Jorge Luis Cedeño, el camarero estrella del béisbol herrerano
- 15/04/2024 00:12
- 14/04/2024 18:47
El custodio por 14 años de la segunda base del equipo herrerano, es hijo de Joaquín Cedeño, quienes le inculcaron el amor por este deporte Jorge Luis Cedeño nació en una casa y en un barrio donde se respiraba béisbol. Su padre y sus hermanos fueron peloteros, pero ¿quién no lo es, en Llano Bonito de Chitré?
En efecto, el custodio por 14 años de la segunda base del equipo herrerano, es hijo de Joaquín Cedeño, y hermano de Rubén y Rutilio, quienes le inculcaron el amor por este deporte.
Sin embargo, fue un niño enfermizo. Sufrió de asma hasta su edad juvenil, cuando la enfermedad fue desapareciendo, conforme ocupaba más tiempo en los campos de juego.
“Fui un niño enfermo. Tuve dieciocho años con asma y prácticamente entre los 15 y 16 no pesaba ni 100 libras, porque la enfermedad no dejaba desarrollarme”, indicó.
“Estoy seguro de que tantos medicamentos y tratamientos no me curaban, pero también de que fue el deporte que me curó, porque se me fueron ensanchando los pulmones”, matizó.
Jorge Luis, a sus 66 años, jubilado, con hijos y nietos a cuesta, recordó con cariño a sus padres, mientras narraba el suceso, porque, a pesar de todo, le permitieron seguir jugando y, con ello, aseguraron que el mal desapareciera de su organismo.
Esta es parte de la historia del mejor camarero que ha tenido el equipo mayor de Herrera en su historia y, sin dudas, uno de los más completos a nivel nacional.
Entre sus logros está el ser el pelotero que más juegos ha celebrado en forma consecutiva -322 partidos- en los nacionales, que se traduce en once años como titular en la segunda base del equipo herrerano.
Esta es la narración en primera persona de un hombre que, en sí mismo, es béisbol, pero netamente herrerano. De los 21 títulos que tiene Herrera, dieciséis en la mayor, ha estado involucrado en trece de ellos.
Época de aprendizaje Jorge Luis comenzó a jugar béisbol desde muy temprana edad de la mano de Rutilio, a orillas del río La Villa, en medio del sembradío de tomates.
Joaquín y Maximina Cedeño eran agricultores y en la época de verano se mudaban con sus hijos a la huerta ‘El Torno’, donde cosechaban tomates y que luego llevaban en carreta a la empresa Nestlé.
Ese detalle de sus padres, le hizo recordar las veces en que tanto él como Rutilio, se transportaron en caballo al estadio.
“Venía en las noches desde la huerta al estadio a caballo y, cuando terminaba el partido, hacía el mismo trayecto. Mi hermano lo hizo mucho más que yo”, dijo.
“Bueno, allí di mis primeros pasos con mi hermano, hasta que fui a los primeros juegos nacionales infantiles en 1970 en el estadio de Santa Rita, en la capital”, señaló.
“Mi papá jugó pelota antes del 44 (cuando se inician los nacionales), pero fue a través de Rutilio que aprendí”, precisó.
“La gente decía que era mi papá y hoy, después de tantos años, la gente me pregunta por mi papá Rutilio, porque siempre estaba con él”, anotó.
Teniendo a su hermano como modelo, fue trabajando y practicando, con disciplina y empeño, porque una de las primeras lecciones que le enseñó, fue el de “jugar con disciplina, coraje, amor y pasión”.
Originalmente, Jorge Luis era el custodio de la antesala, pero su hermano y otros técnicos, le vieron cualidad para pivotear y tirar la pelota, por lo que fue removido a la segunda almohadilla.
Fue la segunda base regular de Herrera, cuando en los años de 1973 y 1974 se adjudicó los títulos nacionales de la categoría juvenil, y de la selección en torneos realizados en Venezuela y México, en esos mismos años.
De allí saltó a la selección mayor, donde estuvo hasta 1988, cuando una lesión en el talón de Aquiles lo forzó a retirarse como pelotero, aunque no del béisbol.
Retiro forzado Sus cualidades como líder y el gran carisma que tenía con sus compañeros, fueron fundamentales para que la dirigencia le confiara el equipo en 1989 y por los próximos cinco años.
Los herreranos habían sido campeón en 1988 con la dirección de Héctor ‘Lacy’ De León, y al año siguiente volvieron a repetir, pero con Cedeño como director novato. “Jugué de 1975 a 1988, obtuvimos en esos catorce años, seis campeonatos y al año siguiente los llevé al título, después de verme obligado a retirarme por una lesión en una pierna”, contó.
Efectivamente, Cedeño dirigió al equipo hasta 1994 y después siguió en el cuerpo técnico, cuando fueron campeones con Karl ‘Chico’ Heron en 1997, y en tres ocasiones con el cubano Israel Delgado.
“Tengo 47 años dedicados al béisbol herrerano, aportando mi granito de arena, por lo que me siento muy contento y orgulloso”, apuntó.
Hay dos aspectos que no dejamos pasar. La amistad que forjó con sus compañeros en esos 14 años, y la decisión de no jugar en el torneo que se declaró desierto en 1990.
“Con quienes más compartí fue con Patricio Sánchez, Azael Domínguez, Juan Ruiz y César Castillo. Nos alegraban los triunfos, pero sufrimos mucho con las derrotas”, indicó. “Dirigir fue un poco más difícil, porque me tocó hacerlo con peloteros que habían sido mis compañeros. Pero pude salir adelante, gracias al apoyo de muchos de ellos”, añadió.
Jorge Luis es junto a Rutilio (1977), los únicos hermanos que han logrado títulos en los nacionales de béisbol mayor.
Un torneo desierto Cedeño dirigió a los herreranos en 1990, cuando se declaró el torneo desierto, tras la gresca que se registró entre Herrera y Los Santos, en el séptimo partido en el estadio Olmedo Solé.
Sobre el particular, el técnico precisó que hubo dos propuestas. La Fedebeis y Herrera deseaban un estadio neutral, y Los Santos insistía en volver al Olmedo Solé.
“Recuerdo que le dije al presidente (Néstor) ‘Pito’ Delgado (ya fallecido) que buscara la manera que el partido se realizara de alguna manera, que el campeonato no quedara desierto”.
En la reunión, además de los miembros de la Federación, los presidentes de ligas y directores de Herrera y Los Santos, participaron algunas autoridades locales que, al final, fueron los que enredaron las cosas.
“Hoy, cuando me llegan esos recuerdos, me duele más, porque cualquiera que hubiera ganado tendría en su historia ese título, pero creo que las autoridades se metieron y no quedó en potestad de los directores o presidentes de ligas, sino de los gobernadores”, añadió.
“Fue muy lamentable, porque no llegamos a un acuerdo con quienes teníamos tremenda amistad y nos veíamos a cada rato, (porque) somos como hermanos”, matizó.
‘Mamavila’, entre los mejores Herrera ha ganado en múltiples ocasiones los títulos de la pelota mayor e inclusive, en forma consecutiva, siendo un punto destacable en cada conquista, su cuerpo de serpentineros.
Es por ello que le preguntamos a Cedeño, ¿Cuáles han sido los mejores lanzadores herreranos?
“Es bien difícil, con tantos lanzadores de calidad que hemos tenidos, pero analizando, escojo a Alberto ‘Mamavila’ Osorio, Manuel ‘Peluco’ González, Víctor Mendoza y Crispín Poveda”, destacó.
“Después están Eustorgio González, José Vega III, José Vega IV y Héctor Saavedra”, concluyó.
Jorge Luis Cedeño nació en una casa y en un barrio donde se respiraba béisbol. Su padre y sus hermanos fueron peloteros, pero ¿quién no lo es, en Llano Bonito de Chitré?
En efecto, el custodio por 14 años de la segunda base del equipo herrerano, es hijo de Joaquín Cedeño, y hermano de Rubén y Rutilio, quienes le inculcaron el amor por este deporte.
Sin embargo, fue un niño enfermizo. Sufrió de asma hasta su edad juvenil, cuando la enfermedad fue desapareciendo, conforme ocupaba más tiempo en los campos de juego.
“Fui un niño enfermo. Tuve dieciocho años con asma y prácticamente entre los 15 y 16 no pesaba ni 100 libras, porque la enfermedad no dejaba desarrollarme”, indicó.
“Estoy seguro de que tantos medicamentos y tratamientos no me curaban, pero también de que fue el deporte que me curó, porque se me fueron ensanchando los pulmones”, matizó.
Jorge Luis, a sus 66 años, jubilado, con hijos y nietos a cuesta, recordó con cariño a sus padres, mientras narraba el suceso, porque, a pesar de todo, le permitieron seguir jugando y, con ello, aseguraron que el mal desapareciera de su organismo.
Esta es parte de la historia del mejor camarero que ha tenido el equipo mayor de Herrera en su historia y, sin dudas, uno de los más completos a nivel nacional.
Entre sus logros está el ser el pelotero que más juegos ha celebrado en forma consecutiva -322 partidos- en los nacionales, que se traduce en once años como titular en la segunda base del equipo herrerano.
Esta es la narración en primera persona de un hombre que, en sí mismo, es béisbol, pero netamente herrerano. De los 21 títulos que tiene Herrera, dieciséis en la mayor, ha estado involucrado en trece de ellos.
Jorge Luis comenzó a jugar béisbol desde muy temprana edad de la mano de Rutilio, a orillas del río La Villa, en medio del sembradío de tomates.
Joaquín y Maximina Cedeño eran agricultores y en la época de verano se mudaban con sus hijos a la huerta ‘El Torno’, donde cosechaban tomates y que luego llevaban en carreta a la empresa Nestlé.
Ese detalle de sus padres, le hizo recordar las veces en que tanto él como Rutilio, se transportaron en caballo al estadio.
“Venía en las noches desde la huerta al estadio a caballo y, cuando terminaba el partido, hacía el mismo trayecto. Mi hermano lo hizo mucho más que yo”, dijo.
“Bueno, allí di mis primeros pasos con mi hermano, hasta que fui a los primeros juegos nacionales infantiles en 1970 en el estadio de Santa Rita, en la capital”, señaló.
“Mi papá jugó pelota antes del 44 (cuando se inician los nacionales), pero fue a través de Rutilio que aprendí”, precisó.
“La gente decía que era mi papá y hoy, después de tantos años, la gente me pregunta por mi papá Rutilio, porque siempre estaba con él”, anotó.
Teniendo a su hermano como modelo, fue trabajando y practicando, con disciplina y empeño, porque una de las primeras lecciones que le enseñó, fue el de “jugar con disciplina, coraje, amor y pasión”.
Originalmente, Jorge Luis era el custodio de la antesala, pero su hermano y otros técnicos, le vieron cualidad para pivotear y tirar la pelota, por lo que fue removido a la segunda almohadilla.
Fue la segunda base regular de Herrera, cuando en los años de 1973 y 1974 se adjudicó los títulos nacionales de la categoría juvenil, y de la selección en torneos realizados en Venezuela y México, en esos mismos años.
De allí saltó a la selección mayor, donde estuvo hasta 1988, cuando una lesión en el talón de Aquiles lo forzó a retirarse como pelotero, aunque no del béisbol.
Sus cualidades como líder y el gran carisma que tenía con sus compañeros, fueron fundamentales para que la dirigencia le confiara el equipo en 1989 y por los próximos cinco años.
Los herreranos habían sido campeón en 1988 con la dirección de Héctor ‘Lacy’ De León, y al año siguiente volvieron a repetir, pero con Cedeño como director novato. “Jugué de 1975 a 1988, obtuvimos en esos catorce años, seis campeonatos y al año siguiente los llevé al título, después de verme obligado a retirarme por una lesión en una pierna”, contó.
Efectivamente, Cedeño dirigió al equipo hasta 1994 y después siguió en el cuerpo técnico, cuando fueron campeones con Karl ‘Chico’ Heron en 1997, y en tres ocasiones con el cubano Israel Delgado.
“Tengo 47 años dedicados al béisbol herrerano, aportando mi granito de arena, por lo que me siento muy contento y orgulloso”, apuntó.
Hay dos aspectos que no dejamos pasar. La amistad que forjó con sus compañeros en esos 14 años, y la decisión de no jugar en el torneo que se declaró desierto en 1990.
“Con quienes más compartí fue con Patricio Sánchez, Azael Domínguez, Juan Ruiz y César Castillo. Nos alegraban los triunfos, pero sufrimos mucho con las derrotas”, indicó. “Dirigir fue un poco más difícil, porque me tocó hacerlo con peloteros que habían sido mis compañeros. Pero pude salir adelante, gracias al apoyo de muchos de ellos”, añadió.
Jorge Luis es junto a Rutilio (1977), los únicos hermanos que han logrado títulos en los nacionales de béisbol mayor.
Cedeño dirigió a los herreranos en 1990, cuando se declaró el torneo desierto, tras la gresca que se registró entre Herrera y Los Santos, en el séptimo partido en el estadio Olmedo Solé.
Sobre el particular, el técnico precisó que hubo dos propuestas. La Fedebeis y Herrera deseaban un estadio neutral, y Los Santos insistía en volver al Olmedo Solé.
“Recuerdo que le dije al presidente (Néstor) ‘Pito’ Delgado (ya fallecido) que buscara la manera que el partido se realizara de alguna manera, que el campeonato no quedara desierto”.
En la reunión, además de los miembros de la Federación, los presidentes de ligas y directores de Herrera y Los Santos, participaron algunas autoridades locales que, al final, fueron los que enredaron las cosas.
“Hoy, cuando me llegan esos recuerdos, me duele más, porque cualquiera que hubiera ganado tendría en su historia ese título, pero creo que las autoridades se metieron y no quedó en potestad de los directores o presidentes de ligas, sino de los gobernadores”, añadió.
“Fue muy lamentable, porque no llegamos a un acuerdo con quienes teníamos tremenda amistad y nos veíamos a cada rato, (porque) somos como hermanos”, matizó.
Herrera ha ganado en múltiples ocasiones los títulos de la pelota mayor e inclusive, en forma consecutiva, siendo un punto destacable en cada conquista, su cuerpo de serpentineros.
Es por ello que le preguntamos a Cedeño, ¿Cuáles han sido los mejores lanzadores herreranos?
“Es bien difícil, con tantos lanzadores de calidad que hemos tenidos, pero analizando, escojo a Alberto ‘Mamavila’ Osorio, Manuel ‘Peluco’ González, Víctor Mendoza y Crispín Poveda”, destacó.
“Después están Eustorgio González, José Vega III, José Vega IV y Héctor Saavedra”, concluyó.