Colón, Colón, ¿un salto al pasado?

  • 19/08/2018 02:02
Colón no deja de plantearle a Panamá la necesidad de reinventarse permanentemente, a pesar que su destino es el comercio, punto que no contradice el hecho de que la cultura no pueda tener su espacio

No pocas veces he viajado a Colón. La primera vez lo hice con mis padres por la década del sesenta y la última vez el 15 de agosto, día de la fundación de la antigua Ciudad de Panamá, en la Costa Pacífica. Panamá la Vieja, como la conocemos, ha sido recreada en la música, la historia, la literatura e, incluso, en la filosofía como un espacio nostálgico, de panameñidad sentida o vivida.

Panamá La Vieja es la nostalgia postcolonial, es la nostalgia de un mundo que se recrea en la memoria, es la nostalgia de un mundo que, en el presente, no nos causa preocupación o malestar. En cambio, la ciudad del Atlántico, la ciudad de Colón, que también se le conocía como Aspinwall, es una ciudad incrustada en el presente, en nuestro atribulado presente que no termina de despegar para ofrecer un país mejor para todos.

No es necesario ahora escribir lo que todos sabemos sobre Colón. Lo que sí es pertinente recordar es que, con respecto a Colón, he escuchado muchos comentarios racistas del por qué Colón vive en esa situación, como si la raza tuviera alguna culpa de que la ciudad esté en ese estado tan deprimente.

Es, en este sentido, que no deberíamos olvidar lo que en uno de sus textos escribiera Frantz Fanon de que una sociedad es racista o no. Lo que aparentemente es una dicotomía sencilla, una elección que no comporta mayores problemas, porque, en el planeta, qué sociedad no es racista, no deja de ser en el caso de Panamá una dicotomía punzante y sangrienta, porque, en efecto, Panamá es el resultado en su historia de un proceso intenso de transferencias humanas y culturales.

Sin embargo, ese racismo que pervive en nuestra mentalidad, que cruza individuos, familias, clases, es una constante que se encuentra a lo largo de nuestra literatura, como en Joaquín Beleño, Eric Walrond y Carlos Guiilermo Wilson, clásicos literarios que han recreado el aspecto más desgarrador de la modernidad panameña: el racismo. Desde que el bardo panameño, Federico Escobar (1861-1912), escribiera los siguientes versos ‘También negro nací; no es culpa mía.../El tiente de la piel no me desdora,/ pues cuando el alma pura se conserva/ el color de azabache no deshonra', sabemos en las letras panameñas lo que significa el dolor de la piel, eel racismo, y la ausencia de una cultura que nos incluya a todos más allá de estos tópicos desgarradores.

Ya en Colón paso por algunas recién construidas calles. De pavimento. No hay huecos. Algunos edificios históricos, como la casa Wilcox, son renovados. Me detengo en la Catedral, construida entre 1929 y 1934, y está sujeta igual a una obra de restauración. El portón, las bancas y los vitrales son originales. Solo es necesario darles un vistazo y reconocer el buen estado en que están. Desde su interior se respira tranquilidad, después de haber visto un comando de policías, armados de pistolas y metrallas, allanando un edificio en busca de un sospechoso.

Me pregunto si mi relación con Colón es de carácter nostálgico, donde trato de reconstruir todas las veces que he ido a la ciudad. Me dirijo a la ‘iglesia Cristo, a Orillas del Mar' (Tejeira Davis 2011), que según éste, es el único edificio sobreviviente del siglo XIX, pero veo que el portón está cerrado. Nunca la he visto abierto. Su interior es para mí un misterio. Pregunto cómo sería posible entrar y un vecino me señala una oficina. Está cerrada. Son más de las cuatro de la tarde. Otro vecino aparece en su balcón y me mira a través de las rejas. Regreso a mi carro y lanzo un vistazo sobre la iglesia que me transporta al siglo XIX y trato de imaginarme Colón en aquella época.

Es, en este sentido, que no deberíamos olvidar aquel interesante texto de Eusebio A. Morales, escrito en 1919, donde narra el estado en que encontró a la ciudad al llegar en 1886. Hay que puntualizar, por ejemplo, que la ciudad había sido refugio de los liberales colombianos, intelectuales y libres pensadores, que se había opuesto al centralismo de Rafael Núñez. Justo Arosemena editaba aquí el periódico La Situación , órgano liberal que defendía el federalismo y la democracia. Además, cosa que tampoco hay que olvidar, la ciudad de Colón era un centro comercial de judíos sefarditas, de la isla de Curazao, ilustrados y liberales.

Morales ofrece una larga lista de personalidades de la época que se dieron cita en la ciudad, una lista que era la prueba de que, efectivamente, la ciudad a pesar de su estado deprimente y desolador, húmedo, plagado de basura y mosquitos, no dejaba de decir, lo siguiente: ‘Colón tenía, por eso, una sociedad muy culta en la cual no se advertían diferencias ni intolerancias políticas' … ‘Las circunstancias habían hecho que aquel lugar insalubre, feo y monótono, fuera a un tiempo asiento de un gran comercio y centro intelectual muy digno de ser tenido en cuenta'.

‘Hay múltiples ejemplos de que una ciudad comercialmente próspera, portuaria y abierta al mundo, es lo mejor para la cultura. ¿Por qué debe ser diferente en Colón?

Esta imagen contradictoria de Colón, es decir, un año después de que ocurriera el incendio que prácticamente arrasara con la ciudad, es tan contemporánea que el lector podría encontrar fácilmente semejanzas entre el Colón que Morales describe y el de hoy.

No es que el tiempo se haya detenido. Es que Colón no deja de plantearle a Panamá la necesidad de reinventarse permanentemente, a pesar que su destino es el comercio, punto que no contradice el hecho de que la cultura no pueda tener su espacio. El problema son las élites, la clase política, la idea de ciudad y de país que se quiere.

Hay múltiples ejemplos de que una ciudad comercialmente próspera, portuaria y abierta al mundo, es lo mejor para la cultura. ¿Por qué debe ser diferente en Colón? Ahora se habla de un nuevo museo para la ciudad y quizás sea la gran oportunidad para conectar e impulsar un proyecto de largo plazo que conecte la cultura y la economía, la rica y variada historia de la ciudad con el hecho de que Colón es la ciudad panameña que mejor proyecta nuestra modernidad con todas sus contradicciones.

Lo Nuevo
Suscribirte a las notificaciones