Martín Crespo: sinónimo de abnegación, trabajo y vocación
- 20/01/2025 00:00
- 19/01/2025 16:45
En 1982 tuvo la posibilidad de engrosar las filas de Panamá Metro, con figuras como Roberto Kelly, Lenín Picota, Eric González y Desiderio González Martín se alistó en los jardines del cuadro del vetusto estadio Olímpico para recibir por primera vez un elevado y, como era de esperarse, las cosas no salieron tan bien como esperaba.
“El batazo me cayó en la cabeza”, recordó.
Fue algo lógico. A sus casi 14 años, hacía apenas unas cuantas semanas acababa de aprender a apañar y, sin vacilar un segundo, se fue a los campos de pelota, pensando que ya estaba listo.
No es muy preciso en esto, pero tal vez nuestro interlocutor trató de buscar un espacio para, en un futuro, poder emular a sus admirados peloteros de esa recordada “Maquinaria” de los Rojos de Cincinnati en los años 70.
“El señor me llamó, quien después me enteré era Fermín ‘Chompipa’ Castañedas, y me preguntó si era izquierdo. A partir de allí, quedé formando parte del cuerpo de lanzadores”, dijo.
De ese suceso han pasado más de cuarenta y cinco años de una vida dedicada, casi que íntegramente al béisbol de las categorías menores, aunque tuvo un paso muy importante en la pelota juvenil.
Es a este esforzado instructor a quien hoy se le dedica la celebración del LVI nacional de béisbol juvenil, en una de las más acertadas escogencias en los últimos años.
De pelotero a instructor Año y medio después de ese amargo inicio, Martín formó parte del equipo B del torneo invernal organizado por Castañedas, y donde los directores eran de la talla de ‘Bobby’ Prescott y Ernesto Yanis.
En 1982 tuvo la posibilidad de engrosar las filas de Panamá Metro, con figuras como Roberto Kelly, Lenín Picota, Eric González y Desiderio González, pero ese año hubo unos chiquillos conocidos como los ‘Beep, Beep’, que se llevaron casi todo, incluyendo el título.
Su vida como pelotero fue bastante corta y ya para los próximos dos años, jugaba en la categoría mayor, pero su atención estaba en los pequeños, donde llegó a trabajar con el legendario ‘Chompipa’.
“En 1983 jugué un año mayor en la distritorial y el único jonrón que me pegaron fue de Rodrigo Merón por el izquierdo del Juan Demóstenes. Sin embargo, ya para el 84 empecé a trabajar con los niños”, expresó. “El señor ‘Chompipa’ me fue enseñando, pero no dejaba de hacerlo en la juvenil, y en los años de 1983 y 1984 dirigí en el provincial y en ese último año me lo gané, y me llevaron como tercer coach de Metro”, aseveró.
La labor de Martín se siguió combinando entre los pequeñuelos y los juveniles, y ya para los años de 1986 y 1987 se ganó el puesto de subdirector de los metropolitanos, acompañando al director Troadio Fernández y a Roy Blake.
“Ese fue el año en que el béisbol juvenil comenzó a jugarse en todo el país, pero solo éramos tres en la dirección técnica”, recordó. “También fue el año en que empezamos la racha de 39 victorias, ya que perdimos el primer partido de la final y de allí ningún otro. Al año siguiente, viene la generación que había ganado el Latinoamericano del 86, siendo el primer año de (Ramón) ‘Monchi’ Webster, como director”, añadió.
Crespo hace un alto en este aparte para reflexionar. “Ese año de 1988 nos paseamos invictos, pero de 39 pudieron ser 40 triunfos, porque hubo un partido que se suspendió por lluvia y no llegó a realizarse”.
Fueron años de muchas victorias para la tropa metropolitana con Webster, primero; y después con el profesor Cristóbal Girón, quien también cobró un par de títulos en la categoría.
Girón no logra mantener la hegemonía y en 1995 una nueva dirigencia capitalina le da la dirección a Crespo, quien lleva al equipo nuevamente a campeones, por lo que la federación le da la responsabilidad de llevar a la selección a un torneo panamericano.
“Teníamos que quedar entre los cuatro primeros y obtuvimos el subcampeonato al perder con México, para ese mundial que se realizó en Cuba”, precisó.
Al año siguiente vuelve a la dirección metropolitana, pero apenas logra mantenerse entre los primeros puestos de un galardón que, al final, terminaron cobrando los Vaqueros del Oeste.
“A partir de allí me dediqué a trabajar con el programa de pequeñas ligas, principalmente como preparador físico”, destacó Crespo.
Las pequeñas ligas Si bien Martín estuvo en la categoría juvenil, nunca dejó de trabajar con el proyecto de categorías menores desde que en 1986, el entonces coordinador y hoy director de la Comisión Panameña de Béisbol, Plinio Castillo, le dio la oportunidad.
“Me inicié como ayudante del equipo intermedio de Curundú, que se ganó el derecho de representar a Panamá en el Latinoamericano que se celebró aquí”, explicó.
Fue en ese momento en que comenzó realmente su aprendizaje como instructor de una categoría tan especial, porque tuvo como maestros a Gil Gonzalo Garrido, Karl ‘Chico’ Heron, Leonardo Martínez F., Roy Blake, Alberto ‘Mamavila’ Osorio y Marcos Cobos.
“Me codeé con los mejores, con los que aprendí y absorbí como una esponja sus conocimientos”, destacó.
Sin embargo, su entrada oficial se registra en 1992, cuando es nombrado en la institución gubernamental deportiva y se le asigna trabajar en el Juan Demóstenes Arosemena, donde trabaja a tiempo completo con Castañedas.
“En esa época nada más se hacía en la infantil en invernal y cuando me nombran, comienzo a trabajar también la intermedia, pero me di cuenta que ese brinco entre una y otra categoría era muy grande”, explicó.
“Muchos chicos se quedaban en el camino, por lo que organicé una liga instruccional, donde acorté las distancias de las bases y del montículo, para que se fueran adaptando a esa distancia”, acotó.
Los torneos nacionales preintermedios nacieron ocho años después.
Un mundial en el camino Martín dirigió en la categoría intermedia en los años de 1999 y 2000, cobrando el título nacional ese último año y, además, el Latinoamericano, por lo que viajó a Estados Unidos, donde se alcanzó por primera vez un campeonato mundial para Panamá.
El 19 de agosto de 2000, el equipo capitalino en representación de Panamá tuvo que ganarle en dos ocasiones a Estados Unidos (4-2 y 9-7), con Daniel Pérez y Johnny Córdoba en el montículo, para hacerse con el máximo galardón.
“Fuimos campeones del mundo y la presidenta Mireya Moscoso nos distinguió como abanderados del 3 de noviembre. Me sentí muy honrado”, dijo.
Hoy, a los 60 años, Martín Crespo sigue en el campo de juego, ya no como instructor sino como comisionado técnico en una organización, donde también se atesora la labor de Roberto Miller, Rolando Laguna, José Richards y Julio Molina.
“Tengo mucha vocación por esto. Para mí, el dinero no lo es todo (...) sino ver que estos muchachos se desarrollen como ciudadanos de bien; para mí, honestamente, es lo más importante y por eso trabajo”, concluyó.
Martín se alistó en los jardines del cuadro del vetusto estadio Olímpico para recibir por primera vez un elevado y, como era de esperarse, las cosas no salieron tan bien como esperaba.
“El batazo me cayó en la cabeza”, recordó.
Fue algo lógico. A sus casi 14 años, hacía apenas unas cuantas semanas acababa de aprender a apañar y, sin vacilar un segundo, se fue a los campos de pelota, pensando que ya estaba listo.
No es muy preciso en esto, pero tal vez nuestro interlocutor trató de buscar un espacio para, en un futuro, poder emular a sus admirados peloteros de esa recordada “Maquinaria” de los Rojos de Cincinnati en los años 70.
“El señor me llamó, quien después me enteré era Fermín ‘Chompipa’ Castañedas, y me preguntó si era izquierdo. A partir de allí, quedé formando parte del cuerpo de lanzadores”, dijo.
De ese suceso han pasado más de cuarenta y cinco años de una vida dedicada, casi que íntegramente al béisbol de las categorías menores, aunque tuvo un paso muy importante en la pelota juvenil.
Es a este esforzado instructor a quien hoy se le dedica la celebración del LVI nacional de béisbol juvenil, en una de las más acertadas escogencias en los últimos años.
Año y medio después de ese amargo inicio, Martín formó parte del equipo B del torneo invernal organizado por Castañedas, y donde los directores eran de la talla de ‘Bobby’ Prescott y Ernesto Yanis.
En 1982 tuvo la posibilidad de engrosar las filas de Panamá Metro, con figuras como Roberto Kelly, Lenín Picota, Eric González y Desiderio González, pero ese año hubo unos chiquillos conocidos como los ‘Beep, Beep’, que se llevaron casi todo, incluyendo el título.
Su vida como pelotero fue bastante corta y ya para los próximos dos años, jugaba en la categoría mayor, pero su atención estaba en los pequeños, donde llegó a trabajar con el legendario ‘Chompipa’.
“En 1983 jugué un año mayor en la distritorial y el único jonrón que me pegaron fue de Rodrigo Merón por el izquierdo del Juan Demóstenes. Sin embargo, ya para el 84 empecé a trabajar con los niños”, expresó. “El señor ‘Chompipa’ me fue enseñando, pero no dejaba de hacerlo en la juvenil, y en los años de 1983 y 1984 dirigí en el provincial y en ese último año me lo gané, y me llevaron como tercer coach de Metro”, aseveró.
La labor de Martín se siguió combinando entre los pequeñuelos y los juveniles, y ya para los años de 1986 y 1987 se ganó el puesto de subdirector de los metropolitanos, acompañando al director Troadio Fernández y a Roy Blake.
“Ese fue el año en que el béisbol juvenil comenzó a jugarse en todo el país, pero solo éramos tres en la dirección técnica”, recordó. “También fue el año en que empezamos la racha de 39 victorias, ya que perdimos el primer partido de la final y de allí ningún otro. Al año siguiente, viene la generación que había ganado el Latinoamericano del 86, siendo el primer año de (Ramón) ‘Monchi’ Webster, como director”, añadió.
Crespo hace un alto en este aparte para reflexionar. “Ese año de 1988 nos paseamos invictos, pero de 39 pudieron ser 40 triunfos, porque hubo un partido que se suspendió por lluvia y no llegó a realizarse”.
Fueron años de muchas victorias para la tropa metropolitana con Webster, primero; y después con el profesor Cristóbal Girón, quien también cobró un par de títulos en la categoría.
Girón no logra mantener la hegemonía y en 1995 una nueva dirigencia capitalina le da la dirección a Crespo, quien lleva al equipo nuevamente a campeones, por lo que la federación le da la responsabilidad de llevar a la selección a un torneo panamericano.
“Teníamos que quedar entre los cuatro primeros y obtuvimos el subcampeonato al perder con México, para ese mundial que se realizó en Cuba”, precisó.
Al año siguiente vuelve a la dirección metropolitana, pero apenas logra mantenerse entre los primeros puestos de un galardón que, al final, terminaron cobrando los Vaqueros del Oeste.
“A partir de allí me dediqué a trabajar con el programa de pequeñas ligas, principalmente como preparador físico”, destacó Crespo.
Si bien Martín estuvo en la categoría juvenil, nunca dejó de trabajar con el proyecto de categorías menores desde que en 1986, el entonces coordinador y hoy director de la Comisión Panameña de Béisbol, Plinio Castillo, le dio la oportunidad.
“Me inicié como ayudante del equipo intermedio de Curundú, que se ganó el derecho de representar a Panamá en el Latinoamericano que se celebró aquí”, explicó.
Fue en ese momento en que comenzó realmente su aprendizaje como instructor de una categoría tan especial, porque tuvo como maestros a Gil Gonzalo Garrido, Karl ‘Chico’ Heron, Leonardo Martínez F., Roy Blake, Alberto ‘Mamavila’ Osorio y Marcos Cobos.
“Me codeé con los mejores, con los que aprendí y absorbí como una esponja sus conocimientos”, destacó.
Sin embargo, su entrada oficial se registra en 1992, cuando es nombrado en la institución gubernamental deportiva y se le asigna trabajar en el Juan Demóstenes Arosemena, donde trabaja a tiempo completo con Castañedas.
“En esa época nada más se hacía en la infantil en invernal y cuando me nombran, comienzo a trabajar también la intermedia, pero me di cuenta que ese brinco entre una y otra categoría era muy grande”, explicó.
“Muchos chicos se quedaban en el camino, por lo que organicé una liga instruccional, donde acorté las distancias de las bases y del montículo, para que se fueran adaptando a esa distancia”, acotó.
Los torneos nacionales preintermedios nacieron ocho años después.
Martín dirigió en la categoría intermedia en los años de 1999 y 2000, cobrando el título nacional ese último año y, además, el Latinoamericano, por lo que viajó a Estados Unidos, donde se alcanzó por primera vez un campeonato mundial para Panamá.
El 19 de agosto de 2000, el equipo capitalino en representación de Panamá tuvo que ganarle en dos ocasiones a Estados Unidos (4-2 y 9-7), con Daniel Pérez y Johnny Córdoba en el montículo, para hacerse con el máximo galardón.
“Fuimos campeones del mundo y la presidenta Mireya Moscoso nos distinguió como abanderados del 3 de noviembre. Me sentí muy honrado”, dijo.
Hoy, a los 60 años, Martín Crespo sigue en el campo de juego, ya no como instructor sino como comisionado técnico en una organización, donde también se atesora la labor de Roberto Miller, Rolando Laguna, José Richards y Julio Molina.
“Tengo mucha vocación por esto. Para mí, el dinero no lo es todo (...) sino ver que estos muchachos se desarrollen como ciudadanos de bien; para mí, honestamente, es lo más importante y por eso trabajo”, concluyó.