La reunión de este miércoles 13 de noviembre en la Casa Blanca entre el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, y el mandatario electo, Donald...
Veintiún historias mundialistas dignas de volver a contar (3)
- 28/09/2022 00:00
- 28/09/2022 00:00
Las nueve anécdotas, detalles o hechos con los que cierra este último capítulo de coloridos momentos vividos, es un transitar por un evento que fue adquiriendo cada vez una proporción tan enorme, que lo convirtió en el certamen deportivo más globalizado, anhelado, esperado, seguido y visto en el mundo.
México 1986 consagró el nacimiento de una nueva era con un excelso Diego Armando Maradona.
El 27 junio de 1986, a dos días que se disputara la final entre Argentina y Alemania en el estadio Azteca, la cual ganarían los argentinos 3-2, su compañero de equipo Jorge Valdano hizo esta descripción: “Vienen los periodistas y nos preguntan que si nos avergüenza que sea Maradona el que lo hace casi todo. Y yo no puedo decir otra cosa, sino que la culpa de que Maradona sea tan bueno no es nuestra, es exclusivamente suya, y que no hay que sentir vergüenza por ello. Realmente, es extraordinario. Tener a Maradona es tener un milagro que se repite en cada partido”.
El entrenador del equipo fue el médico Carlos Salvador Bilardo, un técnico detallista y un obsesivo de las cábalas. Dos de su amplia colección: A) Al llegar a México algunos jugadores comieron hamburguesas en el centro comercial Sanborns; inicialmente los regañó. Como ganaron, lo volvió una costumbre al tiempo que debían invitar a tres mujeres desconocidas que pasaran. Antes de la final se hicieron presentes las esposas de los futbolistas; Bilardo impuso que se fueran para que se cumpliera el rito y la cábala. B) Todos los jugadores debían ocupar el mismo puesto en el bus que los transportaba y las maletas no se podían preparar un día antes de cada partido, debían hacerlo el mismo día del juego.
De Italia 90 se esperaba que iba a ser un torneo gourmet de pasta y vino; fue más bien un poco insípido. Lo ganó Alemania superando en la final 1-0 a Argentina. La sensación fue Camerún, los llamaron “Los leones indomables”. Vencieron en el partido inaugural 1-0 a Argentina, que llegaba como campeón; derrotaron luego a Rumania 2-1 con dos goles del suplente Roger Milla.
Milla era un jugador veterano que le había sido impuesto al entrenador por el presidente de Camerún. Tenía 38 años y jugaba en la liga de isla Mauricio. Al anotar el primer gol corrió hacía el banderín del corner, esbozó una sonrisa, con una mano en el aire y la otra en la cintura, hizo un movimiento de cadera del baile Makossa, una danza urbana popular de su país. Se convertiría en la celebración recordada del mundial.
La repetiría en octavos de final contra Colombia, con dos anotaciones en la prórroga; el segundo gol, una muestra de sagacidad robándole el balón de los pies al guardameta René Higuita. Camerún se impuso 2-1. En cuartos de final serían eliminados por Inglaterra 3-2.
Milla participaría en tres Mundiales (España 82, Italia 90 y EE.UU. 94). En Estados Unidos 94 se convertiría en el jugador más longevo en anotar en la Copa, a sus 42 años, un récord vigente que pareciera imbatible.
La designación de Estados Unidos como sede fue criticada pues rompía dos requisitos: que contara con una liga profesional de fútbol activa, al igual que hubiese una afición y tradición hacia este deporte. Pero no desentonó, tuvo estadios llenos en casi todos los partidos y una entusiasta afición.
Los árbitros cambiaron su tradicional uniforme de negro por colores fucsia, oro y verde jaspeados que le dieron un semblante menos riguroso. Y se contabilizó con tres puntos la victoria.
Lo ganó Brasil ante Italia después de 120 minutos en los que no se quebró el 0-0. Los brasileños plantearon un partido defensivo, más propio de los italianos; se definió por primera vez en la tanda de penales venciendo la canarinha 3-2, posiblemente la final más insípida de los mundiales.
El vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, un político adelantado a su tiempo que esgrimió como bandera el asumir con urgencia el desafío del cambio climático, entregó la Copa al vencedor. La internet comenzaba a tener presencia como herramienta de comunicación.
Francia alcanzó la gloria, triunfó en la final soñada, 3-0 ante Brasil. Durante el torneo, dos jugadores franceses, el defensa Laurent Blanc y el portero Fabien Barthez, recurrieron a un rito antes de cada partido: en el campo de juego Blanc besaba la calva de Barthez para darle buena suerte.
Lo realizaron durante seis partidos salvo en la final, donde Blanc no pudo jugar por estar suspendido; entonces lo hizo en el camerino con sus compañeros como testigos. El hecho se hizo tan viral que el presidente de Francia, Jaques Chirac, le besó también la calva a Barthez durante las celebraciones por el título.
Corea y Japón acogieron el mundial en el continente asiático, y el primero de sede compartida. Ronaldo Nazario fue el goleador con 8 tantos.
Apareció en la final con un corte extravagante de pelo, rapado en tres-cuartos y un mechón en la parte frontal. Anotó los dos goles con los que Brasil se impuso 2-0 a Alemania. Apodado 'El fenómeno', Ronaldo se reivindicaba cuatro años después de la final perdida en Francia.
Algunos niños imitaron su corte de pelo, sobre todo en Brasil, aunque no se convirtió en tendencia. Años más tarde contaría a la revista Sports Illustrated: “Me corté el pelo. Vi a mis compañeros de equipo y les pregunté: ¿Os gusta? Dijeron: '¡No, es horrible! Córtate eso”. Y agregaría: “Pido perdón a todas las madres que vieron a sus hijos hacerse el mismo corte de pelo”.
El mundial celebrado por segunda ocasión en territorio germano dejó gratos recuerdos, como la puesta en escena por primera vez de los Fan Fest; también quedó marcado por un momento violento: el cabezazo de Zidane a Materazzi en la final, que provocaría la expulsión del francés. Luego de concluir 120 minutos de juego empatados 1-1, Italia vencería 5-3 a Francia en la definición por penales.
Ese hecho también originó un quiebre en la amistad de Zizou con el defensa Willy Sagnol, contado años más tarde por Sagnol a la cadena francesa RMC: “Entras al vestuario, has perdido, tienes a un chico que le habla al equipo y se disculpa. ¡Pero no lo oyes! Estás en tu decepción, en tu mundo. Yo no quiero aceptar sus disculpas o conversar con él. No es el momento. Tuve que ir al baño, fumar 250 cigarrillos en diez minutos...Lo evadí”.
El disgusto de Sagnol se prolongó: “Estuve dos años sin hablarle. En 2008, después de la Eurocopa, decidí casarme. Y mi esposa me dijo que lo trajera, así que lo llamé de vuelta. Tuvimos una buena conversación y luego la vida comenzó de nuevo”. A diferencia de Zidane, Sagnol nunca ganó la Copa Mundo, ese partido era la gran oportunidad, quedó como una espina en la garganta.
El mundial en suelo africano aportó su sonoridad ancestral con el ruido de las trompetas de plástico llamadas “vuvuzelas”; por si acaso le faltaba algo más de colorido, puso también a participar a los animales como pronosticadores 'infalibles', nada menos que a un pulpo, Paul.
El molusco pasó a la historia por acertar los resultados de siete partidos, entre ellos, que España ganaría la final a los Países Bajos. A Paul le colocaban en su estanque un mejillón en cada una de las dos cajas que tenían las banderas de los equipos que se enfrentaban, el que eligiera con uno de sus tentáculos era el ganador.
Según los datos del acuario Sea Life de Oberhausen, Alemania, donde vivía, había nacido en enero de 2008 en las costas de Dorset, Reino Unido. Murió la noche del 25 de octubre de 2010, 106 días después de concluido el mundial. En España es recordado como uno de los personajes símbolos de su gesta futbolística.
El entrenador Joachim Löw y la Federación Alemana de Fútbol (DFB) idearon un plan maestro para hacerse nuevamente con la Copa en Brasil, después de 24 años de no alcanzarla. A la fortaleza futbolística del equipo en la que venía trabajando el entrenador alemán hacía casi ocho años, le querían sumar una total concentración, cero distracciones. Para ello decidieron alejarse del entorno hotelero tradicional.
Construyeron su propio campamento de preparación en Santo André, un remoto lugar brasileño con una población de 900 habitantes, al sur de Salvador. Lo llamaron “Campo Bahía”, un complejo de 14 viviendas, 65 habitaciones, gimnasio, spa, campo de fútbol, piscina y un auditorio.
Allí desarrollaron todo su plan. El primer gol del mundial lo habían anotado construyendo 'Campo Bahía', el último se lo hicieron a Argentina para vencerla en la final 1-0, obteniendo la Copa. A Santo André le obsequiaron el complejo deportivo en agradecimiento. Al regresar a Berlín, toda Alemania estaba prendida de fiesta.
La tecnología se posicionó totalmente, el fan ID que permite identificar a los seguidores, reemplazando el visado, facilitando igualmente transporte y asistencia a eventos, junto con el VAR que cambió el arbitraje, obtuvieron la aprobación.
La Copa en territorio ruso premiará con su segundo título al fútbol francés, tras su victoria 4-2 sobre Croacia. Para los croatas no será una derrota dolorosa, celebran el subcampeonato por el posicionamiento mundial que adquieren a través de su fútbol técnico, vistoso y brillante principalmente en los pies de Luka Modric.
El pequeño país de 4 millones de habitantes es uno de los más jóvenes de Europa; nació en 1991 tras la disolución de Yugoslavia. Padeciendo las secuelas del conflicto bélico que se propagó entre 1991 y 1995, le brindaron un sonoro aplauso al equipo una vez finalizado el encuentro y lo acogieron multitudinariamente a su regreso a Zagreb, la capital.
La cara emblemática fue su presidente Kolinda Grabar-Kitarovic. Luciendo la camiseta de Croacia acompañó apasionadamente a la selección, mezclándose con los aficionados. Se pagó los boletos de avión y las entradas, descontando del salario los días que se ausentó del país y en la final lució pletórica de alegría en el campo junto a los jugadores, al tiempo que caía la lluvia como telón de cierre en Moscú.
Otro pequeño país, participante por primera vez en la competición, Panamá, más allá de sus tres resultados adversos, vivió positivamente como una gran conquista el haber participado de uno de los mejores y más acogedores mundiales.