Incidente en el ‘Guardian’: Panamá 1931
- 08/02/2025 09:49
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El 28 de diciembre de 1930 se corrió el Clásico de Navidad “República del Perú”, fue una carrera de 1800 metros en el hipódromo “Juan Franco” organizada por Eduardo Garland Roel, jefe de misión del Perú en Panamá.
La lid hípica la ganó el caballo “Administrador” de propiedad del señor Ernesto de la Guardia Jr. de la Secretaría de Relaciones Exteriores de Panamá y conducido por el laureado jinete Escobar.
El premio fue una copa de plata representando un huaco peruano que Garland describió en detalle en una entrevista que ofreció tres días antes de la carrera al “Panamá América”.
En ella expresó que “el deporte desempaña un papel importante en las relaciones de los pueblos” (Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 5-20-A,of.1,doc.262,1931).
Cuando Garland informaba, el 7 de enero, del impacto de esta actividad hípica a Lima, fue súbitamente requerido por las autoridades del Canal para que se apersonase al puerto de Balboa dado que se había producido una situación que podría tener consecuencias insospechadas. Intrigado, Garland acude al muelle donde halla el buque norteamericano “Guardian” de la “All American Cables Inc.” y encuentra a la tripulación peruana vociferante y en huelga.
Solo admiten hablar con Garland ya que su capitán, Mr. Simpson, había suspendido el diálogo en espera de indicaciones del bufete jurídico de la naviera con sede en Nueva York.
A cada tripulante peruano se le pagaba siete libras peruanas mensuales. Sin embargo, hay discriminación con los sueldos en dólares de los marineros estadounidenses que pertenecen, según manifiestan los huelguistas, a una “Golden roll” mientras que ellos están en una “Silver roll”, es decir, en una planilla de menos ingresos.
Así las cosas, le presentan su pliego de reclamos a Garland donde piden ganar lo mismo que los “gringos”, que se establezca un pago por horas extra y que se cree un bono de USD$ 25 dólares mensuales si el buque permanece más de siete días en la Zona del Canal.
La firma aceptará las dos primeras condiciones pero denegará la tercera -el bono- lo que generó un recrudecimiento de la huelga que se encontraba conducida, según informará más tarde Garland, por un argentino de nombre D’Uva.
El barco tenía que zarpar hacia el Caribe para reparar un cable marítimo por lo que el capitán solicita la intervención de la fuerza pública para desalojar el barco y poder reemplazar a la tripulación para así cumplir con su itinerario.
Garland señala que llegó la policía del Canal que capturó a una treintena de tripulantes y los condujo ante un tribunal norteamericano que los sentenció a diez días de arresto que se cumplirían en la Zona.
Pasado el encarcelamiento, algunos marineros no peruanos desisten de su actitud pero los otros persisten en la huelga y la policía los confina en la estación cuarentenaria de Balboa con la intención de deportarlos hacia El Callao.
Es en ese momento que Garland, con la ayuda del Tercer Oficial del “Guardian”, señor Cabada, actúa decididamente para detener la expulsión y para evitar que el asunto fuese procesado por los tribunales como un motín, situación inaceptable por cuando la embarcación no se encontraba en alta mar y la “All American Cables Inc.” ya había aceptado parte de las reclamaciones de la tripulación inca.
Este contacto cercano con sus compatriotas, en su mayoría oriundos de Paita y El Callao, permite a Garland conocer otros aspectos del problema y recomienda al Ministerio de Trabajo, a través de la cancillería en Lima, revisar los contratos de enganche marítimo.
Mientras tanto, él provee de pasaportes a cada marinero (también de alimentos) y obtiene de la empresa una copia de los contratos dándose cuenta de que los tripulantes, casi todos pescadores artesanales, se habían embarcado sin tener sus papeles en regla colocándose, sin saberlo, en una situación de indefensión respecto a la firma contratista (MRE, Caja 5-20-A,of.3,doc.382,1931).
Finalmente, Garland los convence de regresar a sus labores y, a Simpson, a que los recontrate. El “Guardian” atravesó el Canal y en Colón zarpó hacia el Caribe el 31 de enero, pero sin haberse fijado el otorgamiento de un bono.
A pesar del pronóstico adverso, Garland solucionó la huelga a bordo del buque “Guardian”, fue un mediador eficaz entre la tripulación peruana y la “All American Cables Inc.” obteniendo para sus compatriotas que sus salarios fuesen reajustados a dólares cuando la embarcación no esté en aguas jurisdiccionales peruanas y logra que, cuando eso pase, ganen lo mismo que un tripulante norteamericano que efectúe la misma tarea en la misma categoría.
Un éxito laboral que evitó que el problema escalase, alejando así toda posibilidad de un roce diplomático que hubiera impactado en la relación peruano-estadounidense; y de otro lado, creando un precedente que ayudaría a los marineros peruanos en el futuro.