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Christiansen y la puesta a punto contrarreloj
- 28/07/2021 00:00
- 28/07/2021 00:00
Mientras la Copa Oro sigue su curso y mañana define los finalistas, es recomendable abordar algunos aspectos del rendimiento de la Selección de Panamá en esta Copa, procurando atar cabos que contribuyan a afrontar la eliminatoria barajando las perspectivas en el terreno de lo razonable.
La Copa Oro ha servido para acercarnos al momento futbolístico por el que atraviesan las 8 selecciones que disputarán los 3 cupos directos y una opción de repechaje (para el cuarto clasificado), pero sobre todo para apreciar a la selección moldeada por Thomas Christiansen acercándose ya en su puesta en escena para el recorrido final.
La sensación que se ha podido percibir en un sector de la afición es la de una calificación positiva a la vocación ofensiva y que como consecuencia de ello se encontró con el gol, más seguido de como lo había obtenido en encuentros anteriores: 5 goles anotados en los dos primeros partidos. Y además, un enfoque mayoritariamente condenatorio a su línea defensiva que 'permitió' principalmente en los dos primeros y decisivos encuentros, le anotaran 6 goles: 3 Catar y 3 Honduras.
Quedan tan solo 36 días para afinar el conjunto que deberá abrir ante Costa Rica, el 2 de septiembre, el calendario clasificatorio de los 14 juegos correspondientes a la octagonal. Al juicio que se le ha abierto a la defensa de la selección, hay que hacerle algunas precisiones para no juzgarla a priori sin atenuantes.
Uno de esos viejos axiomas que tiene el fútbol sostiene que los equipos se construyen de atrás hacia adelante, es decir un equipo se asienta sobre pilares y, como en una casa, la calidad y funcionalidad de sus cimientos la fortalecen o la hacen vulnerable. De allí parte la imperiosa necesidad de contar con un buen portero, unos buenos defensas y... unos atinados volantes de contención o mediocampistas defensivos, porque la estructura defensiva de un equipo que se respete comienza antes de su línea defensiva.
Basta con ver cómo se plantó la Selección, el concepto táctico, las cualidades técnicas y las características de los jugadores que utilizó, para darse cuenta de que si bien ganó volumen ofensivo, perdió igualmente en volumen defensivo. De allí se apreció que el conjunto canalero pisara con insistencia el área contraria, pero que igualmente recibía un ataque persistente y claro del rival, que obligaba a una intervención del portero Luis Mejía más constante de lo habitual.
Un ida y vuelta complicado de sostener porque termina pasando factura en algún tramo tanto por el desgaste físico como el mental, en particular a un plantel que no ha crecido ni desarrollado con anterioridad esta dinámica, propensa a verse desplegada con naturalidad y acierto en el fútbol europeo.
Dos muestras de las secuelas que podríamos observar de ello, la primera en el cierre del partido contra Catar con el marcador 3-3, en donde Cummings tiene que exigirse in extremis para evitar el que se sentía era el cuarto tanto de los cataríes (ante la pérdida de la marca en el equipo) y, en segunda instancia, el tercer gol de Honduras que definirá este encuentro 3-2 a favor de los catrachos.
En esta última acción, los hondureños toman excesivamente adelantado al equipo panameño que se ha ido en pos de desnivelar el empate 2-2. En ese momento favorecía más a los panameños pues obligaba, de mantenerse el empate, a que en el último juego del grupo entre Catar y Honduras hubiese un vencedor, y que Panamá dependiese de lo que hiciese por sí mismo ante Granada.
La actitud ofensiva en ese momento correspondía más a Honduras que a Panamá, pues los dejaba perjudicados con el empate y la clasificación abierta, obligándoles a exponerse al contraataque de los nuestros. Sin embargo, esta fue asumida equivocadamente por los panameños y aprovechada por los hondureños. Una acción de contragolpe filtrándole un balón largo a sus espaldas, que el equipo no supo cerrar, más allá del desatino individual de un jugador que pudo haber en esa acción, terminó dándole por anticipada la clasificación a Honduras, pero fue sobre todo un fallo defensivo colectivo. Se tuvo que ir a quemar entonces las últimas velas en pos de un empate que se escapó minutos antes, porque no se supo respaldar con el juego de conjunto.
Es saludable darle una mirada a los dos últimos procesos eliminatorios que incluyeron a Panamá en el hexagonal final de la Concacaf. Para Brasil 2014, en el que estuvo a punto de meterse en el repechaje, Panamá fue un conjunto que amplió sus posibilidades mostrando cierta fortaleza defensiva. Y para Rusia 2018, que condujo a la participación en su primer mundial, en la primera fase en el grupo B, se clasificó de segundo anotando 7 goles y permitiendo 5 goles en los 6 partidos que disputó.
Luego, en el hexagonal, anotó 9 goles y recibió 10 goles en 10 partidos. Excepto porque recibió cuatro de ellos en un solo partido, ante Estados Unidos en Orlando (4-0), mantuvo un promedio bajo de goles por partido que le permitió clasificar directo al mundial, al superar a Honduras por tener una mejor diferencia (Panamá -1, Honduras-6), pues ambos terminaron con igual número puntos: 13.
Todo apunta a que Christiansen tendrá que equilibrar el equipo entre lo que consiga en el ataque y lo que permita en su valla. Para ello debería sopesar su criterio futbolístico europeo de un funcionamiento ideal con la realidad que tiene a mano.
El tiempo no deja mucho margen de maniobra para el entrenador nacional, quien no debería esgrimir ya su aprendizaje en nuestro fútbol pues suma un año desde que fue anunciado para ser el máximo responsable deportivo de la escuadra nacional, habiendo dirigido tanto una serie de amistosos, la primera fase de la clasificación y ahora la última Copa Oro.
Christiansen sabe que el abanico que le ofrece el fútbol nacional es corto y tendrá un rally de partidos eliminatorios que prácticamente en un mes pueden dejar a la selección lejos de toda posibilidad si no suma, al concluir el mes de octubre, los puntos requeridos para estar ubicado en la parte media de la tabla de posiciones: 3 partidos en septiembre (2, 5 y 8) y 3 partidos en octubre (7,10 y 13). En rango sería su tanque de oxígeno cuando vengan los correspondientes dos encuentros de noviembre que cierran el año.
El interés general no es que le vaya mal a Christiansen y su grupo, todo lo contrario, nuestro fútbol necesita que cuaje su proyecto pero se espera también que abra los oídos. Los últimos razonamientos públicos del delantero Gabriel Torres deben ser atendidos haciéndole sentir que es una pieza importante de la Selección Nacional y que se le necesita; su calidad técnica, su aporte a la selección y su actividad profesional en uno de los equipos relevantes de la liga mexicana como es los Pumas, no hay que dejarlos escapar.
Con 32 años, jugador respetuoso y disciplinado, aún tiene un fútbol que otros en su puesto no pueden aportar. Son lógicas sus inquietudes sobre una convocatoria y una participación en la Copa Oro en la cual solo se le dio actividad en un partido que se presentó como intrascendente; si el cuerpo técnico no lo apreciaba para la Copa, ha debido comunicárselo por respeto y dejarle desarrollar la pretemporada con los Pumas y apuntar a la eliminatoria en sí, como sí hicieron otras selecciones con algunos de sus jugadores.
Se entiende que le llene los ojos al técnico el defensor chipriota Pavlo Correa quien, por su filiación sanguínea panameña, podría ser una posibilidad remota de integrar el plantel, pero parece más lejos que cerca por su presencia con la Selección de Chipre. Si lo ha citado nadie duda que sea por cualidades, aunque no se debe ignorar que alguien que llegue a un entorno que desconoce le va a tomar tiempo adaptarse y encajar de inmediato. Ya se trajo en una ocasión un defensor que destacaba en el fútbol colombiano con el Envigado FC., Carlos “El panameño” Sánchez, jugó y no fue notorio su aporte.
Ya es hora que se abra a la convocatoria de Román Torres, un jugador símbolo del cual sería una ofensa desgranar su historial con la Selección para conocer o sustentar su incorporación. Torres, hoy en el Club Universitario, bajo la conducción sabia de Gary Stempel, está en la puesta a punto para un cierre de su carrera con altura. Su jerarquía, su capacidad, la experiencia de su largo y exitoso recorrido en América, serían un estímulo para esta selección desde lo futbolístico y desde lo psicológico, una motivación tanto para el grupo como para la afición.
El técnico Hernán Darío 'Bolillo' Gómez por reconocimiento, con todos los vaivenes que se presentaron, incluyó en el cierre de su carrera al defensor Felipe Baloy. Con 36 años lo alternó en el proceso eliminatorio, y con 37 años lo llevó a Rusia 2018. Baloy haría el único gol de Panamá en el Mundial. La estatura futbolística de Román Torres no es menos que la de Baloy. Desconocer lo que pueda dar Torres en el terreno o desde la banca, después de los muchos ensayos que ha hecho durante su año Christiansen, lo aleja innecesariamente de un amplio sector que necesita sumar con la eliminatoria en las narices.