Guía para establecer (y cumplir) tus resoluciones de Año Nuevo
- 19/12/2024 10:02
- 19/12/2024 10:02
Cuatro mil años. Es el tiempo que llevamos haciendo resoluciones de Año Nuevo. Se cree que empezaron los babilónicos. Entre festivales y ritos, prometían a sus dioses realizar ciertos cambios para ganar buena fortuna. Esas promesas son nuestras conocidas resoluciones. Las mismas que, con los meses, suelen olvidarse. ¿Cómo evitarlo?
Una meta es un resultado que te propones alcanzar a largo plazo. Por ejemplo: “Quiero mejorar mi salud”. Una resolución de año nuevo es una meta para el año que viene. Los objetivos son pasos concretos para lograr esa meta. Por ejemplo: “Voy a caminar 30 minutos al día, a tal hora, en tal lugar”. Pregúntate: ¿Cómo puedo dividir mi meta en segmentos pequeños, con resultados medibles?
Plantéate no más de 3 metas clave, para mantener el enfoque. Un error típico es plantearse demasiadas metas a la vez o intentar transformar radicalmente la vida en cuestión de semanas. Esto genera frustración y agotamiento. Todo cambio requiere un proceso de adaptación. En lugar de abarcar mucho, prioriza: ¿qué cambio tendría el mayor impacto positivo en tu vida?
La motivación es ese impulso que nos mueve a actuar. No es un recurso mágico, sino algo que se cultiva. Puedes activarla al conectar tus metas con tus valores más profundos. Además, celebra cada pequeño logro en el camino. Reflexiona: ¿Por qué es importante esta meta para mí?
Aunque el deseo es importante, las resoluciones necesitan más que fuerza de voluntad. Planificación, disciplina y adaptabilidad son los verdaderos motores del cambio. Desea, sí, pero respáldalo con acciones concretas. Define un primer paso para iniciar tu meta. Y comienza. Explora: ¿Qué es lo mínimo que necesitas para iniciar?
Leí esta frase y me encantó: “Para hacer las cosas no necesitas ganas, necesitas hacerlas.” En un artículo de Psychology Today se la atribuyen a Oliver Burkeman, escritor británico. Comentan que en su libro, “El antídoto: la felicidad para las personas que no soportan el pensamiento positivo”, afirma que cuando no podemos empezar a hacer algo, es que no sentimos ganas de hacerlo. Y el antídoto para eso es la pregunta: ¿Quién dice que tienes que esperar hasta sentir ganas para empezar a hacer algo? Solo hazlo.