorporan en sus uniformes y colecciones de calzado diferentes elementos que brillan intensamente cuando son alumbrados por luces de vehículos.

LESIONES

Hay lesiones que se repiten con mucha frecuencia sobre todo en corredores de fondo.

Comenzando desde la zona de la cintura, nos encontramos con el síndrome del piramidal o pseudociática, la cual es muy incapacitante y dolorosa.

La rodilla para un corredor es una de las zonas de mayores problemas, por la gran cantidad de tendones y ligamentos involucrados, siendo el síndrome de la banda iliotibial una de las lesiones de peor pronóstico y larga evolución.

Gemelos y sóleos están sometidos también a mucha presión y las roturas de sus fibras son comunes.

En la parte contraria a estos grupos musculares, la periostitis afecta a la membrana que rodea la tibia, con inflamación muy dolorosa y limitante.

Ya en el pie, la tendinitis de aquiles es la reina de las lesiones sobre todo en maratonistas.

Por último, la fascitis plantar es quizás la lesión más de moda actualmente entre los runners, con fuertes molestias en el arco del pie sobre todo después de haber estado en reposo.

Muchas de las lesiones que sufren los corredores se podrían evitar si incorporamos a nuestros entrenamientos rutinas preventivas, que comienzan desde el momento de usar un calzado adecuado a nuestro tipo de pisada, peso corporal y terreno en el que vayamos a practicar.

También es muy importante un buen calentamiento de los diferentes grupos musculares y rotaciones de las articulaciones antes de correr. Y en tercer lugar, una buena alimentación y descanso para que nuestro cuerpo se recupere bien entre sesiones.

LA LLUVIA

No debemos ver a la lluvia necesariamente como una molestia que impide o dificulta la realización de nuestro ejercicio al aire libre, sino más bien como otro elemento más del ambiente que nos rodea y que debemos saber manejar para que juegue a nuestro favor cuando sea posible.

Ante un clima lluvioso es más seguro correr por rutas conocidas que tengan una superficie plana y estable, ya que los charcos de agua pueden ocultar imperfecciones y agujeros en el pavimento.

En cuanto a la vestimenta que vamos a seleccionar, son preferibles tejidos sintéticos frente a los usuales de algodón, ya que estos últimos en presencia de lluvia tienden a acumular mucho líquido.

Esto no solo afecta al peso de la propia prenda, sino también a la comodidad del usuario, ya que puede originar la aparición de molestas rozaduras e incluso ampollas.

Para la protección de nuestra cabeza y facilitar la visión, una visera nos será muy útil, pues no hay nada más molesto que las gotas de lluvia nos obliguen a tener que llevar los ojos en un continuo guiño cuando corremos.

Para los casos en que la lluvia sea especialmente fuerte, un impermeable plástico con capucha puede salvarnos de acabar literalmente empapados, aunque la transpiración se verá afectada y de todos modos acumularemos humedad.

En caso de tormenta eléctrica el refugiarse debajo de árboles u otras estructuras que puedan semejar un pararrayos es una pésima idea pues casi todos los accidentes suceden de este modo.

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