Colón geopolítico, 1931
- 01/03/2025 00:00
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... desde el inicio de operaciones del Canal en 1914, fue así el puerto idóneo para sostener la red consular del Perú en el istmo “Colón, puerta del Atlántico” es la frase con la que usualmente los funcionarios consulares peruanos se referían a este medular puerto del Canal cuando en una sola expresión pretendían resumir su valor geopolítico y comercial.
Así lo confirma la secuencia de cónsules de carrera peruanos en Colón, Rossel y Puga (1929), Julio Mejía (1930), Oscar Alzamora (1931) y Hernando del Solar (1931) en sus constantes informes a Lima(Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 8-39-B,doc.12138,1931).
En los primeros quince años de funcionamiento del Canal, la jurisdicción del consulado peruano comprendía Colón y la Zona del Canal. De hecho, cuando el 2 de febrero de 1931 Alzamora asumió funciones como cónsul, esa era precisamente su jurisdicción y ya se registraban algunas dificultades para auxiliar a compatriotas fuera de las localidades señaladas (MRE, Caja 8-39-B,of.7,doc.12126,1931).
Un hecho anecdótico fue el accidente automovilístico que sufrió el cónsul Mejía que tuvo que ser apoyado desde Ciudad de Panamá que tenía una jurisdicción mayor. Dos meses después, Lima añadía la localidad de Cristóbal a la jurisdicción del consulado en Colón. Ello llevó al cambio del entonces tradicional sello oval por uno de forma circular señalando los territorios comprendidos y con el escudo nacional al centro (MRE, Caja 8-39-B,of.18,doc.12139,1931).
Colón era también importante por ser un punto de tránsito de obras de arte. En la década de los años treinta casi la totalidad de los cónsules peruanos tuvieron un caso de protección del patrimonio nacional que había salido ilícitamente del país de los incas. Un suceso que adquirió ribetes internacionales fue el lienzo “Napoleón en Austerlitz” pintado en París en 1856 y que había pertenecido al expresidente peruano Leguía.
El óleo -que al momento de los hechos tenía una antigüedad de 75 años- había desaparecido luego del saqueo de la residencia del expresidente, barbarie producto de las intensas luchas políticas que vivió la República peruana en esa década. El cuadro fue sustraído del Perú por el comandante mexicano León Osorio que lo transportó a Panamá donde habría pretendido venderlo.
El cónsul Alzamora informó a Lima que Osorio, escritor de aguda pluma había difamado a dos personalidades panameñas por lo que se había pedido que sea declarado “persona non grata” y deportado del Istmo. Esta circunstancia permitió a Alzamora informar que había encontrado el cuadro en Colón(MRE, Caja 8-39-B,of.20,doc.12141,1931) y, con la ayuda de la aduana panameña, preparar su devolución.
Otra razón por la que el Perú mantenía presencia consular en Colón fue que era un paso obligado de figuras políticas. El 13 de junio de 1931, Alzamora informaba que el comandante Sánchez Cerro -futuro presidente de la república hacia finales de ese año- había llegado de Europa rumbo a Lima y estaba alojado en el Hotel Washington de Colón donde era visitado por políticos del gobierno panameño y por periodistas siendo agasajado por las autoridades ediles de la ciudad y por las autoridades del puerto (MRE, Caja 8-39-B,of.31,doc.12152,1931).
Previamente, unos meses antes, el 14 de marzo de 1931, el Encargado de Negocios del Perú en Panamá, Garland Roel, informó que el comandante Sánchez Cerro llegaba procedente de El Callao rumbo a Europa en calidad de expresidente -luego de perpetrar el golpe de Estado que derrocó a Leguía-; que ese mismo día brindó una conferencia de prensa, en la tarde viajó a Colón y en la noche zarpó hacia La Habana(MRE, Caja 5-20-A,of.17,doc.1401,1931).
Un cuarto motivo para contar con un consulado en Colón era el tema comercial. Cuando Hernando del Solar asumió como nuevo cónsul el 8 de julio de 1931 (MRE, Caja 8-39-B,of.35,doc.12156,1931) y mientras Alzamora regresaba al Perú con su familia en el vapor “Santa Bárbara”, su primera tarea fue apoyar la labor del comisionado Nicanor García y Lastres, designado por el gobierno peruano de transición, para asegurar la exportación de crudo de los yacimientos de Talara (mil kilómetros al norte de Lima) vía el Canal y que corrían el riesgo de interrumpirse debido a la inestabilidad política de ese momento(MRE, Caja 8-39-B,of.39,doc.12160,1931).
Otro tema de interés para Del Solar fue el comercio binacional del café cuyo impulso calificó de “necesidad patriótica”. Sostuvo conversaciones con el cónsul del Perú en Buenaventura, señor Quijano, con un exfuncionario de la Compañía Peruana de Vapores, señor Arrazola, y con productores locales para promover el pase del café a través de Colón hasta El Callao.
Planteó usar la línea “Grace Line”(MRE,Caja 8-39-B,of.44,doc.12167,1931) y sus esfuerzos se verían coronados al año siguiente.Y una quinta razón -y no menos crucial- es que Colón era un punto neurálgico de comunicaciones aéreas por hidroavión. El consulado peruano legalizaba o “consularizaba” todas las listas de pasajeros, la patente de sanidad y la “licencia de zarpe” de los hidroaviones de diversas aerolíneas salvo Panagra que legalizaba su patente de sanidad ante el consulado peruano en Guayaquil(MRE, Caja 8-39-B,of.45,doc.12168,1931).Colón, desde el inicio de operaciones del Canal en 1914, fue así el puerto idóneo para sostener la red consular del Perú en el istmo.
*El autor es exembajador peruano
“Colón, puerta del Atlántico” es la frase con la que usualmente los funcionarios consulares peruanos se referían a este medular puerto del Canal cuando en una sola expresión pretendían resumir su valor geopolítico y comercial.
Así lo confirma la secuencia de cónsules de carrera peruanos en Colón, Rossel y Puga (1929), Julio Mejía (1930), Oscar Alzamora (1931) y Hernando del Solar (1931) en sus constantes informes a Lima(Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, Caja 8-39-B,doc.12138,1931).
En los primeros quince años de funcionamiento del Canal, la jurisdicción del consulado peruano comprendía Colón y la Zona del Canal. De hecho, cuando el 2 de febrero de 1931 Alzamora asumió funciones como cónsul, esa era precisamente su jurisdicción y ya se registraban algunas dificultades para auxiliar a compatriotas fuera de las localidades señaladas (MRE, Caja 8-39-B,of.7,doc.12126,1931).
Un hecho anecdótico fue el accidente automovilístico que sufrió el cónsul Mejía que tuvo que ser apoyado desde Ciudad de Panamá que tenía una jurisdicción mayor. Dos meses después, Lima añadía la localidad de Cristóbal a la jurisdicción del consulado en Colón. Ello llevó al cambio del entonces tradicional sello oval por uno de forma circular señalando los territorios comprendidos y con el escudo nacional al centro (MRE, Caja 8-39-B,of.18,doc.12139,1931).
Colón era también importante por ser un punto de tránsito de obras de arte. En la década de los años treinta casi la totalidad de los cónsules peruanos tuvieron un caso de protección del patrimonio nacional que había salido ilícitamente del país de los incas. Un suceso que adquirió ribetes internacionales fue el lienzo “Napoleón en Austerlitz” pintado en París en 1856 y que había pertenecido al expresidente peruano Leguía.
El óleo -que al momento de los hechos tenía una antigüedad de 75 años- había desaparecido luego del saqueo de la residencia del expresidente, barbarie producto de las intensas luchas políticas que vivió la República peruana en esa década. El cuadro fue sustraído del Perú por el comandante mexicano León Osorio que lo transportó a Panamá donde habría pretendido venderlo.
El cónsul Alzamora informó a Lima que Osorio, escritor de aguda pluma había difamado a dos personalidades panameñas por lo que se había pedido que sea declarado “persona non grata” y deportado del Istmo. Esta circunstancia permitió a Alzamora informar que había encontrado el cuadro en Colón(MRE, Caja 8-39-B,of.20,doc.12141,1931) y, con la ayuda de la aduana panameña, preparar su devolución.
Otra razón por la que el Perú mantenía presencia consular en Colón fue que era un paso obligado de figuras políticas. El 13 de junio de 1931, Alzamora informaba que el comandante Sánchez Cerro -futuro presidente de la república hacia finales de ese año- había llegado de Europa rumbo a Lima y estaba alojado en el Hotel Washington de Colón donde era visitado por políticos del gobierno panameño y por periodistas siendo agasajado por las autoridades ediles de la ciudad y por las autoridades del puerto (MRE, Caja 8-39-B,of.31,doc.12152,1931).
Previamente, unos meses antes, el 14 de marzo de 1931, el Encargado de Negocios del Perú en Panamá, Garland Roel, informó que el comandante Sánchez Cerro llegaba procedente de El Callao rumbo a Europa en calidad de expresidente -luego de perpetrar el golpe de Estado que derrocó a Leguía-; que ese mismo día brindó una conferencia de prensa, en la tarde viajó a Colón y en la noche zarpó hacia La Habana(MRE, Caja 5-20-A,of.17,doc.1401,1931).
Un cuarto motivo para contar con un consulado en Colón era el tema comercial. Cuando Hernando del Solar asumió como nuevo cónsul el 8 de julio de 1931 (MRE, Caja 8-39-B,of.35,doc.12156,1931) y mientras Alzamora regresaba al Perú con su familia en el vapor “Santa Bárbara”, su primera tarea fue apoyar la labor del comisionado Nicanor García y Lastres, designado por el gobierno peruano de transición, para asegurar la exportación de crudo de los yacimientos de Talara (mil kilómetros al norte de Lima) vía el Canal y que corrían el riesgo de interrumpirse debido a la inestabilidad política de ese momento(MRE, Caja 8-39-B,of.39,doc.12160,1931).
Otro tema de interés para Del Solar fue el comercio binacional del café cuyo impulso calificó de “necesidad patriótica”. Sostuvo conversaciones con el cónsul del Perú en Buenaventura, señor Quijano, con un exfuncionario de la Compañía Peruana de Vapores, señor Arrazola, y con productores locales para promover el pase del café a través de Colón hasta El Callao.
Planteó usar la línea “Grace Line”(MRE,Caja 8-39-B,of.44,doc.12167,1931) y sus esfuerzos se verían coronados al año siguiente.Y una quinta razón -y no menos crucial- es que Colón era un punto neurálgico de comunicaciones aéreas por hidroavión. El consulado peruano legalizaba o “consularizaba” todas las listas de pasajeros, la patente de sanidad y la “licencia de zarpe” de los hidroaviones de diversas aerolíneas salvo Panagra que legalizaba su patente de sanidad ante el consulado peruano en Guayaquil(MRE, Caja 8-39-B,of.45,doc.12168,1931).Colón, desde el inicio de operaciones del Canal en 1914, fue así el puerto idóneo para sostener la red consular del Perú en el istmo.
*El autor es exembajador peruano