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- 23/08/2021 00:00
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Recuerdo que, a mi llegada desde Santiago de Veraguas a la ciudad de Florencia (Italia) en 1974, acostumbraba a ir a la Plaza de la Señoría y sentarme bajo la Loggia dei Lanzi, allí en el lugar más apartado (a la izquierda) muy cerca y por debajo de la estatua El Rapto de las Sabinas de Giamboloña. Sentía que era un lugar muy intimo, que brindaba seguridad a mi tímida presencia.
Hoy jueves 8 de agosto 2021, regreso y me siento en el mismo lugar y cierro los ojos, para tratar de comprender cuáles eran los motivos, para que yo decidiera sentarme en esa esquina tan vacía de significado, lugar que procuraba en mí una fuerte sensación de seguridad a mis apenas 18 años de edad.
Mirando cuidadosamente hacia todos los lados, voy capturado el vaivén de personas en un cuchichear de miles de idiomas; son los turistas que ayer (dentro mi memoria) y hoy (en nuestro presente) visitan esta hermosa ciudad.
Descubro —a través del recuerdo— que mi refugio era el lugar donde se envidiaba a esas personas que podían viajar —ir y venir de un lugar a otro— cargados de alegrías y de desinteresadas preocupaciones… y yo ingenuamente veía ese mundo, como si fuera una bonita película, del cual poseía el privilegio de apreciar en una cómoda butaca desde la primera fila de mi apartada esquina. Ese lugar todavía conserva esa mística, pues nos brinda la dimensión de nuestra vida y nos hace un puente imaginario con lo que fuimos y lo que hoy en día creemos ser.
También recuerdo que yo tarareaba, un refrán muy popular que decía: “alábate pato, que mañana te mato” repitiéndolo infinitamente y que (tal vez) justificaba mi manera un poquito ingenua de entrar en incómodas situaciones, debido que retirarse a los ojos de los demás era un acto poco inusual para un estudiante que buscaba respuestas a miles dilemas.
He escrito muchas veces que Plaza de la Señoría es un grand contenedor de memorias. Cuando entramos a ella y nos encontramos el blanco mármol de La Fuente de Neptuno de Bartolomeo Ammannati, la Judith y Holofernes de Donatello, el David de Miguel Ángel y una obra muy particular: El Perseo, que fue realizada entre el 1545 al 1554, obra cumbre de la escultura manierista italiana; una de las estatuas más famosas realizada por Benvenuto Cellini y unas de las ultimas llegada a esta plaza. Su fusión en bronce marcó una nueva disciplina didáctica que dio el fundamento académico a todo el universo del mundo escultórico.
Florencia vivía momentos de incertidumbres y el Perseo es una obra representativa de esos momentos, entonces quisiera que usted, lector, siga junto a mí —desde este íntimo apartado lugar— los acontecimientos en torno al 1545 al 1554, aquellos que produjeron las motivaciones para la conceptualización de esta maravillosa obra y las enseñanzas que podríamos descubrir desde este apartado rincón de Plaza de la Señoría.
Entonces vamos a hacer un recuento cronológico de esos acontecimientos para entender con mas claridad el momento histórico y a su vez la importancia de esta escultura:
-1539: Cosimo I contrae matrimonio con Eleonora de Toledo.
- 1540: Reestructuración del Palacio de la Señoría, en vista de la llegada de los esposos Cosimo I y Eleonora de Toledo.
- 1542: Inicio de la construcción del Salón del Mil quinientos. Servirá como salón de audiencia.
- 1542: Se crea la Academia Florentina.
- 1545: Benvenuto Cellini inicia el Perseo. Pontormo inicia las pinturas a frescos de la Iglesia de San Lorenzo,
- 1547: La inquisición condena a Ludovico Domenichi.
- 1547.: Furiosa prédica del jesuita Láinez en el Domo de Florencia.
- 1548: Nómina papal para Antonio di Bindo Altoviti, perteneciente a una familia contraria a Los Medicis, cercana al obispado de Florencia.
- 1549: Eleonora de Toledo compra el Palacio Pitti.
- 1549: La ciudad de Florencia se divide en varias fracciones llamadas sindicherie que informarán a cada instante lo que sucede en cada barrio invitando a los ciudadanos a denunciar cualquier acto de disturbio.
- 1550: Primera edición de Le Vite de Giorgio Vasari.
- 1550: La familia Medici cambia de domicilio hacia el Palacio Pitti.
- 1550: La ciudad de Florencia premia a cada uno que denuncie a quien viola la paz de la ciudad con herejías.
- 1551: Se construyen hogueras en varias plazas para quemar los libros heréticos y obras, objetos sospechosos de “malas enseñanzas”.
- 1552: Proceso en el Domo de Florencia a veintidós heréticos.
- 1553: Prohibición de aglomeración de personas, donde ocurran pleitos con soldados asalariados por su excelencia Cosimo I.
- 1554: Se coloca la estatua “El Perseo” de Benvenuto Cellini debajo de la Loggia dei Lanzi.
La gloriosa ciudad de Florencia, ordenada (anteriormente) bajo los gobiernos comunales y del glorioso periodo del Renacimiento, pasa por momentos difíciles. La sociedad insatisfecha expresa su descontento, a través de una oscura visión del presente y temor por su futuro. Esto abre el espacio para que un espíritu vindicativo y ultra moralista sirvan como respuesta a la colectividad, usando la religión y la superstición como una inmediata respuesta.
Existe un paralelismo en la historia mitológica de las hazañas de Perseo en su antigua Grecia con la situación florentina. Perseo es hijo de un dios (Zeus) con una humana (Dánae). Mitad divino y mitad humano, es considerado un semidiós, él es la representación de la capacidad que tiene la naturaleza humana en utilizar la inteligencia para resolver y para enfrentar las dificultades que obstaculizan su diario vivir. Al parecer, la facultad de usar el intelecto nos rinde activo en nuestro acercamiento a lo divino.
Allá en el confín del mundo, donde se acaba el horizonte, se precipitaba un infierno desconocido, pues la Tierra era como un cubo y quien se aventurara más allá, nunca regresaba a su ciudad. En tres promontorios con forma de isla, las llamadas Gorgonas custodiaban ese confín. Eran tres monstruosas criaturas, hermanas entre ellas. Esteno y Euriale eran inmortales, mientras Medusa era mortal.
El reto (o misión) que le fue impuesto a Perseo fue el de ir a esos inhóspitos lugares, asesinar al monstruo y traer prueba de esa victoria, haciendo vencer la razón sobre las supersticiones.
Pues aquí en esta plaza, desde mi apartada esquina, capto la importancia del llamado de esta estatua, sobre todo cuando un espíritu reformador trata de buscar luz en las complicadas relaciones del pensamiento humano.
En momentos de dificultades sociales, se multiplica la demagogia cargada de populismo, los falsos predicadores, aquellos que abrazan aniquilados el catastrofismo ideológico, la falsedad histórica… pues cierro mi cuaderno de apuntes, cruzo mis piernas y miro entre la multitud de turistas al Perseo, quien muestra la cabeza de medusa hacia los transeúntes, y sí, me digo a mí mismo: “allí esta el monstruo de nuestras dudas, decapitado y derrotado”… fácil lectura para un cholito veragüense que trataba de dar repuesta a los miles de enigmas que los tesoros del viejo continente encierran.
El viento cálido baja de las colinas de Fiesole y Settiñano acaricia mis mejillas y sigo sentado, absorto desde mi apartada esquina en busca de otros miles. ¿Por qué?