Vida y cultura

EE.UU. en la era Trump. En busca de la hegemonía perdida

El segundo mandato de Trump, prolonga y reafirma las profundas contradicciones socioeconómicas y políticas de la sociedad estadounidense. EFE
Actualizado
  • 26/01/2025 00:00
Creado
  • 25/01/2025 16:46

Existe una divergencia entre el poder militar y el económico en Estados Unidos. Mientras conserva su influencia militar a nivel mundial, su economía presenta signos de declive y predomina su condición de nación en crisis. Entre tanto, el centro financiero e industrial se está desplazando hacia Asia oriental

La premisa central es la siguiente: a pesar de sus retóricas contra la OTAN, amenazas arancelarias, anexiones territoriales, uso de la fuerza militar y otras acciones como la posible “toma” del Canal de Panamá, Trump no tiene la intención de desmantelar la totalidad del orden internacional. Su objetivo es, en cambio, crear espacios para un “reajuste hegemónico” de Estados Unidos dentro de ese mismo orden.

Este “reajuste hegemónico” se observa en la visión de Trump, a través de varios desafíos. La creciente influencia de China como potencia económica y militar; la migración internacional debido a una globalización descontrolada; el deshielo del Ártico y la disputa por nuevas rutas comerciales; y la falta de una orientación uniforme entre grandes potencias.

Todas estas cuestiones están relacionadas con la política de “America First”, como temas de seguridad nacional. La seguridad nacional de Trump tiene que ser leída en clave geopolítica: la ostensible perdida de hegemonía a nivel del orden internacional por parte de EEUU.

Qué es la hegemonía

¿Qué significa hegemonía en las relaciones internacionales? ¿Qué implicaciones tienen las transformaciones en los componentes hegemónicos del “sistema-mundo”? La hegemonía según G. Arrighi es una mezcla de dominio y liderazgo que ostenta un Estado cuando está en capacidad de “alegar creíblemente ser la fuerza motriz de una expansión general de los poderes colectivos gobernantes vis-à-vis los súbditos” ; o que “puede afirmar de modo creíble que la expansión de su poder, relativo a algunos o incluso a todos los otros Estados, es de interés general para los súbditos de todos los Estados”.

Este marco generó las hegemonías mundiales del “largo siglo XX”. Tras las proto-hegemonías de Venecia y Génova en el Renacimiento, Arrigui propone tres grandes hegemonías modernas: Holanda (Reino de los Países Bajos) en el siglo XVII; Gran Bretaña en el siglo XIX; y Estados Unidos en el siglo XX.

La hegemonía no es solo una cuestión de administración estatal en política exterior, es el resultado de una “transformación política y económica”; cosa que sucedió el término de la segunda guerra mundial, inaugurando un periodo que se prolongó hasta 1970.

“...ese momento marcó el inicio de la tendencia descendente de dos ciclos absolutamente normales en la operación del sistema-mundo moderno: tanto el ciclo de hegemonía, cómo el ciclo general de la economía. El período entre 1945 y hasta aproximadamente en 1970 marcó la cumbre de la hegemonía de Estados Unidos en el sistema—mundo; fue también el momento de la más expansiva tendencia ascendente de la fase A en el ciclo de Kondratiev, que la economía mundo capitalista ha conocido en la historia” (Wallerstein, Crisis, Cual Crisis).

La transformación sistémica

Dos características tienen la actual transformación sistémica que afecta a EEUU. Entre los factores internos, la pérdida de capacidad productiva industrial, además del malestar social y económico que afectan a importantes sectores sociales en EE. UU.

Siendo el resultado de una globalización que ha trasladado empleos e industrias al exterior, causando precariedad laboral, más horas de trabajo y aumento de la deuda de los hogares.

Entre factores externos, un orden unipolar dominante—tras la Segunda Guerra Mundial—en disolución, resultado de un complejo proceso de multipolaridad que está reordenando la geopolítica y redefiniendo la influencia de EE. UU. en el “sistema-mundo”. ¿Cómo se puede interpretar el discurso de Trump sobre la élite globalista en EE. UU. y la acusación a China de beneficiarse económicamente a expensas de los Estados Unidos? (Riley, Dylan: ¿Qué es Trump?)

La prolongada expansión material del capitalismo de posguerra bajo la hegemonía estadounidense alcanzó su límite a finales de los años sesenta. Posteriormente, desde la crisis de los primeros años setenta, se inició un ciclo de expansión financiera que Estados Unidos aprovechó para mantener su poder mundial más allá de lo posible. Sin embargo, al final del siglo, este ciclo de expansión financiera demostró ser cada vez menos sostenible. (Anderson, Perry).

Dos razones: Primero, los conflictos sociales, la pérdida de empleos, la migración desde el sur global y las luchas laborales en un contexto de desindustrialización, han acelerado la transición de la expansión material a la financiera desde los años setenta.

En segundo lugar, se observa una discrepancia entre el poder militar y económico: mientras que Estados Unidos mantiene su influencia militar a nivel global, su economía muestra signos de declive, donde predomina su condición de nación deudora. Al mismo tiempo, el centro financiero está trasladándose hacia Asia oriental. (Anderson, Perry).

El segundo mandato

El segundo mandato de Trump—a pesar del intervalo presidencial de Biden—, prolonga y reafirma las profundas contradicciones socioeconómicas y políticas de la sociedad estadounidense.

¿Qué mensaje transmite el presidente Trump de manera no convencional? ¿Qué implicaciones tienen las políticas imperialistas de “America First”? ¿Son viables las expresiones expansionistas relacionadas con Groenlandia, Canadá y Panamá?

Detrás de un lenguaje agresivo, descalificador y grosero, se expresan las consecuencias de una situación caracterizada, por la manifestación de una nueva dinámica en la manera de operar el sistema mundo.

Es la bifurcación entre el poder militar y el económico, como centro de la crisis del “sistema-mundo”, la que marca el anclaje de un conjunto de contradicciones insuperables por irreversibles.

Es también el contexto en que surge la alianza Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que busca protagonismo económico, político y cultural. Compiten con instituciones financieras tradicionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, proponiendo una nueva arquitectura financiera internacional.

Este es el meollo de la crisis sistémica de hoy, y que tiene a los EE.UU. de Trump, en la irrecuperable bifurcación entre un agotado modelo de hegemonía, por un lado; y de un modelo de acumulación en crisis, por el otro.

Trump y las clases sociales

La agenda económica nacionalista de Trump atrajo a trabajadores y clase media perjudicados por la deslocalización industrial y preocupados por la competencia laboral de inmigrantes.

Sus seguidores en 2016, generalmente sin formación universitaria, tenían ingresos ligeramente superiores a la media. También recibió apoyo de trabajadores manuales calificados (Riley, Dylan: ¿Qué es Trump?).

En este contexto de globalización neoliberal, los intereses materiales inmediatos de algunos grupos se presentaron en clave nacionalista. Trump explotó esta veta, y ya en 2016 combinó al núcleo del electorado republicano —evangelistas votantes, sureños blancos relativamente ricos, rurales suburbanos— , con una parte de la clase obrera de los Apalaches y una fracción de los indecisos de la clase trabajadora del alto Medio Oeste. Esta alianza se renovó y se amplió en su última elección, permitiéndole un segundo mandato (Riley, Dylan: ¿Qué es Trump?).

Corolario final

Un discurso de posesión de Trump, plagado de amenazantes “ordenes ejecutivas”, al margen de las instancias institucionales deliberativas estadounidense, marcan el estilo autoritario. Las concepciones antiinmigrantes, misóginas, xenófobas y anexionistas, que propugnan por una “America First”, limitarán en Estados Unidos a la población progresista y democrática, toda posibilidad de debatirlas en el contexto público. Asimismo, para demandarlas institucionalmente. Para nosotros, sólo el contexto regional e internacional resultará efectivo.

En resumen, las acciones del Presidente Trump pueden tener consecuencias económicas para nuestro país. Podría iniciar una guerra comercial con China e incluir a Panamá en su retórica belicista. Solo la unidad nacional, y una estrategia diplomática en foros regionales e internacionales serán fundamentales para enfrentar estos desafíos.

El autor es sociólogo. Académico docente e investigador de la Universidad de Panamá.

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