Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 15/04/2016 02:00
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Me crié en el campo, no muy lejos de la capital.
Crecí viendo a mis padres, y colaborando con ellos en la medida que mi edad lo permitía, cultivando arroz, maíz, frijoles, yuca y otros para suplir las necesidades de la familia. Con ellos aprendí a andar en el monte, como decimos los del campo. Fueron momentos mágicos de la infancia. Navegando una noche por el ‘Facebook' vi el anuncio de un grupo, Tribu Guarumo cuya lema decía ‘Caminar es gratis', anunciaba la tercera fase de un curso sobre senderismo, mi alma ¡saltó!, ¡qué alegría!. Hay gente que hace esto; ¡hay gente que va al monte por diversión!
Inmediatamente le escribí al que hoy sé que es el Cacique, (nombre cariñoso con el cual llamamos al líder del grupo).
Le expliqué mi edad, mi condición física y mis deseos de unirme al grupo ‘para ir al monte'.
Me envió las informaciones, la carta de responsabilidad y así estuve yo en mi primer ‘trip' con la tribu.
A la hora anunciada estuve en el punto de reunión y así comencé a conocer a los que hoy son mis compañeros de aventuras.
Todos jóvenes, hombres y mujeres, que aprecian la naturaleza, la respetan y la disfrutan. No negaré que me sentí extraña, esperaba encontrar algunos contemporáneos, pero no hubo.
El más contemporáneo era el Cacique. Nos organizamos en diferentes autos y nos fuimos a buscar la cascada ‘Saca Lágrimas', en el Parque Nacional Campana, Chicá.
Era octubre, periodo de lluvias. El sendero era de tierra ‘colorá' el cual es utilizado por el ganado, lo que significa que el mismo tenía lodo. La caminada de ida, siempre apoyada en un buen ‘palo' fue buena, a pesar de las dificultades. Llegamos hasta el pozo de la cascada, prácticamente todos juntos.
El alborozo y alegría de los jóvenes fue contagiante, las fotos, los 'selfies', el momento de la merienda formal y el merecido descanso recuperador para el regreso. Siempre pensando que regresaremos por el mismo camino, lo que significa que las bajadas serán subidas y que las subidas serán bajadas, con barro.
A partir de este día, me he hecho asidua de los senderos que hace la tribu y de otros grupos que he ido descubriendo, como los Aventureros.
He subido dos veces el majestuoso y amado volcán Barú, el cerro Tasajera, el cerro Chame y otros y he conocido otros tantos lugares espectaculares que tiene nuestro país.
Como premio a mi buen desempeño, el año pasado en compañía de mi hija, me fui a atravesar la Sierra Maestra en Cuba.
El sendero tiene 30 kilómetros, caminados durante 4 días, con inclinaciones pronunciadas y variedad en las condiciones del mismo, barro, piedras, escaleras rústicas, una humedad increíble (dicen que parecida a las de la selva del Darién), calor sofocante y mucho frío a una altura de 1900 metros sobre el nivel del mar.
Vivir el placer de estar en contacto con la naturaleza me obliga a mantener una buena salud, lo que quiere decir una alimentación adecuada, usar suplementos alimenticios sanos y beber mucha agua.
He adquirido material adecuado, como botas, medias, ‘trekking pole', bolsa para 3 litros de agua (mejor conocidas como ‘Camel Back'), pantalones y camisas apropiadas.
Además me he informado sobre la alimentación adecuada antes y después de la actividad ya que necesito recuperarme con cierta rapidez.
Desde el primer viaje, tomé la decisión de cuidarme de manera a no echarle a perder el viaje a nadie, y lo he logrado.
¡Ni siquiera me he caído!
Senderear pasados los 60 años, cuando se hace en la compañía adecuada, no es muy diferente de hacerlo a los 20, basta tener las ganas y esas yo las tengo todas.
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‘Vivir el placer de estar en contacto con la naturaleza me obliga a mantener una buena salud y alimentación adecuada'