Ciclistas, atletas, patinadores y paseantes de la capital colombiana tienen una cita infaltable desde hace 50 años: la ciclovía de los domingos y festivos,...
- 01/06/2020 00:00
- 01/06/2020 00:00
La presión social a la cual se ve sometida la mujer es un tema que se debate desde hace muchos años, sin embargo, muy poco se discute de la presión social que tiene el hombre.
El sociólogo José Lasso explica que para entender la situación de hombres y mujeres en la sociedad, es necesario mirar hacia el pasado.
Indica que históricamente hay un conjunto de reglas, instituciones y discursos autoritarios que han sido impartidos en distintas comunidades; siempre procedentes de visiones de grupos dominantes e instituido por estructuras religiosas o ideológicas, que llegan a tomar concreción en la política y normas legales en muchos países.
“En el Oriente, la institución de roles sociales de la mujer se encuentra fundado de forma legal, donde se permiten castigos inhumanos a las damas que los incumplan. Lo que quiero plantear en este contexto es que las reglas sociales impuestas a lo largo de la historia por causas de distintos tipos determinan lo que se ve “normal” en los varones y mujeres en la sociedad”, sustenta.
Lasso asegura que estos roles creados se vuelven parte de los imaginarios sociales y comportamientos en la vida cotidiana. Tanto es así que se reproduce en el sistema escolar, reglas familiares construyendo lo “normal” o “anormal” en el comportamiento.
El sociólogo apunta que hoy, producto de la herencia de pensamientos religiosos e ideologías extremas conservadoras, se espera a un hombre que no exprese emociones y que ejecute prácticas en las cuales demuestre fortaleza física e intelectual. Además, que asuma responsabilidades familiares como ser el jefe del hogar que cuida a toda la familia.
“Lo ideal es que los roles sean compartidos de forma igualitaria entre hombres y mujeres. Pero una sociedad altamente conservadora da lugar a presiones como las que he planteado anteriormente, donde se mide y se evalúa a los varones con parámetros de este tipo, constituyéndose en un error de equidad, inclusión e igualdad como seres humanos”, sostiene.
Uno de los puntos que expone el especialista es que si el hombre se relaciona en espacios donde el discurso de “proveedor” está incluido en el pensamiento, entonces la presión de que debe cumplir es alta.
“Este ejemplo puede complicarse cuando el varón con un pensamiento dominante de “único proveedor”, pierde esa capacidad y su pareja toma el control. Es ahí donde choca con su creencia y pone al hombre en una situación a veces insostenible, provocando conflictos familiares y de pareja (casos presentes en la sociedad panameña)”, asegura.
Lasso afirma que en una relación saludable, el hombre debe entender que su masculinidad no depende de si es o no proveedor. “Con un reparto e intercambio de roles de pareja, esta situación no tiene ningún efecto y debería resolverse en cooperación y planificación del sostenimiento familiar”.
En cuanto al espacio laboral, el sociólogo señala que si el pensamiento es tradicional, influye muchas veces en el rendimiento del hombre y se ve reflejado en las estructuras institucionales impuestas por las compañías.
“Si la estructura de una empresa está concebida en una visión conservadora, promoverá a los caballeros sobre las damas en puestos clave (situación que existe hoy en Panamá); esto hace muy difícil que las mujeres accedan, y facilita que los hombres tomen estos espacios. Esto les exige a los varones mostrar sus competencias que se supone que son las adecuadas para ellos. Si alguna mujer puede desarrollar competencias que superen a los hombres en el mismo entorno, aquellos que tengan un pensamiento conservador se verán vulnerados”, expone
Ante este panorama, Lasso remarca que la única alternativa es el cambio en el discurso y formas de pensamiento.
“Poco a poco los movimientos sociales de mujeres y hombres están entendiendo que hay que crear nuevas masculinidades, donde exista equidad entre ambos, donde la ruptura de roles tradicionales absurdos sea un hecho que dé paso a una nueva sociedad igualitaria”, puntualiza.
La sociocultura establece normas de comportamiento basadas en tradiciones, costumbres, mitos, religión, política y valores. Esto también sucede en el área sexual.
El psicólogo especialista en sexualidad Pedro Rondón Navas comenta que existen estereotipos de género que indican cómo y bajo qué parámetros debe comportarse el hombre para ser socialmente aceptado.
Rondón subraya que actualmente el empoderamiento sexual de las mujeres y los comentarios de las blogueras del sexo generan muchas distorsiones sobre información sexual en las damas, ya que son personas que hablan de sus propias experiencias sexuales y las generalizan como una regla.
“La mayoría de estas influencers no tienen estudios formales en sexología, medicina ni psicología, sin embargo, imparten información sexual llena de mitos y errores de concepto”, sustenta.
El sexólogo manifiesta que esto ha hecho que muchas mujeres exijan un rendimiento sexual en sus compañeros, que fisiológicamente son incapaces de hacer, como lo es tener varios coitos seguidos, durar más de media hora en la penetración, e incluso lo responsabilizan de sus orgasmos.
“Esta presión genera ansiedad y disfunciones sexuales en los hombres, porque consideran que deben ser expertos en la intimidad y cumplir con estas expectativas distorsionadas de sus parejas”, asegura.
Rondón advierte de que estas presiones pueden generar baja autoestima sexual, inseguridad, disminución del deseo en la intimidad y, por tanto, problemas de erección, eyaculación rápida o retardada. También ocasiona evasión de los encuentros sexuales, dificultades para relacionarse, además puede conllevar a una vida sexual insatisfactoria.
“El hombre bajo estas circunstancias va a un encuentro íntimo preocupado por funcionar bien, tratando de demostrar que es un experto, aunque no lo sea, e intentando satisfacer a su pareja a costa de su propio disfrute, es decir, asumiendo una mala vida sexual, ya que en vez de disfrutar va a pensar cómo hacerse cargo de toda la situación en el coito y cómo responder ante las exigencias de su pareja”, indica.
Por otro lado, el experto en sexología corrobora que la pornografía pone su cuota en las presiones hacia los hombres.
“Ante la inexistencia de una educación sexual basada en la salud, el cuidado, la higiene, la responsabilidad, el componente afectivo, la anatomía, el conocimiento de la respuesta sexual humana y el placer, el hombre busca información en lo que le cuentan sus amigos (que saben tanto como él) y en la pornografía”, constata el sexólogo.
“Ellos esperan que las mujeres tengan orgasmos como en las películas, no toman en cuenta hacer actos previos porque consideran que a ellas no les gusta y asumen una sexualidad distorsionada, sin entender que la pornografía es ciencia ficción y no realidad”.
Para evitar errores en torno a la sexualidad, el especialista recomienda empezar a hablar con los adolescentes de lo que es el respeto, los valores, el sexo, el placer.
“Los padres deben prepararse para responder las inquietudes de sus hijos, porque todo parte de la información sexual. Les aconsejo buscar información científica sobre el tema, no revistas de segunda o datos distorsionados de influencers, que en lugar de educar, desinforman y generan expectativas sexuales incoherentes y falsas”, orienta.
“La fisiología del ser humano está hecha para funcionar de determinada manera y no deberían existir presiones para ir más allá de los límites. Tenemos que asumir que la sexualidad es placer, es juego, pero con responsabilidad. Cuando vamos a tener un encuentro sexual no debemos pensar, sino sentir, no tenemos que demostrar nada a nadie, no vamos a ser evaluados, no vamos a dar exámenes, pero también las mujeres tienen que comprender esto”, reflexiona.
Psicocode, un blog de psicología especializado en el bienestar emocional, publicó el estudio que realizó el psicólogo Solomon Asch, que tras varios experimentos dio a conocer cómo la presión social puede influir en el juicio del sujeto ya sea en el ámbito laboral o familiar.
El portal anotó que el psicólogo reunió a ocho sujetos, siete de los cuales eran actores. La prueba consistía en dar respuesta a una serie de preguntas simples que no guardaban relación con el tema de estudio.
El blog sostuvo que los actores tenían directrices para contestar de forma errónea progresivamente. Como consecuencia, el individuo inocente acabó cediendo en sus respuestas sometido por la presión grupal, y poniendo en duda sus propias ideas.
Para romper con el círculo de la presión social, expertos en salud mental recomiendan reforzar la seguridad, las creencias y la independencia individual, manteniendo el respeto social.