Este viernes 20 de diciembre se conmemoran los 35 años de la invasión de Estados Unidos a Panamá. Hasta la fecha se ignora el número exacto de víctimas,...
- 02/03/2022 00:00
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A partir de esta primera entrega, traeremos a la sección de 'Planeta' el conocimiento y análisis de científicos y profesionales de las ciencias sociales y políticas para explorar la emergencia climática actual, de dimensiones inéditas que nos convierte en la última generación que podrá salvar a millones de seres vivos producto de 3,500 millones de años de evolución.
Las proyecciones de documentos recientes de alto nivel, incluyendo los del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático indican que las futuras condiciones ambientales afectarán seriamente la producción de alimentos, la disponibilidad de agua, la salud, la seguridad y la paz social
Vivimos la mayor emergencia que la humanidad jamás haya enfrentado. Todo lo que amamos está en juego. Absolutamente todo. No nos referimos a la pandemia de covid ni a la invasión rusa a Ucrania, terribles ambas. Hablamos de la emergencia climático-ecológica que hemos desatado y que nos azota.
Las proyecciones de varios documentos recientes de alto nivel, incluyendo los del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) indican que las futuras condiciones ambientales afectarán seriamente la producción de alimentos, la disponibilidad de agua, la salud, la seguridad y la paz social, aumentando la intensidad y frecuencia de eventos climáticos extremos aún más. La emergencia climática impacta de forma directa la integridad y funcionalidad de todos los ecosistemas del planeta, que son la base de todas nuestras actividades y permiten nuestra sobrevivencia.
El climatólogo alemán Hans Joachim Schellnhuber, director fundador del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático y expresidente del Consejo Asesor Alemán sobre Cambio Global, lo plantea de esta manera: “Existe un riesgo muy grande de que acabemos con nuestra civilización. La especie humana sobrevivirá de algún modo, pero destruiremos casi todo lo que hemos construido durante los últimos dos mil años. Estamos poniendo a nuestros hijos en un autobús escolar que, con un 98% de probabilidad terminará en un accidente mortal.”
Para entender los efectos y consecuencias del calentamiento global, debemos tomar en cuenta los sistemas geofísicos que controlan el clima. Son sistemas complejos y capaces de absorber cambios hasta cierto límite, arriba del cual se producen fluctuaciones cada vez mayores hasta finalmente llegar a puntos de no retorno, donde se dan cambios abruptos e irreversibles. Según estudios recientes estamos muy cerca de o entrando en los umbrales de aquellos puntos de no retorno.
El Acuerdo de París, que se adoptó en 2015 en la Conferencia de las Partes 21 o COP21 (donde las naciones del planeta convergen para buscar soluciones al cambio climático), tiene como objetivo limitar el aumento de la temperatura del planeta en 1.5 grados Celsius (°C) con relación a temperaturas pre-industriales (circa 1875). Podría parecer un aumento de poca importancia; sin embargo, cada incremento mínimo de calentamiento adicional causará más daño, más pérdidas de vidas y mayores probabilidades de sobrepasar los puntos de no retorno. Todo aumento arriba de 1.5 °C sería desastroso.
Las muertes relacionadas a olas de calor han aumentado en un 54 % en las últimas dos décadas, alcanzando 296,000 en 2018. Solamente en 2019, se perdieron 380,000 millones de horas de trabajo debido a las temperaturas excesivas, comparado con los 580,000 millones por covid en 2020. En la actualidad ya hemos alcanzado un aumento promedio de 1.2 °C y se espera que al ritmo actual alcanzaremos los 1.5 °C entre 2030 y 2035. Debido a la falta de reducción de emisiones muchos científicos (incluyendo científicos del IPCC) consideran que la meta de 1.5 °C ya no es alcanzable. Con la tasa actual de emisiones, el planeta excederá los 2 °C entre 2040 y 2050.
Estos números se traducirán en inimaginables tragedias humanas que afectarán a miles de millones de personas: hambrunas, enfermedades, pérdidas materiales, muertes, migración forzada, conflictos, entre otros.
El informe del IPCC de agosto de 2021 impone un código rojo para la humanidad por el cambio climático y asegura que la ventana de acción para evitar los peores efectos es muy estrecha. La ciencia del cambio climático es clara y las soluciones están sobre la mesa. La única manera de parar el calentamiento y evitar una catástrofe es reduciendo drásticamente nuestras emisiones de gases de efecto invernadero (GEI: CO2, CH4, N2O, gases fluorados).
El IPCC asegura que cortar las emisiones de GEI a un 45% respecto a la marca de 2010 en esta década es la única manera de limitar el calentamiento debajo de 1.5 - 2 °C.
Los planteamientos climáticos de las naciones en la COP26 y sus contribuciones determinadas a nivel nacional no han sido más que promesas, ya que mientras han pasado 26 Conferencias de las Partes, la concentración de GEI ha ido en aumento a una tasa cada vez más rápida, al igual que la temperatura.
Lo más triste de la situación es su injusticia: el consumo per cápita del 1% más rico del mundo representa el 15% de las emisiones globales, el 10% más rico causa el 48% de las emisiones globales, mientras que el 50% más pobre de la humanidad aporta tan sólo el 7% de todas las emisiones. En otras palabras, para no superar los límites del Acuerdo de París y salvarnos de las peores consecuencias, será necesario que el 1% más rico del mundo corte sus emisiones por un factor de 30.
Los líderes mundiales no están tomando las medidas para prevenir la destrucción de la vida, probablemente porque no les conviene por razones económico-políticas. No es necesario acudir a círculos activistas para encontrar frustración, desesperación y rabia ante ello. Prominentes figuras de la diplomacia climática reflejan esta realidad en sus discursos. El propio secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, declaró el pasado 28 de febrero, fecha de publicación del último informe del IPCC sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad, que: “Los hechos son innegables, (aquel informe) es un atlas de sufrimiento humano y de fracaso climático a nuestros líderes. Esta falta de liderazgo es criminal. Los mayores contaminadores del mundo son culpables del incendio provocado de nuestro único hogar.”
Por otro lado, el jefe negociador de Panamá en la COP26, Juan Carlos Monterrey Gómez, reconoció que no son los negociadores en la COP ni los líderes políticos sino los crecientes movimientos de activistas climáticos los que se apoderán de las capitales del mundo y los emprendedores verdes quienes le dan esperanza de alcanzar las transformaciones necesarias. Son muchos grupos diversos que componen el movimiento por la justicia climática y están aumentando en número, tamaño y distribución geográfica.
Entre marzo y abril próximos se realizarán diversas acciones por el clima. Se trata de acciones de desobediencia civil, porque los gobiernos ya no protegen a sus ciudadanos de los peligros existenciales. Los Estados están financiando al negocio de combustibles fósiles con subsidios públicos millonarios, obligando a sus ciudadanos a pagar por su propia destrucción y la de millones de otras formas de vida.
Pero algo inédito está ocurriendo: la Rebelión Científica (Scientist Rebellion, SR). Científicos de renombre están saliendo a las calles, actuando de acuerdo con la situación. Estamos en una emergencia, el mayor desafío jamás enfrentado por la humanidad, y las personas que tienen el mayor conocimiento al respecto son las más indicadas para liderar con el ejemplo.
Entre el 4 y el 9 de abril próximo, bajo el lema 'El 1.5 °C ya fracasó, ¡rebelión climática ya!', más de mil científicos estarán realizando acciones masivas y directas de desobediencia civil no-violenta, haciendo fuertes sacrificios personales, arriesgándose a despidos y arrestos porque ya no ven otra solución para comunicar su desesperación y su miedo. Pero sobre todo, para ejercer la presión necesaria para que los gobernantes hagan lo correcto: iniciar una transformación integral de nuestra sociedad, desde una basada en la falacia del crecimiento infinito en un planeta finito a una que se rige por los límites planetarios, la única forma de existir de manera sostenible, porque al final, al planeta no le importa lo que pensamos o lo que queramos, todo funciona según las leyes geofísicas y es con ellas que debemos estar alineados.
En Panamá, el movimiento '¡YA ES YA!' exige que se dé justicia climática y que las naciones industrializadas del Norte Global reduzcan sus emisiones de forma drástica, priorizando la vida, no el negocio.
La población tiene el derecho de saber lo que está pasando. La emergencia climática debe estar en el centro del debate, así como estuvo la covid en su momento. El país se unió por un momento para luchar contra el enemigo común que fue la pandemia. ¡Este enemigo climático es un millón de veces más grande y feroz que el virus!
El 6 de abril será el día de la concienciación nacional sobre el cambio climático. Llamamos a todos los centros educativos, colegios públicos, universidades y demás instituciones de enseñanza a hacer un alto, poniendo como único contenido el clima.
A la empresa privada, las instituciones públicas, las privadas y de la fe, los gremios, los funcionarios públicos, los trabajadores independientes: unámonos todos al llamado a la conversación y acción sobre el clima.
Para más información contacte a través de: info@yaesya.org, baluuala@gmail.com, panamascientistr@gmail.com, scientistrebellion@protonmail.com o siga a 'YA ES YA' y a 'Balu Uala' en Facebook, Instagram y YouTube.