Los atletas históricos del deporte istmeño vagan sin hogar
- 02/12/2024 00:00
- 01/12/2024 18:51
El mes de noviembre fue para recordar y no precisamente por nuestras fiestas, sino por el fallecimiento de cuatro exdeportistas El ejercicio era fácil, pero al mismo tiempo complejo. A un grupo de amigos se les pidió a ‘quemarropa’, sin posibilidad de pensar mucho, ni menos para un breve análisis, que mencionaran a los cinco mejores atletas que ha tenido Panamá. Algunos de ellos contestaron sin dilación y después comentaron; otros, sin embargo, anotaron seis y hasta siete nombres, mostrándose impedidos para decantarse por uno y otro.
No está de más decir que, los mencionados seis y siete, sin determinar quiénes eran, fueron eliminados.
Así surgieron los nombres de Roberto Durán, Irving Saladino, Mariano Rivera, Rod Carew y Laffitt Pincay Jr., entre las personas consultadas.
Luego se dieron otros de inobjetable envergadura, como Davis Peralta Jr., Julio Dely, Eusebio Pedroza, Hilario Zapata, Ramiro Mendoza, Panamá Al’ Brown, Carlos Lee y Pedro Mago Rivas.
Estoy convencido de que, de haber consultado a muchas más personas, muchos de los nombres anotados se hubieran repetidos y añadidos otros.
Indudablemente que los mencionados marcaron una época y unos más que otros dieron de qué hablar, pero hubo dos aspectos que llamaron mi atención.
El primero es que, salvo Brown, los otros son exdeportistas de un pasado reciente, y, lo otro es que no hay ninguna dama, a pesar de toda la bulla que ocasionó la medalla de Atheyna Bylon.
Ambas situaciones tienen su razón de ser, a mi parecer.
La primera es que fue una petición ‘a vuelo de pájaro’, sin titubeos ni pormenores; y la segunda es que para muchos es desconocido el papel que, en nuestra historia deportiva, han jugado las damas.
Ahora, no hablo de referirme a ellos con las trilladas frases: ‘cada uno en su época’, cada uno en su posición’ o ‘cada uno en su deporte’, para nada.
Brillar es brillar y creo que nadie pondrá en duda, que el expúgil Roberto Manos de Piedra Durán es la máxima figura del deporte panameño, en cualquier época, deporte, posición o categoría de la disciplina.
Sin embargo, no sería disparatado pensar que otros también podrían llenar páginas de historias, basados en sus hazañas y en sus propias vidas, que darían pie para conocer cuánto han tenido que recorrer, luchar y dejar en el camino para triunfar.
El salón de los inmortales no está reservado para nadie en particular. No obstante, no son todos los que han podido entrar, porque hacen falta muchas cualidades para ello.
Al ‘abrigo’ de la historia Aquí es dónde surge mi inquietud de esta semana.
La necesidad de que exista un Salón de la Fama, uno donde puedan estar los nombres de aquellas primeras figuras a nivel nacional, y otros, posiblemente por región, donde se reconozca a tantos atletas que también dieron lustre.
El detalle está en que la posibilidad de que muy pocos recuerden a los héroes de antaño no es extraño, ya que no existe un lugar dónde resguardar esos recuerdos, ya sea en forma de libros, fotografías, pinturas, emblemas, medallas o trofeos.
Nuestra historia deportiva se desvanece en el tiempo. Hace muy poco estuve en la Biblioteca Nacional y fui testigo silencioso de lo que ocurre.
El papel impreso desaparece entre los dedos y con ello nuestra historia deportiva, porque la realidad es que contamos con muy pocas bibliografías que nos hablen al respecto.
Mientras tanto, quienes pueden contarnos fantásticas historias de antaño físicamente desaparecen poco a poco, y los objetos testigos de una fantástica historia son desaparecidos a propósito o por desconocimiento.
Nuestra situación es grave. La biblioteca deportiva que una vez tuvo hasta dos administradores al unísono en Pandeportes, desapareció sin dejar rastro y como ha ocurrido en historias similares, a muy poca gente le importó.
¿Personajes conocidos? El mes de noviembre fue para recordar y no precisamente por nuestras fiestas, sino por el fallecimiento de cuatro exdeportistas, a quienes algunos habrán escuchado hablar, pero otros, no.
Nos referimos a los exfutbolistas José Cuquito De Bello y Luis Ernesto Cascarita Tapia, y los exdirigentes Colón Guardia y Fernando Tom, los primeros con ochenta años, y los otros, nonagenarios.
Cada uno, en su momento, puso su cuota de esfuerzo, sudor y, quizás hasta lágrimas, para cumplir con sus objetivos y, desde sus diferentes planos, cumplirle a la Patria.
De Bello y Tapia fueron seleccionados nacionales de fútbol entre los años 60 y 70; Guardia fue pelotero en los años 50, y Tom fue jugador de baloncesto unos años antes, pero tras dejar los bártulos de atletas se hicieron dirigentes del béisbol.
Efectivamente, De Bello fue muy popular en las ligas capitalinas, donde jugó principalmente para el Alianza FC y el Plaza Amador, equipos que se mantienen vigentes.
En estos se hizo de un nombre que lo hizo llegar a la máxima representación, como lo es la selección nacional, donde estuvo entre los años de 1967 y 1971.
Un detalle muy curioso, es que tanto De Bello como Tapia se desenvolvieron en los mismos campos de juego, pero nunca coincidieron en los diversos equipos en que militaron, ni siquiera en la selección nacional.
“Pudo ser, entre otras cosas, porque Cascarita desde muy joven incursionó en el fútbol salvadoreño, donde se llegó a constituir en una estrella”, señaló el comentarista Luis Giraldo.
En su historial destaca que jugó para los clubes salvadoreños, Alianza hasta 1969, Deportivo Galcasa (1969-1970), Atlético Marte (1970 1971), Universidad de El Salvador (1971-1972) y Juventud Olímpica (1972-1974).
Tuvo su paso por la selección nacional, al igual que ‘Cuquito’, solo que lo hizo en momentos memorables, como fue la primera incursión en una eliminatoria mundialista en 1976, donde además anotó uno de los goles de la victoria frente a Costa Rica.
En el caso de Guardia, jugó cuatro años en la selección mayor de béisbol de Coclé (1955-1958), provincia originaria de sus padres, logrando el título de campeón jonroneros en su primera campaña.
No obstante, los mayores méritos del profesor Guardia fueron los de haberse constituido en nervio y motor en los años 70, de lo que hoy conocemos como las pequeñas ligas.
En Panamá hubo pelota infantil en esa época, pero no reglamentada, por lo que su incursión fue determinante para que se crearan los cimientes de esta gran organización de categorías menores.
Finalmente, Fernando Nando Tom se constituyó en el mejor jugador de su época y si bien nació en la capital, toda su niñez y juventud la desarrolló en Colón, donde participó en cuantos torneos pudo, mostrando su talento.
“Tom fue un excelente jugador, muy buen defensa, pero también muy buen tirador”, señaló el nonagenario cronista José Balmaceda, quien fue el periodista del Chesterfield, donde llegó a militar el espigado basquetbolista.
“Se le ofreció beca para estudiar y jugar en Estados Unidos, (...) pero él disfrutaba de jugar baloncesto en las ligas que se organizaban en Colón, Panamá y en la Zona del Canal”, reseñó el cronista colonense Esteban Lan (qepd) en su Almanaque Lan de 2009.
Tom participó en varias selecciones nacionales entre las décadas 40 y 50, que ganaron preseas en juegos regionales y llegó en el cuarto lugar de los Juegos Panamericanos de Buenos Aires en 1954.
En una ocasión, el exjugador Davis Peralta Jr. se juntó con el profesor Luis Celis (qepd), y escogieron a los equipos y selecciones ideales del básquet panameño, basados en estadísticas únicamente.
En esa línea, uno de los equipos escogidos lo conforman: Mario Butler (5), Rolando Frazer (3), Eugenio Luzcando (4), Pedro Rivas (2) y Davis Peralta (1), y como sexto hombre, Fernando Nando Tom.
En los años 60 se incorporó a la federación de béisbol, donde llegó a ser su presidente.
¿Conocía usted, a algunos de nuestros exatletas? Tal vez, sí. Lo lamentable es que conocemos más de los héroes foráneos, que de los nuestros.
El ejercicio era fácil, pero al mismo tiempo complejo. A un grupo de amigos se les pidió a ‘quemarropa’, sin posibilidad de pensar mucho, ni menos para un breve análisis, que mencionaran a los cinco mejores atletas que ha tenido Panamá. Algunos de ellos contestaron sin dilación y después comentaron; otros, sin embargo, anotaron seis y hasta siete nombres, mostrándose impedidos para decantarse por uno y otro.
No está de más decir que, los mencionados seis y siete, sin determinar quiénes eran, fueron eliminados.
Así surgieron los nombres de Roberto Durán, Irving Saladino, Mariano Rivera, Rod Carew y Laffitt Pincay Jr., entre las personas consultadas.
Luego se dieron otros de inobjetable envergadura, como Davis Peralta Jr., Julio Dely, Eusebio Pedroza, Hilario Zapata, Ramiro Mendoza, Panamá Al’ Brown, Carlos Lee y Pedro Mago Rivas.
Estoy convencido de que, de haber consultado a muchas más personas, muchos de los nombres anotados se hubieran repetidos y añadidos otros.
Indudablemente que los mencionados marcaron una época y unos más que otros dieron de qué hablar, pero hubo dos aspectos que llamaron mi atención.
El primero es que, salvo Brown, los otros son exdeportistas de un pasado reciente, y, lo otro es que no hay ninguna dama, a pesar de toda la bulla que ocasionó la medalla de Atheyna Bylon.
Ambas situaciones tienen su razón de ser, a mi parecer.
La primera es que fue una petición ‘a vuelo de pájaro’, sin titubeos ni pormenores; y la segunda es que para muchos es desconocido el papel que, en nuestra historia deportiva, han jugado las damas.
Ahora, no hablo de referirme a ellos con las trilladas frases: ‘cada uno en su época’, cada uno en su posición’ o ‘cada uno en su deporte’, para nada.
Brillar es brillar y creo que nadie pondrá en duda, que el expúgil Roberto Manos de Piedra Durán es la máxima figura del deporte panameño, en cualquier época, deporte, posición o categoría de la disciplina.
Sin embargo, no sería disparatado pensar que otros también podrían llenar páginas de historias, basados en sus hazañas y en sus propias vidas, que darían pie para conocer cuánto han tenido que recorrer, luchar y dejar en el camino para triunfar.
El salón de los inmortales no está reservado para nadie en particular. No obstante, no son todos los que han podido entrar, porque hacen falta muchas cualidades para ello.
Aquí es dónde surge mi inquietud de esta semana.
La necesidad de que exista un Salón de la Fama, uno donde puedan estar los nombres de aquellas primeras figuras a nivel nacional, y otros, posiblemente por región, donde se reconozca a tantos atletas que también dieron lustre.
El detalle está en que la posibilidad de que muy pocos recuerden a los héroes de antaño no es extraño, ya que no existe un lugar dónde resguardar esos recuerdos, ya sea en forma de libros, fotografías, pinturas, emblemas, medallas o trofeos.
Nuestra historia deportiva se desvanece en el tiempo. Hace muy poco estuve en la Biblioteca Nacional y fui testigo silencioso de lo que ocurre.
El papel impreso desaparece entre los dedos y con ello nuestra historia deportiva, porque la realidad es que contamos con muy pocas bibliografías que nos hablen al respecto.
Mientras tanto, quienes pueden contarnos fantásticas historias de antaño físicamente desaparecen poco a poco, y los objetos testigos de una fantástica historia son desaparecidos a propósito o por desconocimiento.
Nuestra situación es grave. La biblioteca deportiva que una vez tuvo hasta dos administradores al unísono en Pandeportes, desapareció sin dejar rastro y como ha ocurrido en historias similares, a muy poca gente le importó.
El mes de noviembre fue para recordar y no precisamente por nuestras fiestas, sino por el fallecimiento de cuatro exdeportistas, a quienes algunos habrán escuchado hablar, pero otros, no.
Nos referimos a los exfutbolistas José Cuquito De Bello y Luis Ernesto Cascarita Tapia, y los exdirigentes Colón Guardia y Fernando Tom, los primeros con ochenta años, y los otros, nonagenarios.
Cada uno, en su momento, puso su cuota de esfuerzo, sudor y, quizás hasta lágrimas, para cumplir con sus objetivos y, desde sus diferentes planos, cumplirle a la Patria.
De Bello y Tapia fueron seleccionados nacionales de fútbol entre los años 60 y 70; Guardia fue pelotero en los años 50, y Tom fue jugador de baloncesto unos años antes, pero tras dejar los bártulos de atletas se hicieron dirigentes del béisbol.
Efectivamente, De Bello fue muy popular en las ligas capitalinas, donde jugó principalmente para el Alianza FC y el Plaza Amador, equipos que se mantienen vigentes.
En estos se hizo de un nombre que lo hizo llegar a la máxima representación, como lo es la selección nacional, donde estuvo entre los años de 1967 y 1971.
Un detalle muy curioso, es que tanto De Bello como Tapia se desenvolvieron en los mismos campos de juego, pero nunca coincidieron en los diversos equipos en que militaron, ni siquiera en la selección nacional.
“Pudo ser, entre otras cosas, porque Cascarita desde muy joven incursionó en el fútbol salvadoreño, donde se llegó a constituir en una estrella”, señaló el comentarista Luis Giraldo.
En su historial destaca que jugó para los clubes salvadoreños, Alianza hasta 1969, Deportivo Galcasa (1969-1970), Atlético Marte (1970 1971), Universidad de El Salvador (1971-1972) y Juventud Olímpica (1972-1974).
Tuvo su paso por la selección nacional, al igual que ‘Cuquito’, solo que lo hizo en momentos memorables, como fue la primera incursión en una eliminatoria mundialista en 1976, donde además anotó uno de los goles de la victoria frente a Costa Rica.
En el caso de Guardia, jugó cuatro años en la selección mayor de béisbol de Coclé (1955-1958), provincia originaria de sus padres, logrando el título de campeón jonroneros en su primera campaña.
No obstante, los mayores méritos del profesor Guardia fueron los de haberse constituido en nervio y motor en los años 70, de lo que hoy conocemos como las pequeñas ligas.
En Panamá hubo pelota infantil en esa época, pero no reglamentada, por lo que su incursión fue determinante para que se crearan los cimientes de esta gran organización de categorías menores.
Finalmente, Fernando Nando Tom se constituyó en el mejor jugador de su época y si bien nació en la capital, toda su niñez y juventud la desarrolló en Colón, donde participó en cuantos torneos pudo, mostrando su talento.
“Tom fue un excelente jugador, muy buen defensa, pero también muy buen tirador”, señaló el nonagenario cronista José Balmaceda, quien fue el periodista del Chesterfield, donde llegó a militar el espigado basquetbolista.
“Se le ofreció beca para estudiar y jugar en Estados Unidos, (...) pero él disfrutaba de jugar baloncesto en las ligas que se organizaban en Colón, Panamá y en la Zona del Canal”, reseñó el cronista colonense Esteban Lan (qepd) en su Almanaque Lan de 2009.
Tom participó en varias selecciones nacionales entre las décadas 40 y 50, que ganaron preseas en juegos regionales y llegó en el cuarto lugar de los Juegos Panamericanos de Buenos Aires en 1954.
En una ocasión, el exjugador Davis Peralta Jr. se juntó con el profesor Luis Celis (qepd), y escogieron a los equipos y selecciones ideales del básquet panameño, basados en estadísticas únicamente.
En esa línea, uno de los equipos escogidos lo conforman: Mario Butler (5), Rolando Frazer (3), Eugenio Luzcando (4), Pedro Rivas (2) y Davis Peralta (1), y como sexto hombre, Fernando Nando Tom.
En los años 60 se incorporó a la federación de béisbol, donde llegó a ser su presidente.
¿Conocía usted, a algunos de nuestros exatletas? Tal vez, sí. Lo lamentable es que conocemos más de los héroes foráneos, que de los nuestros.