Vida y cultura

Violencia basada en las relaciones de género: más allá de los golpes

La violencia hacia las mujeres es una de las manifestaciones de las relaciones de género, que se basan en la supuesta superioridad del hombre.
Actualizado
  • 24/11/2024 00:00
Creado
  • 23/11/2024 18:19

Se necesitan más mujeres participando de la gobernanza y la toma de decisiones en todos los niveles y en todas las instituciones. El principal desafío del siglo XXI es erradicar la desigualdad que afecta al mundo entero, y solo será posible incorporando a las mujeres al poder político

El 25 de noviembre de 1999 fue declarado por la ONU el Día Internacional contra la Violencia hacia la Mujer, sin embargo, en Latinoamérica esta fecha se conmemora desde el año 1981 en honor a las tres hermanas Mirabal (dominicanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960, por orden de Rafael Trujillo, del que eran opositoras).

Es importante señalar que la violencia hacia las mujeres es una de las manifestaciones de las relaciones de género que se basan en la supuesta superioridad del hombre. La violencia puede tomar diversas manifestaciones y formas.

Entre ellas, violencia directa que es visible y la que más llama la atención, pero también hay violencia invisible, como la cultural, estructural, entre otras (violencia intrafamiliar, patrimonial, psicológica, institucional, feminicida, sexual, laboral, económica, mediática, telemática, obstétrica, política, simbólica, etc.).

Debemos señalar que las personas reaccionan ante el femicidio y otros actos visibles de violencia contra las mujeres. El problema es que para llegar a esos niveles ya se ha transitado antes, por otras formas de violencia menos visibles (gritos, malos tratos, abuso, humillación), que son tolerados por la cultura imperante que considera a las mujeres inferiores y no sujetos de derecho.

Esto ocurre a pesar de que se han firmado diversos documentos internacionales para la protección de los derechos humanos de las mujeres: La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW-ONU, diciembre de 1979 y entró en vigor en 1981) y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (conocida también como Belem do Pará) (9 de junio de 1994-OEA). Son los dos instrumentos internacionales más importantes para nosotras.

Además, las Naciones Unidas han organizado cuatro conferencias mundiales sobre la mujer, que se celebraron en Ciudad de México (1975), Copenhague (1980), Nairobi (1985) y Beijing (1995).

A esta última siguió una serie de exámenes quinquenales (2000, 2005, 2010, 2015, 2020). Sin embargo, aún las mujeres son sujetos de violencia en el mundo entero. En este sentido abundan las cifras.

La violencia contra los derechos reproductivos

Es la acción que impide, limita o vulnera el derecho de la mujer a decidir libremente el número de hijos que desea tener y el intervalo entre los nacimientos; a recibir información, orientación, atención integral y tratamiento durante el embarazo o pérdida del mismo, parto, puerperio y lactancia; ejercer una maternidad segura; o, a elegir métodos anticonceptivos seguros o que impliquen la pérdida de autonomía o de la capacidad de decidir libremente sobre los métodos anticonceptivos a ser adoptados.

El reconocimiento de los derechos reproductivos es sumamente importante, porque representa la dimensión en la que se genera la mayor desventaja entre hombres y mujeres (IDH-2010).El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, siglas en inglés) informa que la mitad de los embarazos en el mundo son no deseados.

Esto ocurre a pesar de que estamos en el siglo de la ciencia, la tecnología y de la inteligencia artificial. Lo que a todas luces es absolutamente contradictorio y obviamente responde a una relación de poder desigual entre hombres y mujeres en el mundo entero.

De acuerdo con Unfpa, Panamá tiene una tasa de fecundidad adolescente de 61,7, cifra que está por encima de la media de América Latina (53.4). En América Latina y el Caribe, el 18% de los nacimientos son de madres menores de 20 años.

La región de América Latina y el Caribe tiene la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes. Las madres adolescentes tienen un mayor riesgo de eclampsia, endometritis puerperal e infecciones sistémicas. Los bebés de madres adolescentes tienen un mayor riesgo de tener bajo peso al nacer, nacimiento prematuro y afección neonatal grave.

El embarazo adolescente puede ocurrir por múltiples razones (abuso, violación o explotación sexual, inequidades en educación, pobreza, desplazamiento o situaciones de conflicto, familias disfuncionales, búsqueda de atención y afecto, entre otras). Para prevenirlo es necesario contar con información al respecto, lo que ocurre mediante la educación sexual impartida en el sistema educativo.

La educación sexual formal como necesidad

Nuestra sociedad se ha negado en repetidas ocasiones a la educación sexual formal, incluso se acuñó un eslogan “Con mis hijos, no te metas”. Han señalado que es una responsabilidad de la familia. La mayoría de los hogares panameños tiene una mujer sola a cargo, que sale a buscar el sustento además de garantizar el cuidado de la familia. La mejor manera de prevenir un embarazo y las enfermedades de transmisión sexual (ETS) es usar un método anticonceptivo y condón al mismo tiempo.

De acuerdo con informes de los Juzgados de Niñez y Adolescencia, desde 2010 a 2022, el abuso sexual hacia niñas, niños y adolescentes se duplicó: pasó de 660 a 1393, respectivamente, siendo las niñas y adolescentes las más afectadas (Milena, 2021). En diciembre de 2023, Unfpa lanzó la campaña social “No todas las maternidades son felices”, que plasmó una causa y dos de las consecuencias del embarazo en la adolescencia (15 a 19 años) en tres videos.

Según Unicef (Panamá-2022) Las mujeres adolescentes son las principales víctimas de la violencia sexual: de acuerdo con datos del Ministerio Público, en 2021 se registran 5.969 víctimas de delitos contra la libertad e integridad sexual. De estas víctimas, 65% fueron personas menores de 18 años (3,878 víctimas). 92% de las víctimas menores de 18 años fueron mujeres. Por rango de edad, 87% de las víctimas menores de 18 años eran adolescentes entre 10-17 años (41% entre 10-14 años y 59% entre 15-17 años). Se evidencia que los y las adolescentes mujeres y hombres de Panamá experimentan condiciones y barreras diferentes en cuanto al disfrute de sus derechos. Por ejemplo, en términos de violencia sexual, las mujeres adolescentes son víctimas en comparación con los hombres en proporciones casi de 9 a 1.

El embarazo adolescente, según la ONU, se define como el embarazo que ocurre en mujeres menores de 20 años. Esta definición abarca tanto a las adolescentes menores de edad (de 10 a 19 años) como a las niñas en la etapa de la adolescencia temprana (de 10 a 14 años). Una de las principales razones por la que sucede es por la falta de educación en materia sexual. Lo que para algunas personas es obvio, en otros lugares es algo totalmente desconocido, sobre todo en las comarcas y zonas de difícil acceso.

Además de la información, es indispensable que los anticonceptivos estén disponibles, sean asequibles y confiables. Es importante que sea fácil acceder a ellos, porque son de vital importancia para que las mujeres puedan controlar su fecundidad a cualquier edad. Se requiere una verdadera política de salud sexual y reproductiva, entre otras.

Mujeres, gobernanza y políticas públicas

El problema fundamental es que las políticas públicas, no atienden las necesidades prácticas y los intereses de las mujeres, dado que generalmente las decisiones las toman varones privilegiados, que desconocen la vida cotidiana de las mujeres.

Se necesitan más mujeres participando de la gobernanza y la toma de decisiones en todos los niveles y en todas las instituciones. El principal desafío del siglo XXI es erradicar la desigualdad que afecta al mundo entero, y solo será posible incorporando a las mujeres al poder político.

La autora es directora del Instituto de la Mujer de la Universidad de Panamá.

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