Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 23/10/2019 00:00
- 23/10/2019 00:00
En días pasados tuve una sensación de extrañeza y nostalgia; en primera instancia no le di importancia pero enseguida mis memorias se alborotaron como si un panal de abejas hubiera sido golpeado.
Fue entonces que recapitulé lo que me trajo a escribir el texto de hoy.
Justo hace 13 años el balompié profesional mexicano le dio la oportunidad al plantel potosino de ilusionarse con un campeonato. Por difícil que pudiera parecer, muchos no olvidarán aquel año donde el equipo no descendió e incluso le alcanzó para ser subcampeón.
Increíblemente Dorados también había clasificado a los cuartos de final, pero al haber hecho menos puntos que los de Raúl Arias, descendieron por el sistema de cocientes, un protocolo lleno de injusticia que hasta la fecha sigue vigente. De las cosas que nunca se podrán extrañar aunque se extingan.
En aquella época debí haber sido un adolescente, uno que creyó –sin razón– que el plan perfecto para festejar a la madre sería estar en casa viendo algo histórico, una cosa que pocos hubieran imaginado pero que por distintos motivos sucedió. Y aquello era el partido desde “La Bombonera”, donde en plena semifinal el Toluca recibía al San Luis.
Por cierto, solo para que quede claro y para evitar los juicios a los que podrían someterme, el festejo debido a mi mamá ocurrió, aunque también estuve atento a las obligaciones que adquirí desde niño al convertirme en un aficionado serio y formal, no tanto como esos pocos que visten de traje en partidos importantes y cantan de pie el himno nacional, pero sí de los que respetan el horario de juego con la veladora puesta.
¡Cómo se extrañan esos días! No me queda ninguna duda. Se echan mucho de menos y puedo imaginar la sensación de añoranza que rodea a distintos seguidores que, a pesar del cambio de colores, nombres del equipo, motes, directiva y jugadores, siguen ahí con un apoyo envidiable.
Esas andanzas de liguilla que la escuadra llenó de anhelos en plena primavera, donde se pasó del sufrimiento al delirio más contrastante en tan solo unas semanas. Un mayo que casi nadie habrá olvidado y que muchos quisieran volver a ver en un futuro cercano.
Con respecto a la situación que el Atlético de San Luis vive, estoy consciente de que los esfuerzos se han replicado para conseguir los objetivos del proyecto, y tampoco quisiera que se confundieran con esto que escribo. Solo me interesa reafirmar la existencia de un ambiente de pesar, mismo que mucha gente quisiera cambiar por uno de dicha.
Sin embargo, por el apoyo de la gente no tendrán que sufrir tanto. Los aficionados estarán con el equipo, comprarán boletos y seguirán como la mejor afición del ascenso, padecerán y soportarán nuevamente las tempestades que se presenten, porque las personas extrañan y la gente paraliza el tiempo que más ha gozado. Por eso, y muchas otras cosas más, continúan con la cuadrilla auriazul.
Cada día falta menos para terminar la trágica temporada, pero por ahora solo podemos revivir los buenos momentos, de los mejores que ha transitado esta ciudad al lado de un equipo de fútbol, y los reconstruyo en días como estos porque la plaza nunca ha dejado de ser histórica ni grande.