Deportes

El ‘Buchí’ Amaya, el ‘campeón sin corona’ del boxeo panameño

‘Buchí’ Amaya junto a los campeones Laguna, Marcel y Pinder, y el también colonense Amores. Cedida
Amaya fue portada de la revista mexicana Ring Mundial, en una de las ocasiones en que peleó en México.
Antonio Amaya acompañado de Ismael Laguna (Der.), luego de un triunfo en la Arena de Colón.
Actualizado
  • 03/02/2025 00:00
Creado
  • 02/02/2025 18:05

Disputó en tres ocasiones el cetro mundial superpluma, dos con el mismo campeón, pero nunca alcanzó la victoria, aunque dejó plasmada su calidad boxística en un mercado tan exigente como el de Japón

El boxeo panameño ha tenido 32 campeones mundiales, dos damas entre ellos, una época que parece lejana, aunque no por el tiempo, sino porque no se ve en el panorama la figura que pueda alcanzar otro cetro.

Suena contradictorio, pero es así. En momentos en que más organizaciones hay en el mundo boxístico, con más de setenta campeones en propiedad en cada una de las 17 categorías y, cada una de ellas, con sus títulos regulares e interinos a cuesta.

También suena extraño porque la actividad boxística en Panamá está rebosante, pero solo para un sector del llamado negocio de las ‘narices chatas’; es decir, los empresarios, porque para los otros actores, es un mundo de supervivencia.

Es por ello que hoy quiero referirme a una persona que, en su momento, fue considerado un verdadero campeón mundial, en una época donde para ser bueno había que demostrarlo, pero que lamentablemente no pudo llegar.

Nos referimos al colonense Antonio ‘Buchí’ Amaya, un verdadero látigo arriba del ring, que lució y brilló tanto, como lo hicieran sus coterráneos Ismael Laguna y Ernesto Marcel, solo que la fama es la hermana del éxito y, como no llegó, su ‘ángel’ se disipó.

Disputó en tres ocasiones el cetro mundial superpluma, dos con el mismo campeón, pero nunca alcanzó la victoria, aunque dejó plasmada su calidad boxística en un mercado tan exigente como el de Japón, de donde eran los monarcas a los que enfrentó.

Amaya, como diría el maestro Rubén Blades, hace pocos días se mudó hacia el otro barrio, y nosotros con esta nota, recordamos algo de su trayectoria.

Un ‘as’ de volante

Antonio Amaya deslumbró desde que llegó al boxeo rentado en los años 60. Recordemos que fue una época romántica, donde comenzaban a darse los frutos al ser una de las capitales latinoamericanas más visitadas.

Así como nuestro país es un cúmulo de rarezas por las decenas de miles de personas que llegaron a lo largo de nuestra historia, dejando una rica herencia en diferentes tópicos, igual aconteció en el deporte y el boxeo no fue la excepción.

Apodado el ‘Buchí’ por el recordado cronista Francisco ‘Papi’ Méndez, debido al ‘tumba’o’ que tenía al caminar, llegó de su natal Santa Isabel, en la Costa Arriba de Colón, a triunfar.

Entre el año de su debut en 1963 y 1966, amasó un récord de 22 triunfos, dos empates y una derrota, obteniendo los títulos nacionales pluma y superpluma y derrotando a los locales Julio Ruiz y Luis Patiño, y al nigeriano Rafiu King.

“Tenía un estilo similar al de Ismael Laguna, del que aprendió cuando se vino de la Costa”, recordó el veterano cronista colonense Marcos ‘Ponchas’ Mendoza.

“Tenía un estilo depurado, pero no tenía pegada y en la mayoría de las ocasiones no pegaba con el puño cerrado. Sin embargo, peleó con lo mejor de su época y a la mayoría se los ganó o le robaron la pelea”, añadió.

Triunfos poco convincentes

Robo, como el que le ocurrió el 23 de agosto de 1970, cuando volvió a pelear en el Japón, con el japonés Hiroshi Kobayashi.

Rememoremos un poco ese día.

Amaya estaba cabizbajo en su esquina. No era para menos, otra vez lo había dado todo, castigando inmisericordemente a su adversario, y así lo atestiguaba la pantaloneta manchada de sangre del campeón.

Pero una vez más, había perdido. No contó con el beneplácito de los jueces y volvería a casa sin obtener su objetivo, el ostentar una corona del mundo. “Creí que había ganado. Fue una pésima decisión”, se limitó a decir un deprimido Amaya en su camerino, luego del choque.“Algunos de los aficionados japoneses entre los 2.700 asistentes trataron de consolar a Amaya cuando pasó junto a ellos: ganaste, ganaste”, detalló la agencia de noticias AP.Kobayashi también volvió algo pensativo al camerino, después de mostrar un irónico rostro tras el veredicto, que lo convertía en el primer monarca de su país en realizar cinco defensas exitosas.

“Me pareció que la decisión probablemente era empate. De todos modos, me alegro de haber defendido mi título por quinta vez”, dijo a los medios, con el rostro vendado.

Los jueces, incluyendo al estadounidense Nick Pope, quien actuó como réferi, vieron ganar estrechamente por uno y dos puntos al japonés, en un choque casi que similar al primero, que terminó por decisión dividida en abril de 1969.

Casi que similar, porque Kobayashi nuevamente salió maltrecho. “El campeón peleó desde el noveno asalto hasta el final de las 15 vueltas con su rostro sangrante. Acertó repetidas veces con la derecha en la cara de Amaya, y lo hizo retroceder, pero también falló en muchas ocasiones”, refirió AP.“La pelea fue pareja casi todo el tiempo. En la novena vuelta Amaya hizo sangrar a Kobayashi en la frente, junto a la sien izquierda, y la gente comenzó a gritar”.“En la décima, Kobayashi sangraba con profusión y tenía su pantaloncito manchado de sangre (...), pero en lugar de disminuir sus acometidas, atacó con más ganas (...), pero no consiguió ponerlo en serios aprietos”.“Amaya, con mayor alcance, se valió de la izquierda, en toda la pelea, picando continuamente a la cara. Cuando se anunció el fallo tenía una pequeña herida en la ceja derecha, casi nada en comparación con la herida de Kobayashi”.El pimentoso púgil istmeño tuvo una nueva oportunidad titular.

Efectivamente, en junio de 1974 enfrentó al también japonés Kuniaki Shibata por el mismo cetro, pero del Consejo Mundial de Boxeo.Nuevamente un fallo desfavorable y, como en las otras dos ocasiones, muy estrecho, tanto, que el juez Ken Morita la vio empate. A partir de allí, el boxeador colonense le fue endilgado el mote, de ‘campeón sin corona’, pues no hubo nuevas oportunidades y su carrera se fue diluyendo entre pleitos mediocres y decisiones localistas.

Detalle para los récords

Amaya es, en la historia del boxeo panameño, el más antiguo púgil que tuvo la oportunidad de disputar un cetro mundial en tres ocasiones, algo no tan común y que repitieron muy pocos en su época, donde hubo muy buenos púgiles.

En el caso de Panamá, hubo boxeadores que tuvieron la posibilidad de disputar un título en más de una ocasión, pero otros llegaron a imitar al ‘relámpago’ colonense y lo hicieron en más de dos oportunidades.

La lista la encabeza el pequeño púgil chiricano Walter Tello, quien lo hizo en cuatro oportunidades y en todas tuvo las de perder.

Después están Edgar ‘Bambi’ Monserrat, Orlando Soto y Guillermo Jones, quienes lo hicieron infructuosamente en tres ocasiones, aunque el último al final se convirtió en campeón del mundo.

A propósito de este detalle de llegar a ganar un título y de oportunidades fallidas, algunos de nuestros campeones, inclusive dos miembros del Salón de la Fama, llegaron a protagonizar peleas en las que fracasaron en la búsqueda de un título.

La lista que lideran Roberto Durán e Hilario Zapata, están Jorge Luján, Carlos Murillo y el mencionado ‘Felino’ Jones.

Todos, salvo Jones, tienen en común el haber sido campeones del mundo, pero antes o después de serlo, fracasaron en más de dos oportunidades de anexarse un título del mundo.