Vida y cultura

Dos días y medio con José Martí

Actualizado
  • 24/11/2024 00:00
Creado
  • 23/11/2024 18:12

El Centro de Investigación Educativa de Panamá organizó un seminario para reflexionar sobre la vigencia del pensamiento de José Martí. La educación estuvo en el centro del debate, pero también la política y la ética

Los recuerdos llegan ya como viejas diapositivas, pero el alma se emociona igual: estoy en un sitio de Cuba llamado Topes de Collantes, todo verde y oloroso a flor de café. En un bar, en la ciudad de Trinidad, donde todos bailan hasta el exceso. En un cuarto del Hotel Nacional, mirando el malecón inmenso de La Habana. En ese sitio que es historia y es política, sobrecogimiento y dudas: el Mausoleo del Che Guevara.

Un viaje a Cuba puede ser muchas cosas, pero prima la música y la presencia de José Martí. La música está en todas partes —boleros, rumba, mambo y trova— y Martí también: en las plazas como estatua o busto; en las paredes y fachadas como pensamiento. A una turista le asalta esa presencia constante; para el lugareño es paisaje común.

Resulta, sin embargo, que a Martí lo conocemos más de lo que pensamos. La afirmación es de Guillermo Castro Herrera, doctor en Estudios Latinoamericanos y apasionado de la historia ambiental, quien la semana pasada fue uno de los expositores en el seminario de formación denominado “Martí: Educación y cambio en América”, organizado por el Centro de Investigación Educativa de Panamá (Ciedu).

Quién no ha leído alguna vez, por ejemplo, La niña de Guatemala, aquel poema que en sus primeros versos dice: Quiero, a la sombra de un ala/ contar este cuento en flor: la niña de Guatemala/ la que se murió de amor. O escuchado a Pablo Milanés cantar: Yo soy un hombre sincero/ de donde crece la palma. Y antes de morirme quiero/ echar mis versos del alma.

El propósito del encuentro era reflexionar sobre la vigencia del pensamiento de Martí (1853-1895), un hombre de la segunda mitad del siglo XIX preocupado por la condición de los seres humanos, la educación y la virtud. Del segundo tema se ocupó Castro Herrera: José Martí. Educación para tiempos de transición, y para empezar su exposición planteó dos premisas: que la historia no es teleológica, es decir, que no va a ninguna parte, pero sí procede de algún sitio, y que la historia no es otra cosa que la interacción constante de un pasado y un presente, con sus crisis y catástrofes.

Ambas premisas sirven para situar a Martí, habanero fruto “del moderno sistema mundial que nació a lo largo del siglo XVI”, cuya vida, explicó Castro Herrera, estuvo marcada por la colonialidad, la etnicidad y el racismo. “Es un hombre de finales del siglo XIX, a quien le toca ver la descomposición del imperio español, la creación de los estados y de las dictaduras liberales oligárquicas, y los conflictos antiimperialistas”. Periodista, escritor y político, Martí sufrió la cárcel y el exilio, para finalmente morir en 1895 a manos de las tropas realistas, en el contexto de las batallas independentistas.

¿Cuán importante era la educación para Martí? ¿Cómo se inserta esta preocupación en el mundo que le tocó vivir? Como explicó Castro Herrera, para el pensador cubano era importante saber, en el sentido de adquirir conocimiento: “Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernar conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías”.

En el encuentro también participó María Marlene Vásquez Pérez, doctora en Ciencias Literarias y directora del Centro de Estudios Martianos de La Habana, quien expuso sobre “La universalidad ética de José Martí” y “José Martí, pensamiento descolonizador y cultura de paz”, entre otros temas.

El acercamiento ético a la vida y obra de Martí fue especialmente seductor. Como bien señaló Vásquez Pérez, “ética, poética y estética son tres valores inherentes en toda la obra de Martí”, trátese de textos o notas sobre arte o política. “Martí es uno de esos pensadores dueños de una coherencia interna”, cuya vida y obra no se pueden separar “porque dejarías de presentarlo cabalmente”. Dicho de otra forma, Martí era poeta en sus textos políticos, y político hasta en sus cartas personales, entendiendo lo político como la búsqueda de lo bueno, del bien común o de la virtud.

Como muestra de estos tres valores de la obra de Martí —ética, poética y estética—, la dedicatoria del poema Ismaelillo que retrata las preocupaciones del autor, sí, pero también su pensamiento humanista y capacidad para la belleza:

“Hijo: Espantado de todo me refugio en ti. Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud, y en ti. Si alguien te dice que estas páginas se parecen a otras páginas, diles que te amo demasiado para profanarte así. Tal como aquí te pinto, tal te han visto mis ojos. Con esos arreos de gala te me has aparecido. Cuando he cesado de verte de una forma, he cesado de pintarte. Esos riachuelos han pasado por mi corazón. ¡Lleguen al tuyo!”

El encuentro se realizó la misma semana en la que se celebró el Día Mundial de la Filosofía, una feliz coincidencia cuando se piensa en la pertinencia de las inquietudes martianas en el contexto actual: ¿cuál es el estado de la educación panameña, por ejemplo? ¿Somos realmente libres? ¿Cómo estamos enfrentando, como sociedad, las crisis actuales de derechos humanos y ambientales?

El seminario también sirvió de fondo para presentar el libro Textos sobre educación de José Martí, una obra en formato electrónico que recoge una serie de textos de José Martí relacionados con la educación, seleccionados por Castro Herrera. Los comentarios sobre el libro, en una nota posterior.