Los barrios, fuente inagotable para el desarrollo deportivo de un país
- 25/11/2024 00:00
- 24/11/2024 17:34
Desde la creación de la Ley 50 y todas sus secuelas en la primera década del nuevo siglo, era necesario sustituir las estructuras que apoyaban las bases de nuestra actividad deportiva Los barrios quizás sean el secreto mejor guardado, en cuanto a la posibilidad de desarrollar un proyecto en cualquier país del mundo, principalmente si tiene que ver con el deporte.
También es cierto que las escuelas son, en efecto, el ambiente propicio para incentivar y sembrar las semillas porque el material humano, en este caso los niños, están cautivos.
No obstante, los barrios o comunidades son donde se experimentan las primeras manifestaciones, porque lógicamente allí se dan los primeros pasos de nuestra formación, en todos los sentidos.
Es por esta razón que siempre insistiremos, en la necesidad de que gran parte de los esfuerzos que se hacen para desarrollar el deporte en Panamá, sean llevados en esa dirección.
En momentos en que se discute sobre la posibilidad de cambiar la Ley General de Deporte y, donde algunos insisten, en nuestra opinión, en forma equívoca, de volcar el mayor de los esfuerzos al deporte de alto rendimiento, se hace necesario volver a tocar el tema de los barrios.
Somos creyentes de la necesidad de crear un nuevo documento jurídico deportivo, porque el existente no solo es obsoleto, sino que mantiene una serie de nomenclaturas que hoy prácticamente no funcionan.
Más allá de sostener los principios de promover la actividad en forma masiva, recreativa, inclusiva y de alto rendimiento, como se requiere en toda sociedad, también es necesario que las figuras que se creen para su promoción y desarrollo, sean realmente de utilidad, así como sus variadas herramientas.
Es ese sentido, se hace obligatorio que de un tajo se borren de nuestras reglamentaciones, las inservibles nomenclaturas de ligas de corregimientos, distritales y provinciales.
Desde la creación de la Ley 50 y todas sus secuelas en la primera década del nuevo siglo, era necesario sustituir las estructuras que apoyaban las bases de nuestra actividad deportiva.
Es verdad, cumplieron en su momento con una idea y, si bien, teóricamente mantienen ese espíritu de salir de los cimientos de las comunidades, en la práctica no es así.
Es decir, que en la reglamentación se mantiene el espíritu de los barrios, pero ésta ya no funciona, porque los dirigentes del pasado no son los de hoy, la situación deportiva y hasta la propia sociedad han cambiado.
Los dirigentes deportivos del ayer, nacieron en los barrios y, por ello, tenían toda la radiografía de las necesidades y posibles soluciones, además del hecho de que trabajaban.
Hoy, las llamadas ligas en su mayoría no son más que caricaturas que se sostienen con endebles hilos legales, apoyados por quienes están en las federaciones, y que no les preocupa realmente el trabajo que debe desarrollarse en las bases.
Un tema difícil Sin embargo, el tema de los barrios es difícil y no tanto porque no existan aún verdaderos dirigentes, sino porque la logística ya no está a la mano y porque las satisfacciones son muy pocas.
“Sé lo que es ser dirigente de barrio y lo que cuesta, cuando hay que buscar apoyo para realizar una actividad y debes recurrir a los mismos empresarios, que en ocasiones te apoyan y en otras no”, señaló Antonín Aizpurúa, un dirigente de barrio nato.
“Es por eso que los dirigentes comunitarios han empezado a desaparecer en los barrios, y es por ello que vemos organizadores deportivos que tienen una codependencia económica de lo que hacen”, explicó.
Aizpurúa nació y se crio en el barrio de Santa Ana, donde participó de las ligas de béisbol, lucha y fútbol, que realizaban dirigentes como ‘Ñato’ Rodríguez y Alexis Cuevas.
Aizpurúa tiene más de treinta años de trabajar con las comunidades, tanto en Santa Ana, El Chorrillo como en San Miguelito, y conoce todo sobre el tema, donde ha experimentado satisfacciones y decepciones.
En sus años en la junta comunal de Santa Ana desarrolló actividades de béisbol infantil, fútbol, voleibol, baloncesto, atletismo e inclusive, softbol para adultos, en un trabajo que desarrolló con la juventud del sector y comunidades adyacentes.
“Desde hace seis años decidí cambiar de forma de trabajar porque al final, eran otros los que se beneficiaban con nuestro trabajo, en el tema de los llamados formadores de talentos”, dijo.
Actualmente, Antonín trabaja con las categorías menores del club de fútbol El Chorrillo, donde avanzan a pasos agigantados para volver a los primeros planos de esta actividad.
En su andar durante estas tres décadas siente que se ha perdido esa conexión que había entre el niño y la actividad en los barrios, más que todo porque ahora se han creado muchas escuelas de fútbol, de baloncesto y de béisbol.
“La actividad ha ido como en decadencia, salvo en algunos barrios, porque antes había mayor actividad recreativa y hoy, los chicos se vuelcan más que nada a las escuelas y academias”, destacó.
“La realidad es que han ido desapareciendo los líderes naturales de los barrios, no digo que esto suceda a nivel nacional, unido a que ahora los padres prefieren tener a sus hijos matriculados en algún grupo, que esperar a que en los barrios les enseñen algún deporte”, matizó.
Explicó que la gran diferencia es que la actividad deportiva en el barrio es y era gratuita, mientras que en clubes y academias hay que pagar una cuota mensual.
Dijo que no hay que perder de vista de que muchos padres no solo ven una forma de educar y formar a sus hijos en alguna escuela deportiva, sino también un posible ingreso económico en el futuro.
Pero, hay mucha tela que cortar sobre el tema.
Lo cierto es que la actividad en los barrios, por lo menos la del deporte dirigida a los niños, ha decaído exponencialmente.
Hay muchas razones para ello, pero una es, el total divorcio de quienes, en algunas ocasiones asalariados, miran hacia otras instancias, una que les rinde muchos mayores beneficios económicos.
Los barrios quizás sean el secreto mejor guardado, en cuanto a la posibilidad de desarrollar un proyecto en cualquier país del mundo, principalmente si tiene que ver con el deporte.
También es cierto que las escuelas son, en efecto, el ambiente propicio para incentivar y sembrar las semillas porque el material humano, en este caso los niños, están cautivos.
No obstante, los barrios o comunidades son donde se experimentan las primeras manifestaciones, porque lógicamente allí se dan los primeros pasos de nuestra formación, en todos los sentidos.
Es por esta razón que siempre insistiremos, en la necesidad de que gran parte de los esfuerzos que se hacen para desarrollar el deporte en Panamá, sean llevados en esa dirección.
En momentos en que se discute sobre la posibilidad de cambiar la Ley General de Deporte y, donde algunos insisten, en nuestra opinión, en forma equívoca, de volcar el mayor de los esfuerzos al deporte de alto rendimiento, se hace necesario volver a tocar el tema de los barrios.
Somos creyentes de la necesidad de crear un nuevo documento jurídico deportivo, porque el existente no solo es obsoleto, sino que mantiene una serie de nomenclaturas que hoy prácticamente no funcionan.
Más allá de sostener los principios de promover la actividad en forma masiva, recreativa, inclusiva y de alto rendimiento, como se requiere en toda sociedad, también es necesario que las figuras que se creen para su promoción y desarrollo, sean realmente de utilidad, así como sus variadas herramientas.
Es ese sentido, se hace obligatorio que de un tajo se borren de nuestras reglamentaciones, las inservibles nomenclaturas de ligas de corregimientos, distritales y provinciales.
Desde la creación de la Ley 50 y todas sus secuelas en la primera década del nuevo siglo, era necesario sustituir las estructuras que apoyaban las bases de nuestra actividad deportiva.
Es verdad, cumplieron en su momento con una idea y, si bien, teóricamente mantienen ese espíritu de salir de los cimientos de las comunidades, en la práctica no es así.
Es decir, que en la reglamentación se mantiene el espíritu de los barrios, pero ésta ya no funciona, porque los dirigentes del pasado no son los de hoy, la situación deportiva y hasta la propia sociedad han cambiado.
Los dirigentes deportivos del ayer, nacieron en los barrios y, por ello, tenían toda la radiografía de las necesidades y posibles soluciones, además del hecho de que trabajaban.
Hoy, las llamadas ligas en su mayoría no son más que caricaturas que se sostienen con endebles hilos legales, apoyados por quienes están en las federaciones, y que no les preocupa realmente el trabajo que debe desarrollarse en las bases.
Sin embargo, el tema de los barrios es difícil y no tanto porque no existan aún verdaderos dirigentes, sino porque la logística ya no está a la mano y porque las satisfacciones son muy pocas.
“Sé lo que es ser dirigente de barrio y lo que cuesta, cuando hay que buscar apoyo para realizar una actividad y debes recurrir a los mismos empresarios, que en ocasiones te apoyan y en otras no”, señaló Antonín Aizpurúa, un dirigente de barrio nato.
“Es por eso que los dirigentes comunitarios han empezado a desaparecer en los barrios, y es por ello que vemos organizadores deportivos que tienen una codependencia económica de lo que hacen”, explicó.
Aizpurúa nació y se crio en el barrio de Santa Ana, donde participó de las ligas de béisbol, lucha y fútbol, que realizaban dirigentes como ‘Ñato’ Rodríguez y Alexis Cuevas.
Aizpurúa tiene más de treinta años de trabajar con las comunidades, tanto en Santa Ana, El Chorrillo como en San Miguelito, y conoce todo sobre el tema, donde ha experimentado satisfacciones y decepciones.
En sus años en la junta comunal de Santa Ana desarrolló actividades de béisbol infantil, fútbol, voleibol, baloncesto, atletismo e inclusive, softbol para adultos, en un trabajo que desarrolló con la juventud del sector y comunidades adyacentes.
“Desde hace seis años decidí cambiar de forma de trabajar porque al final, eran otros los que se beneficiaban con nuestro trabajo, en el tema de los llamados formadores de talentos”, dijo.
Actualmente, Antonín trabaja con las categorías menores del club de fútbol El Chorrillo, donde avanzan a pasos agigantados para volver a los primeros planos de esta actividad.
En su andar durante estas tres décadas siente que se ha perdido esa conexión que había entre el niño y la actividad en los barrios, más que todo porque ahora se han creado muchas escuelas de fútbol, de baloncesto y de béisbol.
“La actividad ha ido como en decadencia, salvo en algunos barrios, porque antes había mayor actividad recreativa y hoy, los chicos se vuelcan más que nada a las escuelas y academias”, destacó.
“La realidad es que han ido desapareciendo los líderes naturales de los barrios, no digo que esto suceda a nivel nacional, unido a que ahora los padres prefieren tener a sus hijos matriculados en algún grupo, que esperar a que en los barrios les enseñen algún deporte”, matizó.
Explicó que la gran diferencia es que la actividad deportiva en el barrio es y era gratuita, mientras que en clubes y academias hay que pagar una cuota mensual.
Dijo que no hay que perder de vista de que muchos padres no solo ven una forma de educar y formar a sus hijos en alguna escuela deportiva, sino también un posible ingreso económico en el futuro.
Pero, hay mucha tela que cortar sobre el tema.
Lo cierto es que la actividad en los barrios, por lo menos la del deporte dirigida a los niños, ha decaído exponencialmente.
Hay muchas razones para ello, pero una es, el total divorcio de quienes, en algunas ocasiones asalariados, miran hacia otras instancias, una que les rinde muchos mayores beneficios económicos.