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- 20/11/2016 01:01
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Con frecuencia escucho a personas que se han aficionado a correr en los últimos años quejarse de que no ven mejoras notables en su rendimiento deportivo a pesar de cumplir con exigentes rutinas de entrenamiento, así como lamentarse de sufrir inoportunas lesiones de modo reiterado que los obligan a parar el ejercicio físico durante semanas e incluso meses.
Conversando con ellos he logrado llegar a la conclusión de que una gran mayoría de estos corredores entrenan de modo empírico y no están bajo la supervisión de un técnico o entrenador calificado.
Surge entonces la lógica pregunta, ¿es necesario que todos los corredores se ejerciten bajo la dirección de un entrenador?
CORREDORES RECREATIVOS
Bajo esta terminología podríamos englobar a aquellas personas que corren de manera intermitente uno o dos días por semana y que no tienen entre sus objetivos intereses competitivos.
Si bien es importante que estas personas no cometan a la hora de ejercitarse errores de los que se puedan derivar problemas o consecuencias negativas para su organismo, no sería propio decir que por ello necesiten contar obligatoriamente con un entrenador personal.
Lo más práctico para este tipo de corredores noveles es informarse de los aspectos básicos del running mediante la numerosa bibliografía que está disponible en revistas y portales de internet, a la par que conversar con corredores ya experimentados los cuales les pueden orientar de manera sencilla y resolver las principales dudas que puedan tener con relación a aspectos de técnica de carrera, diferentes rutinas de entrenamiento, o calzado y vestimenta entre otros. Y es que integrarse cuando uno comienza a correr en un grupo de corredores, resulta en la mayoría de los casos muy útil y ventajoso.
CORREDORES COMPETITIVOS
En el caso de personas que se ejercitan con ánimos de participar en competencias, independientemente de su nivel atlético, estaríamos hablando ya de una categoría diferente de corredores.
Por lo general practicarán entre tres a seis días por semana, inclusive algunos días en doble sesión, y complementarán las corridas con entrenamientos cruzados en gimnasio, piscina o bicicleta por ejemplo.
Muchos de ellos incluso serán corredores de distancias largas como maratón, sinónimo de completar exigentes y complejos planes de entrenamiento.
Para los corredores que participan de competencias tener un entrenador definitivamente no es ya una opción sino una necesidad, una inversión a realizar similar a la que deben cubrir para otros aspectos de su preparación, como equipamiento o suplementos nutricionales.
La función del entrenador va a ser la de evaluar en primer lugar al corredor, tomando en consideración sus cualidades innatas y las que puede desarrollar; en segundo lugar, y según los objetivos que el corredor busque en particular, el entrenador diseñará un plan de entrenamiento específico; el tercer elemento sería el seguimiento y supervisión del plan, que a su vez incluye la adecuación del mismo a las realidades del día a día; y el cuarto aspecto sería la evaluación final para determinar lo que funcionó o no y como realizar los ajustes a futuro.
ENTRENAMIENTO
La teoría del entrenamiento hace referencia a tres categorías de ciclos de entrenamiento: macrociclo, mesociclo, y microciclo.
Un macrociclo sería una programación de largo plazo, que puede comprender un año entero, o periodos algo menores, como de cuatro a seis meses.
Si nuestra temporada la diseñamos conforme a único macrociclo, sería sinónimo de que todo el año lo ponemos en función de un solo objetivo competitivo, estando el resto supeditado a obtener en ese momento el punto óptimo de forma.
Si por el contrario dividimos nuestra temporada en dos o tres macrociclos, significará que serán dos o tres las competencias seleccionadas, aunque siempre una de ellas tendrá carácter prioritario sobre el resto. Los macrociclos se dividen a su vez en mesociclos, periodos de duración que pueden variar entre uno a dos meses, y éstos a su vez se dividen en microciclos, los cuales comprenden desde una a cuatro semanas.
El calendario del corredor promedio debería estar compuesto por dos o tres macrociclos, en los que los volúmenes e intensidad tendrían la forma de un diente de sierra inclinado de manera ascendente, culminando cada periodo en una competencia clave.
Cada mesociclo permitiría al corredor recuperarse del ciclo anterior en las primeras semanas, ir acumulando entrenamientos más exigentes en las siguientes, bajar volumen manteniendo intensidad antes del evento para facilitar la asimilación y llegar al día de la competencia a su máxima capacidad.
LOS ENTRENADORES
En Panamá se pueden encontrar básicamente dos tipos de entrenadores.
Unos tienen algún tipo de titulación académica relacionada con el deporte, como licenciados en educación física, o han completado formaciones y cursos sobre alguna modalidad deportiva en específico.
Los segundos serían aquellos que no tienen formación académica, pero si amplios conocimientos derivados de llevar muchos años relacionados con el deporte, bien como practicantes y/o entrenadores.
Obvio de las dos categorías anteriores se podría colegir una tercera, aquellas personas con formación y que adicional comparten la faceta de haber sido o seguir siendo atletas activos.
La realidad con la que se enfrenta nuestro país es que si bien hay bastantes personas con titulaciones en el ramo del deporte, son muy pocas las que tienen conocimientos específicos de atletismo, sobre todo de ruta.
Esto provoca que los corredores en muchas ocasiones tengan que acudir exclusivamente a planes bajados de internet o a entrenadores empíricos, los cuales a pesar de su buena voluntad y ánimo de ayudar, basan sus programas primariamente en el método heurístico del ensayo y error.
CUALIDADES
Por mucha que sea la titulación y experiencia que pueda tener un entrenador de atletismo, esa circunstancia no va a ser finalmente la que tenga mayor peso a la hora de que un corredor opte por contratar a su entrenador.
El criterio principal que se suele tomar en consideración es el de la confianza y cercanía.
De nada sirve tener al mejor entrenador del mundo si no creemos en él y sus métodos, al igual que si no tenemos la posibilidad de contactarlo cuando sea preciso.
Aunque se puede dar seguimiento a un programa de entrenamiento a distancia, la accesibilidad y presencia es un elemento fundamental.
No hay mejor forma de poder percibir las sensaciones que experimenta el corredor que viendo en primera persona como ejecuta sus sesiones más importantes y recibir directamente del mismo la respetiva retroalimentación.
Los planes de entrenamiento deben ser dinámicos, adaptables a las diferentes circunstancias y condiciones tanto del corredor como del medio.
Para que un plan sea efectivo es necesario que exista una comunicación constante entre atleta y entrenador, para que este último pueda ajustar las sesiones y rutinas programadas a la evolución de su pupilo.